Partido Popular, Ciudadanos y Vox encaran la recta final de la campaña electoral del 10-N con un único objetivo: desgastar todo lo que se pueda al PSOE de Pedro Sánchez. La estrategia parece obvia, pero representa un cambio sustancial respecto a la recientes elecciones del 28 de abril, cuando los dardos entre ellos fueron constantes.
Seis meses más tarde, Vox ya no emplea lo de "derechita cobarde" o "veleta naranja", ni Ciudadanos y el PP luchan abiertamente por la hegemonía del centro-derecha. Los dos primeros asumen que Pablo Casado es y será el líder de la oposición y que la única salvación para ambos pasa porque los tres partidos logren sumar más de 175 escaños en estas elecciones.
"No tiene sentido que nos critiquemos durante la campaña cuando gobernamos juntos en comunidades autónomas y ayuntamientos", reconoce un miembro destacado de la dirección del Partido Popular. No hay nada firmado, pero esta fuente admite que hay un pacto tácito de no agresión entre los tres partidos.
"No tiene sentido que nos critiquemos durante la campaña cuando gobernamos juntos en comunidades autónomas y ayuntamientos", reconoce un miembro destacado del PP
Esto ya se ha puesto de manifiesto en los debates celebrados hasta ahora, como el organizado por Vozpópuli el día 30 con los representantes de Economía de los cinco grandes partidos. Allí, tanto Daniel Lacalle (PP) como Marcos de Quinto (Cs) sintonizaron durante hora y media... y apenas discreparon levemente sobre pensiones.
Algo parecido se vio el viernes pasado en el debate a siete celebrado en TVE y lo mismo se espera para el de esta noche con los primeros espadas. Hace seis meses, en los dos debates celebrados por los líderes, Albert Rivera sacudió sin piedad al PP en un intento por sobrepasar a los populares en las urnas. Ahora, la estrategia será diferente: el enemigo común es Sánchez.
Iglesias, al ataque
El presidente del Gobierno en funciones se va a encontrar esta noche en una encerrona de difícil salida. A los dardos de los tres partidos del centro-derecha que le van a caer, habrá de añadir el ataque sin complejos que prepara el líder de Podemos, Pablo Iglesias, según adelantan fuentes de la formación morada a Vozpópuli.
Iglesias ha vivido en carne propia la negociación a la que le empujó Sánchez tras las elecciones de abril y el relato que hizo el Ejecutivo en julio tras la investidura fallida, que fue cuando más cerca estuvieron de llegar en acuerdo porque en septiembre las posiciones estuvieron más alejadas. En esta ocasión, no dará un cheque en blanco al líder del PSOE con la promesa de un Gobierno de izquierdas tras los comicios del 10-N.
Casado, por su parte, mantendrá su imagen moderada y presidencial de las últimas semanas que tan buenos resultados le están dando en las encuestas. El presidente del PP se mostrará ante las cámaras como la única alternativa a Sánchez en busca del voto útil de todo el centro-derecha y le reprochará al presidente del Gobierno en funciones su “inacción” con respecto a la situación que vive Cataluña, según adelantaron fuentes populares a Servimedia.
Asimismo, se presentará como el único líder político que puede “poner orden” en Cataluña y devolver la “concordia” a esta comunidad autónoma, al tiempo que intentará sacar pecho en materia económica por “la gestión acreditada” del PP en la pasada crisis económica. “Los datos son nuestra mejor arma: no hay ningún indicador bueno” en economía con el Gobierno socialista, aducen desde Génova.
El primer debate de Abascal
Abascal afronta su primer debate televisivo, de modo que es una incógnita cómo responderá a los nervios del directo. En todo caso, tiene mucho que ganar porque su imagen no está desgastada y vive un momento dulce a la vista de los buenos resultados que le auguran las encuestas. El líder de Vox ha afrontado esta campaña con un discurso muy duro contra el Gobierno de Sánchez y centrado en la crisis catalana y otros asuntos como la inmigración.
La estrategia de Abascal pasará por buscar las diferencias que le separan de PP y Ciudadanos y mostrarse como el único gran rival que tiene el líder socialista para enfrentarse al desafío secesionista en Cataluña y a las reclamaciones nacionalistas de otros puntos del país.
El momento más comentado del debate electoral de los portavoces parlamentarios el pasado viernes lo protagonizaron Aitor Esteban e Iván Espinosa de los Monteros tras negar el primero al segundo el saludo. Un encontronazo que ha sido aprovechado por la formación conservadora para seguir echando leña al fuego de la campaña y advertir que quiere ilegalizar al PNV.
La última bala de Rivera
Ciudadanos llega a este debate hundido en las encuestas privadas por debajo de los 20 escaños, aunque el CIS público de la semana pasada le permitió coger un poco de aire al darle una horquilla entre los 27 y 35 diputados. Albert Rivera ha insistido en las últimas semanas en que hay tiempo para la remontada y su equipo sabe que el momento de inflexión puede ser esta noche.
Rivera fue el ganador del primer debate televisivo de abril. Fue el más hábil, soltando mandobles a derecha y a izquierda y utilizando todas las armas disponibles para sorprender a sus adversarios. En el segundo asalto salió bastante airoso y ello le permitió llegar a las elecciones del 28-A con el viento de cola. Ante los negros augurios para este 10-N, el líder de la formación naranja recurrió a un arma desconocida, un can de nombre Lucas, por si le atacan en el debate de esta noche.
Lucas, hemos grabado un vídeo juntos en Instagram y los rivales del debate ya hablan de ti. ¡Bienvenido, ya eres parte de la familia ‘ciudadana’! ??https://t.co/EZMntY5KgB pic.twitter.com/IS2Q63pCuQ
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) November 3, 2019
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación