El PSOE está resignado a formar un Gobierno de coalición con Pablo Iglesias. No es lo que quiere Pedro Sánchez, que da por hecho que será un ejecutivo inestable y probablemente efímero en el tiempo. Pero el socialismo entiende que después de meses de bloqueo político no hay otra salida.
Sánchez ha hecho un discurso escueto ante la Comisión Ejecutiva Federal este lunes, según ha sabido Vozpópuli. Ha pedido margen de maniobra para negociar por su izquierda, es decir, con Iglesias e Íñigo Errejón como principales socios.
Y después sumar al PNV y la ristra de partidos pequeños (Teruel Existe o los regionalistas cántabros), y quizá la abstención de un Ciudadanos destrozado, que durante la campaña se comprometió a no bloquear la formación de Gobierno.
"A ver qué pide Iglesias"
El PSOE sólo mirará al PP en segunda derivada. El número tres de Ferraz, José Luis Ábalos, ha descartado la gran coalición con Pablo Casado. Y ha ofrecido "generosidad" en la negociación que se avecina. Sánchez quiere tener gobierno antes de final de año si es posible.
"Vamos a ver qué exigencias trae Pablo Iglesias", dicen fuentes de Ferraz. Todos coinciden en que será un Consejo de Ministros difícil de manejar, y que la actual correlación de fuerzas en el Congreso hace muy complicada la gobernabilidad del país.
No ha habido, eso sí, grandes críticas a la estrategia de Sánchez. El partido ha cerrado filas en torno a su secretario general. A pesar de que muchos señalan a su asesor y director de Gabinete, Iván Redondo, como responsable del 10-N, la realidad es que nadie ha cargado las tintas. "Si criticamos a Iván, estamos criticando al presidente", dicen desde desde el partido.
Es cierto que una parte del PSOE no quería la repetición electoral. Pero otra buena parte, la mayoría, compartía los argumentos de Sánchez para asumir el riesgo. Y era un riesgo. El PSOE ha perdido tres escaños, casi un millón de votos y la mayoría absoluta en el Senado.
"Si le decimos a Sánchez que no podemos depender del separatismo, no podemos criticarle ahora por intentarlo", aseguran estas fuentes.
"Fracaso de todos los partidos"
Es cierto, sin embargo, que el resultado del 10-N ha dejado un poso amargo en el PSOE. El partido no ha salido reforzado. "Seguimos como en 2015, dos bloques antagónicos incapaces de articular una mayoría suficiente e incapaces de entenderse", explican. "Y esto es un fracaso de todos los partidos".
Algunos también lamentan la falta de empatía entre Sánchez y Albert Rivera, que podía haber roto esta dinámica. Tenían la mayoría para hacerlo (180 escaños) después del 28 de abril. Pero no fue posible.
"Creo que más por la negativa en redondo de Rivera que por parte de Pedro, pero en cualquier caso ya no tiene solución", aseguran.
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