Política

Miedo en Sumar a "la rabia de Pablo Iglesias": ataca a Mónica García y sugiere que Sotomayor es drogadicto

El exvicepresidente y exlíder de Podemos aviva una guerra sin cuartel contra todo el que considere traidor por pasarse a las filas de Yolanda Díaz, a la que percibe como una vendida

Pablo Iglesias se ha desatado. Quienes le conocen cuentan que se contuvo mientras ostentó responsabilidades institucionales. Pero ahora, según su entorno, no rinde cuentas ante nada ni ante nadie y, por eso, puede volver a ser el provocador que siempre fue. El problema es que en estos momentos casi todas sus intervenciones públicas son "un retrato de la rabia que siente", según concede a este diario una fuente que le trató muy a menudo y le conoce bien. La última, una tribuna en Ctxt, no ha dejado a nadie indiferente, pues sugiere que el excandidato de Podemos en Madrid Roberto Sotomayor, que acaba de abandonar el barco morado, es un asiduo a la cocaína y ataca a la ministra de Sanidad, Mónica García, por haberse beneficiado del bono social.

Lo cierto es que el exvicepresidente y exlíder de Podemos está avivando una guerra sin cuartel contra todo aquel que considere traidor por pasarse a las filas de Yolanda Díaz, a la que considera una vendida. Podemos ha decidido volver a los orígenes. Si el partido no está en el Gobierno, la coalición es casta, élite. Y toca asediarla y bombardearla. En cierta manera, con su salida del Consejo de Ministros, los morados van a replicar el experimento primigenio: forzar al PSOE a ser de izquierdas. Pero no solo al PSOE, también a Sumar. Porque casi nadie en Podemos cree que el partido de Yolanda Díaz represente una izquierda valiente, auténtica.

¿Y qué hay detrás de las "locuras", como lo definen algunos en Podemos, de Iglesias? Parte de la rabia se explica por el maltrato al que le han sometido a él y a los suyos. Y eso le lleva a señalar comportamientos de excompañeros como Sotomayor. "A él [en referencia a Pablo Iglesias] le cayó de todo por una fotografía donde una funda parecía una raya de cocaína", explica alguien que le conoce bien. En Podemos lamentan que con Iglesias y el resto de dirigentes morados se han cruzado líneas rojas de gran tamaño. Y consideran a la prensa responsable. Es más, el exvicepresidente ha emprendido un campaña feroz contra los medios por haber 'invisibilizado' el archivo definitivo de la causa Neurona.

Podemos, el rostro enfadado

En Sumar están inquietos con la deriva. Es cierto que "Pablo Iglesias ya no es nadie", como explica un miembro del partido, pero "todavía resuena qué dice y cómo lo dice". Y, sobre todo, está reventado a Yolanda Díaz y a los ministros no socialistas de la coalición. Podemos no perdona que tanto Yolanda Díaz como Íñigo Errejón y el resto de aliados de la vicepresidenta segunda dentro de Sumar se esfuercen en ser una suerte de marca blanca del PSOE, aceptable para la élite.

En Podemos molesta que solo ellos sean el rostro enfadado, fuerte y duro que dice las cosas como piensan que son sin importar a quién pueden incomodar. Por eso, consideran que ha habido una concertación entre Yolanda Díaz, el PSOE y los medios para destruirles. En plata; que la operación destrucción morada cuenta con el beneplácito de Pedro Sánchez. El propio Iglesias acusó a Díaz de aliarse con mafiosos para destruir a Podemos. El conflicto formal está claro.

Yolanda Díaz parte de la premisa de que para construir mayorías, y sobre todo, para llegar al poder, toca mostrarse como una izquierda asumible y no confrontar en ciertos asuntos, porque son batallas perdidas de antemano que les descartan como opción transversal. "Ellos verán. Han pasado de la vicepresidencia segunda del Gobierno al Grupo Mixto del Congreso", explica con sorna el entorno de Mónica García. La forma en la que la izquierda a la izquierda del PSOE debe relacionarse con Ferraz es clave. Es uno de los más agrios asuntos de discusión en la galaxia morada (ahora Sumar).

El relato de la ruptura

Ya lo fue antes de que se formara el Gobierno de coalición, cuando hubo una parte importante, con Izquierda Unida a la cabeza, que quería un acuerdo programático con los socialistas y dejarles a ellos el desgaste de gobernar. Pero enfrente estuvo Iglesias, que nunca quiso despreciar la oportunidad de demostrar que la izquierda radical podía llegar a Moncloa y gobernar con sentido para transformar. Ahora, en Podemos vigilan con lupa los pasos de Yolanda Díaz y sus correligionarios fuera de sus filas.

Podemos lleva semanas construyendo el relato de la ruptura. El objetivo es claro: por un lado demostrar a Sumar su fuerza electoral y, por otro, mantener puestos institucionales que les permita mantener foco para su partido y vía libre para continuar su carrera política, truncada por el rechazo de Yolanda Díaz y Pedro Sánchez -lo que más duele en Podemos-. Los de Ione Belarra empezaron a difundir la teoría de que igual que Sánchez les ha echado del Gobierno, Sumar puede echarles del grupo parlamentario. Y, por eso, se han anticipado. La salida de Irene Montero de Igualdad ya fue un aviso a navegantes.

Los morados tienen en la cabeza actuar alineados con ERC y Bildu. Podemos lleva años cuidando esa alianza, en parte, para competir con Yolanda Díaz. Las ya exministras Ione Belarra e Irene Montero se refirieron la pasada legislatura a la "izquierda plurinacional" cada vez que tuvieron ocasión. Ahora, su salida del grupo de Sumar busca negociar de tú a tú con Pedro Sánchez, como lo harán sus socios independentistas. Aunque a Yolanda Diaz no parece preocuparle. ¿Que si habrá un frente de Podemos con ERC? Nada. No hay que confundir la opinión personal de Gabriel Rufián con los deseos de ERC. No habrá problema", sintetizan en la planta noble de Sumar.

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