El órdago de Emiliano García-Page, que augura una derrota parlamentaria del pacto fiscal para Cataluña, promete complicar a Pedro Sánchez el acuerdo con el que pretende investir a Salvador Illa. El presidente del Gobierno, no obstante, ha defendido en su comparecencia de balance de fin de curso el trato suscrito entre el PSC y ERC para dotar a Cataluña de un concierto similar al vasco que ha revuelto hasta a cinco barones socialistas.
Sánchez ha aprovechado para atacar a uno de los presidentes autonómicos más belicosos con el acuerdo, el castellanomanchego: "La noticia sería que apoyara al Gobierno de España". Page ha cargado con dureza contra lo que se conoce del acuerdo y ha criticado que el PSOE no haya dado aclaración alguna a la espera de que se manifieste la militancia de ERC. "No puede prosperar en el Congreso. No lo puedo apoyar y confío en que mi partido no lo tolere", ha zanjado Page, insinuando un posible boicot de sus diputados en la Cámara.
En verdad, Pedro Sánchez sigue sin dar detalles ni desgranar el contenido del pacto. Solo se ha detenido para calificarlo como "magnífico". Lo acordado, tal y como ha explicado ERC, supone un concierto económico para Cataluña y su salida del régimen fiscal común. "Efectivamente estamos dando un paso en la federalización de nuestro estado autonómico, eso es incuestionable", ha defendido el líder socialista.
El PSOE impulsó en su día dos declaraciones políticas en Granada y en Barcelona en las que el partido dejó por escrito su ímpetu de transformar el sistema autonómico en un modelo federal completo. Lo desconcertante es que ese fervor se ha diluido en los últimos años, ya que ni tan siquiera aparecía en sus programas electorales. El Gobierno no precisa cómo solucionará la ruptura de la igualdad fiscal que aparentemente implica el trato entre los republicanos y los socialistas catalanes.
Además, Sánchez acaba de dar las mismas explicaciones ante la Prensa que ante el juez Juan Carlos Peinado: ninguna. El líder socialista ha tildado de "montaje patético" la visita este martes del togado al Palacio de la Moncloa para tomarle declaración como testigo en el caso que afecta a su mujer, Begoña Gómez. Pedro Sánchez también ha defendido la querella que interpuso el mismo día, en su nombre, la Abogacía General del Estado contra el juez instructor, porque considera que la investigación abierta en el juzgado 41 de Madrid es un ataque a la Presidencia que ha atropellado sus derechos.
Toda la intervención del presidente ha estado encaminada a defenderse: "Tenemos una oposición que fabula. Y lo hace hablando de un no caso [en referencia a Begoña Gómez], identificando la inmigración con la delincuencia. Y en lugar de arrimando el hombro en Cataluña, llamando a todo golpe de Estado. ¿España se rompe? No, está más unida que en 2018", ha zanjado Sánchez, flanqueado de su núcleo duro: su jefe de gabinete, Óscar López; el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallès; y los ministros Félix Bolaños y Pilar Alegría.
El presidente sigue la estrategia de vincular su cargo a la investigación abierta a su mujer. "La Abogacía ha defendido la institución de la Presidencia del Gobierno, porque se han atropellado sus derechos. Y con un montaje, me van a permitir, con las asociaciones ultraderechistas peleándose para entrar en La Moncloa, que me ha parecido patético. Pero el tiempo pondrá las cosas en su sitio. Y este Gobierno está a lo importante, a sacar leyes. Nosotros gobernamos y otros que continúen fabulando", ha rematado.
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