Política

Presidente, tenemos un problema

Querido presidente, tienes un problema. Y gordo. Has jugado durante casi tres meses al ratón y al gato con Pablo Iglesias y te acaba de dejar completamente desnudo. A ver

Querido presidente, tienes un problema. Y gordo. Has jugado durante casi tres meses al ratón y al gato con Pablo Iglesias y te acaba de dejar completamente desnudo. A ver cómo lo arreglas.

Desde el principio llevaste con calma e inteligencia la cuestión de tu investidura, dando largas a Iglesias y tratando de ganar tiempo para ir buscando una salida con el Partido Popular y Ciudadanos, que en el fondo es la opción que prefieres porque sabes que sólo así tienes garantizada una legislatura tranquila.

Has llevado a la opinión pública a tu terreno y has conseguido durante todo este tiempo ganar la batalla del relato y que pasara casi desapercibido tu descaro por pretender que te aprueben la investidura gratis total y sin ceder nada a cambio.

En estas semanas, el que ha quedado retratado como un ser completamente obsesionado por los sillones ha sido Iglesias, patético hasta decir basta en su reclamación de ser vicepresidente en un Gobierno de coalición, y porque yo lo valgo.

Sin embargo, esta semana has jugado mal tus cartas, al menos hasta ahora. No sé si será que tu asesor áulico, Iván Redondo, se ha tomado vacaciones o que, simplemente, le ha dado un golpe de calor con estas temperaturas tan tórridas.

La gran 'cagada'

El caso es que Iglesias te ha hecho un traje en toda regla. Te tendió una trampa sin que te dieras cuenta, llevando el foco de la discusión a su propia figura... y acabó preguntándote si acaso era él el problema. Tú, en una entrevista el jueves en La Sexta, le contestaste que sí, y ahí perdiste la partida. 

Para terminar de liarla, Adriana Lastra, una de las personas más cercanas a ti, salió el viernes por la mañana diciendo que el PSOE aceptaba un Gobierno de coalición, siempre que no estuviera Iglesias, e incluso se atrevió a apuntar a Irene Montero, Pablo Echenique o Rafael Mayoral como posibles ministros.

Entre tú y Lastra le ofrecisteis a Iglesias el triunfo en bandeja de plata. Si aceptaba renunciar a ser ministro ya no habría ninguna excusa posible para evitar un Gobierno de coalición. Y el coletas de Galapagar, que tonto no es, te ha cogido la palabra, te ha aceptado el reto y te acaba de colocar entre la espada y la pared.

Tú, Pedro, que llevabas muy bien encarrilado el tema porque ya nos habías convencido a todos de que Iglesias tendría que ceder gratis en la investidura y aprobar un Gobierno monocolor o, de lo contrario, sería abrasado en las urnas el 10 de noviembre debido a la aparición del nuevo partido de Íñigo Errejón, la abstención y tu propio triunfo... Pero ahora te has quedado encerrado en un callejón sin salida y tienes muy difícil dar marcha atrás sin dejarte unos cuantos jirones por el camino.

¿Cómo le vas a explicar ahora a Pablo que no, que su mujer tampoco puede sentarse en el Consejo de Ministros porque, en el fondo, es lo mismo que si estuviera él? ¿Cómo le vas a explicar ahora a tu propio electorado que no es posible un Gobierno de izquierdas si hasta el propio Satanás se ha bajado de la burra y se ha inmolado por España?

Difícil arreglo tiene la cosa y te queda poco tiempo. No obstante, yo tengo confianza en vuestras dotes como estrategas. Tanto a Iván como a ti os gusta la marcha y, sobre todo, ganar. Ahora mismo vais perdiendo por goleada: os habéis tragado el Gobierno de coalición y estáis a punto de tragaros a Echenique, pero todavía confío en vuestra última jugada porque sé que, en el fondo, el que está desesperado es Iglesias, no tú. Tienes la sartén por el mango y, aunque te acabas de quemar, todavía estás a tiempo de hacer una tortilla en condiciones. Ánimo.

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