Una convicción, con los datos actuales, circula en Moncloa y en el Ministerio de Asuntos Exteriores: Donald Trump será el próximo presidente de Estados Unidos tras las elecciones de noviembre. Según ha sabido este diario por fuentes del Ejecutivo de alto nivel, ese es el escenario con el que ya trabajan tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el departamento que dirige el ministro José Manuel Albares. No obstante, hay que reseñar que, esa hipotética victoria de Trump sería aprovechada por Sánchez para fortalecer su rol de contrapeso global al magnate estadounidense en el mundo de las ideas, en especial desde que lidera la Internacional Socialista. Porque esa es ahora una de las grandes ambiciones del presidente del Gobierno: ser un referente internacional en su campo ideológico.
Ya en mayo de 2023, cuando Sánchez convocó las elecciones generales del 23 de julio tras el fiasco de las municipales y autonómicas del 28-M, el equipo de persuasión y mensaje de Moncloa repitió hasta la saciedad el mantra de que el PP y Vox son discípulos del 'trumpismo' y alertó sobre la ola reaccionaria que podría marcar el porvenir de España en caso de que ambas formaciones llegaran al poder.
El propio presidente, ante sus diputados en el Congreso, equiparó aquellos días de precampaña para las generales el fondo y las formas del PP y Vox, a los que gusta referirse como “derecha extrema y extrema derecha”. Esa volvió a ser, en parte, la clave de su éxito en los comicios. Y en vista de que el miedo a Vox volvió a funcional, Sánchez denunció las similitudes de esa forma de hacer política con las del populismo de Donald Trump o Jair Bolsonaro, el expresidente de Brasil.
La clave de la Fundación Avanza
El líder socialista siguió la misma línea cuando logró ser investido, en noviembre del año pasado. Entonces, volvió a apelar al expresidente estadounidense y se congratuló de que en España no fuera a "haber ni Trump ni [Javier] Milei ni [Jair] Bolsonaro", sino "cuatro años más de Gobierno progresista". Tras la constitución de su último Ejecutivo, el presidente decidió impulsar su nueva fundación Avanza, que conduce el exembajador de España ante la OCDE Manuel Escudero.
El presidente, responsable de la Internacional Socialista, quiere aprovechar sus conexiones fuera de España para legar su impronta al partido a nivel ideológico. El núcleo duro de Moncloa se auto percibe a sí mismo como piedra angular de la nueva socialdemocracia, casi como conductor de la socialdemocracia occidental: "Toca actualizar el socialismo democrático", explican fuentes de la más estricta confianza del presidente. Sánchez está buscando a personas ajenas al partido para alimentar su particular fábrica ideológica.
El propio partido lo explica así: “Se ha llegado a la conclusión de que el proyecto socialdemócrata es clave para la construcción europea: Europa no se entiende sin las aportaciones socialdemócratas y cuanto más se ha alejado de ellas, más desapego ha generado entre la ciudadanía. El análisis de la acción exterior, la gobernanza de la globalización y el multilateralismo también ha de contar con la perspectiva socialdemócrata. Así como la importancia del papel de la socialdemocracia en Europa y en el orden mundial para la construcción de la paz y la dignidad humana. El secretario general ha querido estar hoy [por este jueves] en esta primera reunión para dar todo su apoyo y remarcar la importancia de contar con espacios en los que participen personas que, siendo ajenas al PSOE, quieren aportar su conocimiento y talento a las ideas de progreso ante la ola reaccionaria que azota el mundo".
Tensas relaciones con Trump
Esa es la idea sobre la que pivota ahora la acción política de Sánchez. Es más, durante el Foro de Davos, el presidente volvió a contraponer su visión con la del recién elegido presidente argentino, Javier Milei. Sánchez quiere una némesis ideológica global que le permita alimentar la necesidad de su proyecto político. Y ese sería Trump de nuevo, con el que el presidente del Gobierno no tuvo un buen arranque. Basta recordar la escena en la que le el exmandatario estadounidense le señaló, en 2019, el sitio que debía ocupar en el foro del G20 en Osaka (Japón). Es más, el presidente español no llegó a ser recibido en un bis a bis por el magnate en la Casa Blanca como sí hizo con Mariano Rajoy, a quien despendió honores y con quien dio una rueda de prensa conjunta para defender la unidad de España ante el pulso separatista catalán.
Más allá de la pretensión de Sánchez de crear la Fundación Avanza para dar la batalla de las ideas, lo cierto es que el presidente ya se ve como una figura capaz de moldear la política y la ideología del partido. Las fuentes consultadas en el PSOE explican que, como hizo José Luis Rodríguez Zapatero con la Fundación Ideas, Sánchez busca "casi un 'think tank' de la Internacional Socialista" que él mismo preside. "Estas fundaciones sirven para para tener una posición política madurada y reflexiva que perdure en el tiempo", explica un secretario general autonómico.
El presidente se ve ya como un actor político con capacidad de impregnar cambios ideológicos a su familia política. No solo en España, en el mundo. Él mismo se congratula de ser un ejemplo por haber frenado la llegada de un partido como Vox al Gobierno. Y, por eso, quiere a expertos trabajando en ideas que le permitan fijar esos cambios. Una fuente con solera en el PSOE sugiera que Sánchez parece verse reflejado en la figura del ex primer ministro británico Tony Blair y su "nuevo laborismo", que llevó a la socialdemocracia a cotas de aceptación y poder inéditas en Reino Unido tras más de una década de conservadurismo y neoliberalismo con la firma de Margaret Thatcher.
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