El presidente del Gobierno tenía intención de realizar su balance de final de curso el próximo lunes 29 de julio. Pero la citación del juez Juan Carlos Peinado, que le notificará para que declare un día después como testigo en el caso que afecta a su mujer, Begoña Gómez, ha reventado la agenda de Pedro Sánchez antes de las vacaciones. El núcleo duro del presidente no se esperaba tan pronto la llamada del togado y, por eso, deja en el aire la fecha en la que comparecerá el líder socialista.
En principio, ese acto, abierto a la prensa, suele celebrarse con un turno de preguntas de los informadores. El problema es que la situación del presidente lo complica todo. Por eso, en menos de una semana, el equipo de Sánchez ha pasado de la seguridad al ya se verá. Pese a que Moncloa sugirió este martes que el líder socialista no tiene intención de declarar hasta que se resuelvan los recursos para que se archive la causa, el Gobierno no se fía. Y la agenda se resiente.
Lo que parece seguro es que el mismo martes 30, el día que el juez tiene intención de desplazarse a Moncloa para interrogar al presidente, se celebrará el último consejo de ministros del curso. Y ese mismo día, por la tarde, es muy probable que se celebre el tradicional despacho del presidente del Gobierno con el Rey Felipe VI en el Palacio de Marivent, en Palma de Mallorca. La previsión es que la actividad política se reanude el 27 de agosto con el primer consejo de ministros tras el periodo vacacional.
Moncloa, no obstante, sugiere que Pedro Sánchez no declarará ante el juez. El equipo del presidente ya traslada a la Audiencia de Provincial Madrid la presión para que archive el caso. En estos momentos, hay tres recursos sobre la causa que afecta a la mujer del líder socialista. Y el de la Audiencia, de apelación y que presentó la Fiscalía aún está pendiente de resolución. En caso de que prospere, puede poner fin al proceso por tratarse de la instancia superior al juez Peinado.
Un año y un día después del 23-J, el presidente vive un escenario imposible. En este tiempo, su mujer, Begoña Gómez, ha sido imputada por la presunta comisión de dos delitos; él mismo está citado a declarar como testigo el próximo 30 de julio; se han sucedido informaciones sobre su hermano, David Sánchez, que son cada vez más incriminatorias y que también están siendo atendidas en un juzgado; ha sufrido el estallido de un caso de corrupción alimentado durante su presidencia que ha derribado a su ex mano derecha José Luis Ábalos; ha sido incapaz de armar unos Presupuestos para este año; tiene a sus socios en alerta y la ley de amnistía -el peaje que pagó para revalidar el Gobierno- no termina de carburar al estar su aplicación en manos de la Justicia.
El panorama es tan complejo que entre algunos dirigentes socialistas empiezan a surgir dudas. No solo acerca de la viabilidad de la legislatura, sino de la ejemplaridad del matrimonio que habita en Moncloa. Ya hay quien cuestiona abiertamente "las actuaciones poco estéticas de Begoña Gómez", como las califica un cargo socialista con asiento en el Comité Federal. Eso sí, cabe reseñar que el sentir general del partido es que la citación a Pedro Sánchez es exagerada.
"En la base del partido creen que la citación a Pedro Sánchez como testigo es excesiva y da alas a la teoría del 'lawfare", explica un secretario de organización autonómico. En cualquier caso, la precariedad parlamentaria del Gobierno (solo ha sido capaz de sacar adelante dos leyes) explica la parálisis legislativa y ha puesto al descubierto la vulnerabilidad del PSOE a las exigencias de sus socios independentistas, que hacen y deshacen a su antojo para presionar a Moncloa.
Y para muestra, el golpe que le asestó este martes Junts. Carles Puigdemont tumbó la senda de estabilidad presupuestaria y mandó un sonoro aviso a Moncloa apenas unas horas antes de que el presidente se vea con el presidente catalán en funciones, Pere Aragonès, para cerrar la investidura de Salvador Illa.
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