No habrá presencia militar en Cataluña seis meses después de la formación del nuevo 'Govern'. Así se recoge en el acuerdo de investidura suscrito entre ERC y JxCat en el que se dibuja la 'construcción de la nueva república catalana'. Más de cuarenta folios de leyes, disposiciones, pretensiones y ambiciones en las que se dibujan los 'criterios esenciales de la legislatura'. Entre ellos, la desaparición de las Fuerzas Armadas de la región. Se hará en seis meses.
No se habla en el texto explícitamente de 'expulsión', sino de 'desmilitarizar Cataluña'. Nada de desfiles, ni de maniobras, ni presencia de uniformes en actos públicos, ni en las calles, ni asistencia a ferias, procesiones, actos religiosos, centros educativos, locales deportivos y otras manifestaciones ciudadanas. También se impulsará la recuperación de todo el patrimonio militar de tipo inmobiliario. Es decir, expropiación y defenestración.
Primer paso, en seis meses, reclusión en los cuarteles, sin apenas capacidad para salir de ellos. Segundo paso, erradicación de las Fuerzas Armadas del territorio, tal y como plantea exigentemente la CUP. Como 'precalentamiento', la Feria de Gerona ha expulsado a las Fuerzas Armadas de su Salón de la Juventud durante los próximos tres años. La misma medida que adoptó Ada Colau en la Feria de Barcelona. La "desmilitarización" ya ha empezado. Ahora se consagra en las líneas del acuerdo para la nueva Cataluña.
Restablecer la honorabilidad de los Mossos d'Esquadra, institución cuya imagen resultó severamente damnificada por los episodios del referéndum del 1-O y sus derivados hasta el intento de golpe de Estado. Josep Lluís Trapero, anterior jefe operativo del cuerpo, así como sus responsables políticos, están actualmente imputados o en prisión. El documento para la investidura plantea la creación de una 'policía integral', en la que se incluirán los Mossos y los cuerpos de seguridad municipales, una cuestión que se ha planteado en ocasiones precedentes.
La construcción de la república
Las dos fuerzas mayoritarias del secesionismo consagran también el 'espacio libre en el exilio', es decir, la mansión de Waterloo donde reside Carles Puigdemont, como escenario desde el que se dirigirá la construcción de la república. Allí se asentarán tanto el 'consejo de la República' como la 'asamblea de representantes' y la propia presidencia. Dos veces al año peregrinarán hacia Bruselas los miembros de esa Asamblea para decidir cuestiones sobre la gestión política de Cataluña. Es decir, para recibir las órdenes del expresident.
Elaborar una nueva Constitución, en base a aportaciones emanadas de un 'gran pacto ciudadano', para someterla luego a una 'multiconsulta', son las bases fundamentales de esta nueva etapa, bautizada ya en medios del independentismo como 'el Procés 2'. El documento incurre en excesos e ilegalidades de similar calado que los que condujeron a los episodios del 27 de octubre. No se menciona la palabra 'independencia' para evitar problemas con la Justicia. Pero se recogen todo tipo de excesos.
La cuestión es lograr el respaldo de la CUP. El independentismo necesita sus cuatro escaños para proceder a la investidura de Sánchez. No parece que tal circunstancia se concrete, bien por el rechazo de los antisistema o porque el Supremo no permitirá al aspirante que salga de la cárcel para su investidura. De momento, los partidos de Puigdemont y de Junqueras han elaborado un papel para salir del paso. Incluído un nuevo referéndum. Ahí empezó todo.
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