El ciclo político para el que nació Podemos en 2014 está a punto de concluir -expirará con la investidura de Mariano Rajoy (PP) este fin de semana-, sin que su propósito de “asaltar los cielos” se haya materializado. Sin embargo, el secretario general del partido morado, Pablo Iglesias, lleva ya algunas semanas trazando el rumbo que, a su juicio, debe tomar Podemos.
Si bien Iglesias coincide con su número dos, Íñigo Errejón, representante del sector más moderado y aperturista de la formación, en que la herramienta electoral de estos años tiene que dar paso a un movimiento popular, ambos dirigentes difieren en el cómo: mientras el primero cree que tal conversión debe consistir en llevar la batalla a la calle, “cavando trincheras” en la sociedad civil; el segundo, en cambio, se inclina por caminar “con un pie en cada uno de los dos terrenos", es decir, en las plazas, pero al mismo nivel que en las instituciones.
En realidad, Iglesias, con su encendida apuesta por hacer oposición política fundamentalmente en la calle, antes que en el Parlamento, está tratando de poner en práctica los postulados teóricos de su tesis doctoral dedicada a la “acción colectiva” de los “desobedientes”. Titulada Multitud y acción colectiva postnacional: un estudio comparado de los desobedientes: de Italia a Madrid (2000-2005), esta investigación del exeurodiputado, presentada en la Universidad Complutense en 2008, defiende la movilización social como un elemento necesario para alternar la gobernabilidad de un país.
Por ejemplo, en el apartado de conclusiones, Iglesias señala que “la UE no deja de ser un aspirante a la hegemonía mundial, un rival potencial de los EE UU que no ha podido librarse, además, de unos movimientos sociales que, eventualmente, como se ha demostrado en Francia o en el Estado español recientemente, pueden condicionar políticas y decisiones claves”.
El líder de Podemos subraya que “los movimientos sociales pueden condicionar políticas y decisiones claves”
Se refiere aquí el profesor de Políticas a la primera victoria del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Aquel Ejecutivo, dice Iglesias, “tomó claramente nota de que su éxito electoral del 2004 (debido más a un aumento extraordinario en la participación que al descenso en el número de votos del Partido Popular) tenía mucho que ver con las movilizaciones sociales”. “Pero no tanto porque éstas fueran determinantes a la hora de decantar uno u otro resultado en términos numéricos (no ocurrió, de hecho, en las elecciones municipales y autonómicas de 2003) sino porque la política 'grande', la que concierne a los asuntos generales del planeta, había dejado de ser exclusiva de las élites e informaba, día a día, la práctica de los movimientos” sociales, sentencia Iglesias.
En este punto, el líder de Podemos destaca que las movilizaciones contra la guerra de Irak en marzo de 2003, cuyas “formas de acción colectiva más efectivas fueron aquellas experimentadas y desarrolladas por los activistas más radicales”, demostraron la posibilidad de abrir un “escenario político global no institucional” que llevaría a “la revuelta antigubernamental del 13 de Marzo de 2004 que siguió a los atentados de Al Qaeda”. Considera Iglesias que aquel “éxito electoral” de Zapatero fue “producto, en parte, del impacto político de nuevas formas de movilización antisistémicas”.
De los motines a las huelgas
Dentro de esas acciones colectivas, Iglesias alude a las propias del “repertorio postnacional”, que son, en general, “menos violentas, más flexibles, indirectas y, sobretodo, estatal-nacionales” que las del repertorio tradicional (los motines de subsistencia o la destrucción de maquinaria). Ejemplos del repertorio “postnacional”, el que Iglesias quiere ahora desplegar con Podemos, son “la manifestación, la huelga o el propio movimiento social como acción colectiva sostenida en el tiempo”, subraya el doctorando en su tesis.
Los desobedientes se ubicarían políticamente en la izquierda radical europea, en general extraparlamentaria aunque no siempre”
El propio Iglesias instó a los simpatizantes de Podemos hace algunas semanas a “prepararse” para cuando los sindicatos convoquen una huelga general, algo con lo que ya ha amenazado el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, si el Gobierno de Rajoy recorta las pensiones o mantiene su reforma laboral. Precisamente, aprovechando el tirón de esa eventual huelga general, los estrategas de Podemos están barajando secundar una concentración masiva en la primavera de 2017, tal y como ha publicado Vozpópuli en base a fuentes internas. Así, ven con buenos ojos el patrón de la Nuit Debout (noche en pie), movilización que prosiguió el pasado 31 de marzo a la huelga general en Francia contra la reforma laboral del socialista François Hollande.
En su tesis doctoral, Iglesias analiza el caso de los “desobedientes” en Italia y Madrid entre 2000 y 2005 y afirma que éstos “se ubicarían políticamente en un área de colectivos y grupos de la izquierda radical europea, en general extraparlamentaria aunque no siempre”. Esto último coincide con el perfil de la coalición Unidos Podemos, que cuenta con 71 escaños en el Congreso y además aglutina una amalgama de fuerzas muy activas en la calle como Izquierda Castellana o Anticapitalistas.
El 'flash mob' y otras técnicas
Además, la investigación también se ocupa del manejo de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías (redes sociales) en tanto que son instrumentos aptos “para hacer percibir sentidos de globalidad en la acción colectiva contenciosa”. No hay que perder de vista que cinco miembros destacados de Podemos recibieron el primer SMS del 'Pásalo' en el 13-M. Iglesias omite en la tesis cualquier participación suya en esta convocatoria frente a las sedes del Partido Popular y señala que “es impresionante hasta qué punto los dirigentes de la derecha española interiorizaron el daño que les había causado una técnica de acción colectiva que no controlaban”.
Bajp el epígrafe Multitudes inteligentes, el profesor de Ciencias Políticas explica que dicha técnica se denomina “flash mob” y que consiste en organizar concentraciones. Pero hay otras muchas, advierte, relacionadas con el marketing y la publicidad, como “la destrucción de un restaurante McDonald's ante las cámaras”. Todo un amplio abanico de herramientas que Iglesias conoce al dedillo y que podrían ser ejecutadas en la presente legislatura.
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