"Vamos a luchar". En las filas del PDeCAT, la antigua Convergencia, se ha reaccionado con irritación frente a los planes de Carles Puigdemont de crear un gran movimiento nacional que agrupe a todas las fuerzas independentistas. Como primera providencia, se trata de borrar del mapa las siglas del PDeCAT y subsumirlas en las de JxCat, la plataforma con la que el expresidente concurrió a las elecciones del 21-D.
Algo maquina el expresidente. Ha convocado a los diputados de su formación a su refugio de Waterloo. Sin más explicaciones. A toque de corneta, sus parlamentarios deberán organizar una peregrinación para escuchar sus órdenes. La investidura sigue atascada y nadie imagina cómo se podrá salir de una situación que a Puigdemont, no le molesta.
"Es un plan caudillista, personalista, pretende que todo gire en torno a su figura y así nos va", comentan en privado en sectores independentistas. "Cinco meses con el 155 y un proyecto delirante en el horizonte", añaden.
Este sábado desde Vilafranca, el prófugo de Flandes anunció que se está construyendo "un nuevo movimiento político", y que tiene recorrido. Y añadió que no puede quedarse en una mera lista electoral o en un grupo parlamentario, sino que ha de ir más allá, y además, que debe articularse "pronto".
Hay ruido de elecciones en Cataluña. Jordi Sánchez insiste ante los tribunales con escasas posibilidades de éxito. A Turull no le quieren ni siquiera los suyos. Y Puigemont amaga con una nueva formación. En el PDeCAT adivinan una maniobra que no les agrada. Marta Pascal, su coordinadora, lo evidenció este lunes al recordar el peso del partido en el ámbito territorial catalán. Cuatrocientos alcaldes llegaron al poder desde las filas de Convergencia. Y merecen un respeto.
Listas municipales
Ahora se insinúa que desaparecerán sus siglas. Definitivamente. Ya se esfumaron en las elecciones de diciembre. Puigdemont organizó una lista del presidente con leales, amigos e independientes bajo el nombre de Junts per Catalunya. Ahora se prepara una jugada similar de cara a las municipales. Ya se ha registrado, de hecho, el nombre de Junts per... junto a la localidad correspondiente. Nada de PDeCAT.
Los neoconvergentes se huelen esta estrategia y están dispuestos a resistir, según comentaban en la reunión de su ejecutiva celebrada este lunes. "Reeditar JxCat sólo le corresponde al Consell Nacional del partido", advirtió Pascal, cuyas relaciones con el expresidente nunca han sido muy fluidas. Pascal ha sido la mano derecha de Artur Mas, caído en desgracia. Ella misma prepara su salto a Madrid como senadora.
El PDeCAT quiere tener peso específico y personalidad propia en esa gran confluencia que masculla Puigdemont. Allí se unirán, previsiblemente, fuerzas de todo el arco secesionista, desde ERC a la CUP pasando incluso por gente de los Comunes. Todos bajo el eje rector del presidente cesado, quien no descarta incluso repetir cabecera de cartel en unas nuevas elecciones.
La antigua Convergencia, capitidisminuída y en retirada, apuesta por su poder local, por sus dirigentes municipales, a la hora de formar la nueva gran alianza del separatismo. Puigdemont parece dispuesto a todo. Llevarse por delante a los restos del partido hegemónico de Cataluña durante tantos años parece que forma parte de su línea de acción. "Vamos a luchar", dicen los aludidos.
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