Política

Sánchez reactiva su cruzada contra la Prensa y arrastra al PSOE para anular la encrucijada judicial de su mujer

El presidente del Gobierno está decidido a ir a por todas. Por eso, recurre a la 'fachoesfera' para justificar sus próximos movimientos. La legislatura está en vía muerta y trata de huir hacia delante

Pedro Sánchez ha reactivado su cruzada contra la Prensa y ha arrastrado al PSOE para intentar anular la encrucijada judicial que vive su mujer. El presidente del Gobierno arranca el curso político sin leyes sociales de calado, pero resuelto a dar luz verde a un conjunto de medidas que tratan de arrinconar a los medios de comunicación que llevan meses informando de los hechos por los que el juez Juan Carlos Peinado investiga a Begoña Gómez.

El Consejo de Ministros de este martes pondrá encima de la mesa la legislación necesaria para obligar a las empresas informativas por ley a detallar quiénes son sus accionistas, entre otros aspectos sensibles que afectan a la libertad de expresión. Así lo anunció Sánchez a bombo a platillo ante sus diputados y senadores, a quienes justificó sus pasos con la necesidad de poner coto a la "fachoesfera" que, a golpe de bulo, estaría difamándole a él y a su esposa por el mero hecho de ser quienes son.

Las medidas de "regeneración" democrática se tendrán que negociar a partir de ahora una a una con cada grupo, según explican fuentes del Ejecutivo. Y aún está por ver qué medidas terminarán finalmente en el BOE más allá de llevar al ordenamiento jurídico español algunos preceptos del reglamento europeo de libertad de medios de comunicación, el parapeto con el que el presidente ya acudió a la Cámara Baja para que no le señalaran por querer silenciar a la Prensa crítica en un momento muy sensible para él por los casos que afectan a su entorno personal.

El propio equipo del líder socialista reconoce que muchas normas tendrán que ser proyectos de ley dada la dificultad de pactar y concretar su contenido legal con todas las fuerzas que sostienen al Ejecutivo en el Congreso de los Diputados. Lo que viene por delante, en efecto, es negociación. En cualquier caso, el presidente del Gobierno sabe que, por ahora, carece de apoyos suficientes de partida para impulsar su particular cruzada. 

Algunos de sus aliados, como Bildu o Junts, la ven insuficiente e instan al Ejecutivo a ir más allá para provocar una "ruptura democrática" con el sistema político de 1978. Encima de la mesa están cambios (cuando no derogaciones) de la ley mordaza o la ley de secretos oficiales como contrapartidas. Otros socios (y no menores, como el PNV) arquean las cejas, porque saben tan bien como el propio Sánchez que la premura de Moncloa para abrir el debate de la desinformación y los bulos se debe a los escándalos que rodean a su mujer y a su hermano, David Sánchez.

Este martes se conocerán los detalles. Hasta el momento se sabe más bien poco. Que si dejar en manos de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC) las herramientas de supervisión y sanción del comportamiento mediático; que si 100 millones de ayuda para digitalización; que si reforzar el "derecho al honor" y a la "rectificación" de los ciudadanos frente a "calumnias"; que si reformar la ley de publicidad institucional para que se conozcan los propietarios y accionistas de la prensa así como sus datos de audiencia; que si usar dicho registro para cortar la financiación a los que tienen más recursos que lectores; etc.

Mientras, cada vez más miembros del PSOE expresan en privado su preocupación y su desconcierto por la estrategia del presidente del Gobierno y de su núcleo duro para salir de la crisis personal que le atraviesa. En general, la sensación que atraviesa al partido es de desconcierto. No se entiende bien que Begoña Gómez se acogiera a su derecho a no declarar cuando la citó el juez. Tampoco que la Universidad Complutense, centro que acogió la cátedra de la mujer del presidente, haya pasado de defender a Gómez a pedirle al juez Juan Carlos Peinado que la investigue por supuesta apropiación indebida, porque se percibe como un ángulo oscuro.

De la misma manera, no se comprende que el PSOE no haya sido capaz de explicar, al menos convincentemente, por qué y en calidad de qué Begoña Gómez se vio en el Palacio de La Moncloa en ocho ocasiones con el empresario y socio suyo Carlos Barrabés -y en dos de ellas con la presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez-. Toda explicación de fuentes de la ejecutiva del partido se resume a que los tres "se conocen".

Desde que estalló la crisis de Begoña Gómez, hay sectores del PSOE que están preocupados por la posibilidad de que el presidente cierre su etapa envuelto en esta maraña y arrastre a su familia, a la que ya ha utilizado políticamente, tras sus "muchas virtudes". Las fuentes consultadas comparten el diagnóstico: la presidencia de Sánchez ha sido positiva en numerosos aspectos. Por eso, piensan que no merece un final así (si es que este, en efecto, termina siendo su final).

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