El independentismo en Cataluña ha registrado un 39% de los votos y ha obtenido el 45% del total de los 48 que se asignan por Cataluña. La paradoja reside en las dos pequeñas circunscripciones de Lérida y Gerona, de voto tradicionalmente independentista y que la Ley D'Hont sobrepondera respecto al resto. De esta forma, un voto en Gerona no equivale en peso a un voto en Barcelona.
Los indepedendentistas se benefician así una vez más de la perniciosa ley electoral, que otorga más privilegios a las formaciones con mayor apoyo en las circunscripciones más pequeñas. En Lérida se reparten tan cuatro escaños, la menos representativa en Cataluña, pero la provincia que otorga una sobrerrepresentatividad a la primera fuerza. Así, ERC ha obtenido el 33,6% de los votos frente al 25,1% de 2016, en ambos casos fue la fuerza más votada y la que obtuvo dos escaños, pese a que ha sacado 30.000 votos más ahora que hace tres años, 75.072 frente a los 45.525. JxCat, por su parte, le han votado el 20,8% de los electores, frente al 22,6% en 2016, un total de 46.379 frente a los 40.985 de 2016. La paradoja es que con estas cifras, en Barcelona, se habrían quedado fuera del Congreso. Front Republicà, de Albano Dante Fachin, es el ejemplo, al quedarse sin representación con 84.314 votos, insuficientes.
Un escenario similar ha ocurrido en Gerona, con 113.546 votos, ERC ha sido la fuerza más votada y la más beneficiada, al sacar tres escaños con el 29,8% de los votos. En 2016, con el 26,3% del total de votos, se quedó con dos diputados. Con este resultado en Barcelona, la formación republicana tan solo habría sacado un escaño en Barcelona. En esta provincia, JxCat ha sacado el 20,8% de los votos, una caída de dos puntos respecto a los pasados comicios generales, pero en cambio ha obtenido 6.000 votos más, pero pierde un escaño respecto a 2016.
Sobrerrepresentado en Lérida y Gerona
Esta paradoja por la que el independentismo está más sobrerrepesentado se debe a los bastiones de Lérida y Gerona. Sin embargo, lleva ocurriendo en los últimos 38 años de democracia. En estos comicios, además, se ha pasado por alto que los partidos no independentistas han roto el tradicional equilibrio del 45%-55%, a favor de los constitucionalistas, hasta alcanzar en estos comicios el 61% del total. El equilibrio no se traduce en una distribución homogénea de escaños, ya que los independentistas y nacionalistas han llegado a obtener la mayoría absoluta sin llegar a tener el 50% de los votos. En los comicios del 21-D, las formaciones con representación e independentistas han alcanzado la mayoría absoluta con el 47,5% de los votos, con 70 diputados. En cambio, los constitucionalistas sumaron más del 50%.
Por primera vez ERC gana en unas elecciones generales, tanto en votos como en escaños. Los republicanos liderados por Oriol Junqueras han obtenido 1,013 millones de votos, para entrar con 15 escaños en el Congreso de los Diputados. La formación de Junqueras ha obtenido el 24,58% de ese 39%, eso sí ha acudido en estos comicios acompañado por Sobiranistas, una escisión de En Comú Podem. Los republicanos han obtenido más de 400.000 votos más respecto a 2016, cuando se quedaron con 629.294.
JxCat, por su parte, ha obtenido 496.820 votos y siete escaños, perdiendo uno respecto a los ocho diputados de 2016. La formación liderada por Jordi Sánchez desde la prisión de Soto del Real y por Carles Puigdemont desde Waterloo ha sacado un resultado mejor de lo esperado, aunque empeora los obtenidos en 2016 en escaños, pero no así en votos, al sumar 15.000 más que en los pasados comicios, con casi medio millón de votos frente a los 481.839 obtenidos por Convergencia Democrática de Cataluña, la extinta formación liderada entonces por Artur Mas, cuya reaparición se espera, aunque no termina de concretarse.
Front Republicà se queda fuera
Front Republicà, liderado por el ex de En Comú Podem Albano-Dante Fachin no ha obtenido escaño al ser superado por Vox, que entra por Barcelona de la mano de Ignacio Garriga. La formación independentista que apuesta por la desobediencia ha obtenido un total de 112.760 escaños, el 2,74% del total.
Con la suma de este trío, los independentistas han conseguido 1,623 millones de votos, lejos de los 2,1 millones que dieron su apoyo en 2017, y el 39,37%, siendo aún minoría en Cataluña y sin lograr ser la llave para formar Gobierno, como ha venido siendo durante las últimas elecciones. Pese a ganar, el PSOE de Pedro Sánchez no necesitaría de los independentistas para poder ejercer una nueva legislatura. Eso sí, el resultado ha superado todas las expectativas para ERC, que se había propuesto teñir de amarillo todo el mapa de Cataluña, consiguiendo victorias importantes victorias en las capitales de provincia y grandes ciudades, como la más importante, Barcelona.
Las cifras oficiales también arrojan una caída sorprendente de las formaciones partidarias del referéndum de independencia en Cataluña, que baja del 80% al 54%, siempre y cuando esta consulta no sea acordada o pactada con el Gobierno.
Contando con el apoyo de En Comú Podem, el 54,46% de los votantes se ha mostrado a favor de este tipo de consulta. Durante la campaña, Gabriel Rufián, número dos de ERC por Barcelona, insistía que este apoyo era del 80%, eso sí contaba a los socialistas de Meritxell Batet, que ha puesto como línea roja la Constitución y el ordenamiento jurídico para pactar con los independentistas.
Antes de convocarse estas elecciones oficialmente, el PSOE había lanzado un globo sonda para ver la reacción de los separatistas. ERC dio un paso al frente y aseguraba que no importaba lo mínimo enfrentarse en las urnas, pero los socialistas confiaban en que no necesitarían el apoyo independentista para continuar gobernando. El objetivo se han conseguido, no así la preesión que a buen seguro dará ERC junto a Unidas Podemos para evitar que Sánchez no pueda gobernar en solitario, como pretende el PSOE tras el rotundo rechazo de Ciudadanos, liderado por Albert Rivera.
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