Otra carta. La misiva que Pedro Sánchez envió de nuevo este martes al buzón digital de los españoles pone en evidencia el ataque de nervios que se vive en Moncloa. El líder socialista remarcó su intención de no asumir responsabilidades políticas pese a la imputación de su mujer, Begoña Gómez, y su citación el próximo 5 de julio para declarar ante el juez por la comisión de los supuestos delitos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias.
Sánchez intentó dar otro golpe de efecto. Pero el recurso epistolar careció de la efectividad de la primera vez, cuando amagó con una dimisión que nunca se produjo. Y que, a tenor de su última carta, no tiene visos de producirse. El presidente acusa al juez instructor del caso, Juan Carlos Peinado y, en última instancia al PP y a Vox como "promotores", de irrumpir en la campaña de las elecciones europeas con la intención de perjudicar las opciones electorales del PSOE.
Pese a que para cuando Begoña Gómez se siente ante el juez las urnas ya habrán lanzado su veredicto, el efecto de la noticia de su citación no deja de ser demoledor para la estrategia de los socialistas. En Ferraz estaban animados por el desarrollo de la campaña, ya que habían logrado recortar distancias con el PP, según la mayoría de los sondeos. Gracias, en parte, a la pinza con Vox por la polémica con el presidente argentino, Javier Milei -quien tildó a Begoña Gómez de "corrupta".
Fuentes socialistas consultadas por este diario explican que la citación de la mujer de Sánchez, no obstante, no es ninguna sorpresa. "Se comentaba [en el partido], porque era una posibilidad", explica una fuente del PSOE con solera. Esta misma fuente, en cualquier caso, rebaja la gravedad de la situación: "Solo significa que va a declarar acompañada de un letrado".
Tampoco ayuda nada al desconcierto que reina en el PSOE el hecho de que trascendiera que, muy probablemente, Pedro Sánchez conociera la condición de imputada de su mujer desde dos días antes de redactar la primera carta que publicó, el pasado 24 de abril. Las incógnitas crecen y no se disipan. Y eso perturba a algunos diputados socialistas que observan, atónitos, la deriva del caso Begoña Gómez.
El presidente del Gobierno ha perdido el control de la situación. En su equipo reconocen que el caso que afecta a la mujer del líder socialista tendrá un impacto en las expectativas electorales del PSOE en los comicios europeos, aunque no se mojan en el alcance. "No sé cómo afectará", explica una estrecha colaborada suya. Es más, en su núcleo duro dan por sentado que este acudirá a comparecer en la comisión parlamentaria del Senado que sigue los pasos de la trama Koldo.
Una citación a Sánchez en el aire
Aunque el PP dejó la semana pasada el aire la citación al presidente del Gobierno. En Génova sopesaron los pros y los contras de dar a Pedro Sánchez un espacio que podría aprovechar para crecerse retóricamente y movilizar a los suyos, como ocurrió durante su periplo el pasado verano en espacios televisivos e informativos críticos con él.
Es cierto que la UCO de la Guardia Civil, en un informe aún muy preliminar, no aprecia de momento indicios de tráfico de influencias en Begoña Gómez. Pero el golpe para Sánchez es fuerte, ya que la mera condición de investigada de su mujer dinamita su estrategia tras afirmar públicamente en el Congreso que se trata de una profesional "honesta". El problema es que la credibilidad del presidente está más entredicho que nunca.
El relato de los hechos que se sucedieron tras su primera carta es contradictorio. Y es razonable sostener que el presidente no se ocultó durante cinco días en la Moncloa para aclarar si le merecía la pena seguir adelante. Más bien parece la estratagema de una persona capaz de arrastrar a su familia a una situación de máxima tensión como la que está viviendo. Basta mirar la repercusión en la prensa internacional.
El presidente del Gobierno ha intentado convertir en virtud su talón de Aquiles y utilizar el caso que afecta a su mujer como un arma política para movilizar a sus votantes. Aunque lo cierto es que amenaza con precipitar una crisis política de efectos impredecibles en Moncloa. La inquietud comienza a apoderarse de los socialistas, que empiezan a ver insuficiente la respuesta del equipo del presidente y de Ferraz al caso.
Es más, si el resultado de las europeas es un varapalo, nadie descarta una revolución tanto en el Consejo de Ministros como en la dirección del partido. La situación del matrimonio que habita en Moncloa ha puesto al PSOE en alerta y en tensión. El grupo parlamentario vive apesadumbrado, molesto e inquieto ante la posibilidad real de que la legislatura termine saltando por los aires por el devenir de una causa judicial de incierto recorrido. En Ferraz aún sigue sin verse un futuro sin Sánchez, pero es probable que la fe en el líder ya esté flaqueando.
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