Política

Del abrazo al desprecio: Pedro Sánchez no ha invitado a Felipe González al Congreso Federal de noviembre

La relación entre ambos está en mínimos por la deriva del partido con los independentistas y por la influencia de Zapatero en Moncloa, que usa para su interés en Venezuela

La callada por respuesta. El ministro Félix Bolaños ha evitado aclarar este sábado si el PSOE invitará al expresidente Felipe González al Congreso Federal del partido. No obstante, la Oficina de González precisa a Vozpópuli que al menos hasta este viernes no ha llegado a invitación. La relación entre González y Pedro Sánchez está en mínimos por la deriva socialista con los independentistas y por la influencia de José Luis Rodríguez Zapatero en Moncloa, que usa para su interés en Venezuela.

Lo cierto es que en poco más de tres años, desde el Congreso Federal de octubre de 2021, Sánchez ha pasado del abrazo a Felipe González al desprecio. El expresidente se ha convertido en uno de los críticos más fieros con las decisiones políticas de Moncloa: los indultos, el borrado de la sedición y la rebaja de las penas por malversación, la amnistía, el cupo catalán… y el resto de contrapartidas del PSOE a los secesionistas que implican, según los padres socialistas de la Transición, el desandamiaje de la arquitectura constitucional de 1978.

Esta semana, González se dejó ver junto a Mariano Rajoy en el foro de la Toja. Y allí arremetió una vez más, sin mencionarle expresamente, contra el presidente del Gobierno. “El liderazgo consiste en tener un proyecto político que no sea mercenario”, dijo. En el Gobierno se toman las declaraciones de Felipe González como algo soporífero, aburrido. Lo de siempre, vienen a decir en el Consejo de Ministros.

De puertas para fuera, la posición oficial del partido sobre González es que su tiempo pasó y corresponde a la actual generación de dirigentes gestionar la organización. Es más, una de las cuestiones que el propio Sánchez más saca a relucir cuando se le pregunta por el asunto es que el PSOE ahora pertenece a sus militantes. Sánchez se vanagloria de haber conducido a un partido con 145 años de historia al devenir de sus afiliados. Pero de puertas para dentro, sigue molestando mucho que uno de los grandes referentes políticos del país se comporte así.

Los más jóvenes ya tienen incluso cierta animadversión "al personaje", como le definen algunos cargos intermedios. A González aún le escuecen algunos de los encontronazos que ha tenido con los colaboradores de Sánchez. Cabe recordar el que tuvo con la entonces portavoz socialista en el Congreso Adriana Lastra a cuenta del apoyo de Bildu y ERC a los primeros presupuestos generales que aprobó la coalición de PSOE y Podemos. La política asturiana despachó las críticas de González por apoyarse en los independentistas diciendo que escuchaba a sus “mayores” pero que reivindicaba las decisiones tomadas por la nueva dirección. Y claro, González fue contundente: “No voy a consentir que me manden callar”.

El peso pesado de la socialdemocracia española criticó muy duramente la carta que el presidente del Gobierno remitió a los españoles a finales de abril. "Eso no fue liderazgo". El expresidente atacó sin piedad tanto la forma de Sánchez de llevar el Gobierno como la de dirigir el PSOE. Sánchez, que en su misiva dijo que nunca ha tenido "apego al cargo", tuvo respuesta de González, quien dijo haber estado en Moncloa "para gobernar, y no para estar". Pero González fue más allá y lamentó que Ferraz se haya convertido en una fábrica de apasionados del líder. El expresidente extraña sus tiempos, en los que en el Comité Federal había un "20% o 30%" de voces discrepantes y "los debates duraban un día, o un día y medio". "Eso se ha acabado", lamentó en un programa nocturno de máxima audiencia.

En verdad, Pedro Sánchez encara su particular otoño del patriarca. Como en la novela de García Márquez, los socialistas se disponen a elegir secretario general en el Congreso Federal. Y ningún militante votará. No porque con ello quieran demostrar hastío, sino porque no habrá urnas. No ha habido primarias al no haber otros contendientes. Todo será hará por lectura única. En este tiempo no ha surgido un liderazgo alternativo que intente competir con el presidente del Gobierno.

Ni si quiera se ha obrado la farsa de aupar un candidato de apariencias. Y todo esto tiene a buena parte del PSOE sumido en la resignación. "El partido está controlado por los contratados", explica un líder territorial a este diario. Las antenas socialistas emiten en más bandas que la oficial. Cada vez hay más indignación en las federaciones y en las casas del pueblo con el liderazgo de Pedro Sánchez, porque más allá de las prebendas al independentismo -cupo catalán incluido-, creen que está fusionándose con un partido que tiene más de 140 años de historia.

Quizá, como comentan las fuentes consultadas, aún no hay una némesis que contrarreste el hiperliderazgo del 'gran jefe', porque hace mucho frío fuera del Gobierno central. El Ejecutivo se ha convertido en un refugio para multitud de cuadros socialistas. Y eso es, precisamente, a lo que se agarran. "Nadie muerde la mano que da de comer", sintetiza un socialista con dos décadas de cargos dentro del partido.

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