“PAS está muerto”. Un veterano barón del PP, de los pocos que ya quedan, resumió el estado de la situación en Murcia a la salida del Comité Ejecutivo Nacional celebrado este lunes en Génova. Pedro Antonio Sánchez, PAS para los suyos, fue el gran ausente. “Está preparando la moción”, decían sus acólitos.
Entonces, en plena reunión de los altos mandos del PP, sobrevino el cimbronazo. El juez Eloy Velasco irrumpió con su escrito acusatorio en el cónclave ‘popular’, el primero tras la celebración de los congresos regionales, con el estruendo de un terremoto. La ‘exposición razonada’ del magistrado de la Audiencia Nacional colocaba al presidente de Murcia a los pies de los caballos. Ya no podía seguir.
“Hay que salvar el Gobierno aunque Sánchez tenga que caer”. Las instrucciones de Mariano Rajoy eran claras y explícitas. Fernando Maíllo, coordinador general del PP, había tomado nota. En Murcia, los leales a PAS se atrincheraban con ganas de guerra. Su líder acababa de ser confirmado, hace tan solo veinte días, como presidente regional por casi el 95 por ciento de los votos. El frente judicial resultaba incómodo, pero sin urgencias. Imputado por el ‘caso Auditorio’, Sánchez confiaba en el archivo de la causa en el Tribunal de Justicia de Murcia. El ‘caso Púnica’ era un asunto ‘de libro’. Ni siquiera el fiscal general del Estado avalaba la imputación.
PAS se convirtió en un resistente. “Hay que resistir y resistir”, le había aconsejado Maíllo. Ciudadanos, su apoyo en el Gobierno, exigía su renuncia en base a lo suscrito en el pacto de investidura y en cumplimiento de la propia Ley de Transparencia de la Comunidad. El partido de Rivera amagaba con sumarse a la moción de censura que impulsada por el PSOE. “No se atreverán a ir con Podemos”, comentaban los populares de Murcia, decididos incluso a tensar la cuerda hasta el último instante convencidos de la ‘flojera’ del partido naranja.
La dirección nacional no las tenía todas consigo. “No sabemos lo que hará Ciudadanos ni sabemos lo que harán los de PAS”, confesaba en privado un alto cargo de Génova. En previsión de sorpresas de última hora, Maíllo sondeaba todas las alternativas con el presidente murciano y con su equipo. Se habló de una posible renuncia exprés en el último minuto para anular la moción. Se le permitió a PAS que eligiera a su sucesor, "un interino, que solo estará mientras se decida la Justicia", comentaban en la dirección nacional.
Sánchez estaba envalentonado. Descreía de la firmeza de Ciudadanos y se sentía apoyado y amparado por Rajoy, quien le había defendido públicamente en varias ocasiones y, además, se reclamaba inocente. “No prosperan, ninguna de las dos causas va a prosperar”, explicaba con insistencia a la dirección nacional. No quería ni pensar en irse. Algunos de sus acólitos incluso deslizaban la posibilidad de someterse a la moción, en la que perderían el poder para regresar dentro de dos años aclamados por una mayoría absoluta ante el descrédito de PSOE y Ciudadanos.
Ciudadanos no da un paso atrás
“Hay que salvar Murcia aunque haya que dejar caer al presidente”, subrayó claramente Rajoy. Ni una duda al respecto. Quienes hablaron este fin de semana con el presidente del PP en Valladolid y Valencia, en los congresos regionales, sacaron esa impresión. El partido se jugaba en las alturas. La cúpula de Génova sondeaba sin éxito a Ciudadanos. Rivera acababa de dar el visto bueno a los presupuestos y reclamaba su pieza. Ni un paso atrás, se escuchó en la dirección del partido naranja. “Somos socios, Rajoy es presidente gracias a nosotros, es lo que hay”, comentaban en Ciudadanos.
El obús del juez Velasco derribó todo el juego de naipes, las especulaciones, las alternativas, las componendas. Una imputación y otra en puertas, era demasiado. Rivera se reafirmó en su postura. “Ni un día más, que dimita esta misma tarde”, decían sus portavoces. “Está muerto”, comentaban los barones del PP, hartos de que en todos sus actos solo les preguntaran por Murcia. “Estoy hasta las narices de PAS”, mascullaba uno de los dirigentes autonómicos.
El texto del juez lo desbarató todo. “Muy oportuno, yo no saco conclusiones pero ha actuado cuando más daño hacía, en vísperas de la moción”, denunciaba en privado un miembro de la cúpula nacional. Maíllo no compareció ese lunes ante la prensa, pese a que la entidad de la reunión del PP lo merecía. Envió a Pablo Casado mientras el coordinador general desplegaba una frenética ronda de contactos personales y telefónicos. Con Rajoy, que se mantenía firme en salvar Murcia. Con Ciudadanos, que se cerró en banda tras la iniciativa judicial. “Dos imputaciones son demasiado. Estamos incluso pensando en entrar en el Gobierno con los socialistas”, amenazaron a Génova. Y con el partido en Murcia, donde Sánchez preparaba su comité ejecutivo de cara a la semana trágica que arrancaba.
Las tres condiciones de Sánchez
La suerte estaba echada. Maíllo se mostró tajante con PAS, a quien defendió siempre y a quien aprecia en lo personal. Tenía que dimitir y, a cambio, se admitían sus condiciones: seguir como presidente regional del PP y diputado, para conservar el aforamiento y la elección de su relevo, Fernando López Miras, su mano derecha, un joven economista de 35 años, criado en Nuevas Generaciones y recién nombrado coordinador general en el congreso del murciano. Génova le redactó incluso las líneas maestras del discurso de su renuncia. La culpa es de Ciudadanos, que se ha sumado al tripartito. “Tengo la certeza de que ya ha suscrito un acuerdo con Podemos y el PSOE”, explicó este martes PAS al hacer pública su dimisión.
A primera hora de la mañana, Maíllo viajaba rumbo a Murcia. Quería atar todos los cabos y, en especial, arropar al presidente caído y darle ánimos de cara al futuro. No podía admitir ni un contratiempo. El PP no podía arriesgar un patinazo que le hiciera perder Murcia. Si los jueces le son benévolos y le exoneran de sus cargos (siete presuntos delitos le rondan) podrá intentar su regreso. Génova no pondría obstáculos. "Pedro Antonio ha tomado la peor de las decisiones para él y la mejor para Murcia", dijo Maíllo en su discurso, entre abrazos solidarios y aplausos de los concurrentes.
Dicho y hecho. PAS ‘da un paso al lado’ y anuncia el nombre de su sucesor. Rivera, eufórico por el triunfo, retira la moción y el PSOE hace lo propio. Ciudadanos comienza a negociar con el PP el futuro gobierno de Murcia. Se habla incluso de que podría entrar en alguna consejería. En Génova se tragan el sapo de lo ocurrido, respiran aliviados y, en las conversaciones de los despachos importantes, y se acuerdan con insistencia del juez Velasco. Repasan su pasado, sus frustraciones por un destino frustrado y su inquina al PP, según estas fuentes. “Con él empezó todo”, remachan.
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