Será Pedro Sánchez quien decida cuándo deja salir a Teresa Ribera del Consejo de Ministros. La vicepresidenta tercera espera que sea cuanto antes. Pero el líder socialista marcará los tiempos. Es más, las fuentes consultadas apuntan incluso a la posibilidad de que Ribera ni tan siquiera coja el acta de eurodiputada, a la espera de que las fuerzas políticas de la Eurocámara pacten la composición de la comisión y pueda desempacar en la capital comunitaria ya como comisaria. Estas fuentes marcan, además, un horizonte temporal: octubre.
Los resultados del PSOE este 9-J son un bálsamo. Pero la alarma debería sonar en Ferraz, ya que en estos momentos, con un diferencial de diez puntos a favor de las fuerzas de derecha, las opciones de la coalición de Gobierno de mantenerse en Moncloa si se celebraran elecciones generales serían más bien escasas. Los socialistas han absorbido el voto de sus aliados de izquierda y eso les ha permitido mostrarse con fuerza ante un PP que, finalmente, les ha sacado cuatro puntos y dos escaños (22 frente a 20).
El devenir de la causa judicial contra Begoña Gómez y la ejecución por parte de la Justicia de la ley de amnistía son los grandes retos de Sánchez en estos momentos. Aunque cabe sumar la partida de ajedrez en Cataluña. Precisamente, este lunes debe componerse la Mesa del Parlamento. El pacto que la fragüe será indicativo.
La posibilidad de un repetición están encima de la mesa. Pero el escenario que contempla Moncloa es despejar el camino de urnas durante los próximos dos años. Y, en ese tiempo, volver a la agenda social. Aunque el presidente tiene hasta diez frentes judiciales abiertos que le pondrán muy cuesta arriba el ascenso.
La salida de la vicepresidenta tercera Teresa Ribera rumbo a Bruselas recrudecerá la guerra entre María Jesús Montero y Yolanda Díaz. El presidente del Gobierno se está pensando qué hacer: si dejar tres vicepresidencias o repartir la tarta entre la ministra de Hacienda y la titular de Trabajo y líder de Sumar. Pedro Sánchez tendrá que reestructurar los equilibrios de poder en su gabinete, en el que todo parece indicar que el socio menor de la coalición (Sumar) se quedará igual o incluso verá mermada su influencia.
En cualquier caso, durante el lapso que dure la dualidad Montero y Díaz en las vicepresidencias, ambas serán el reflejo de los dos partidos de la coalición en el Consejo de Ministros. Montero es la número dos del PSOE y Díaz la líder de Sumar, a quien los socialistas perciben con falta de credibilidad como líder política. La ministra de Hacienda duda de su fiabilidad como dirigente, incapaz de mantener prietas sus filas. Además, desde hace un año, cuando Yolanda Díaz empezó a anunciar medidas fiscales competencia de Montero -como bajadas del IRPF-, la relación se ha deteriorado.
Si algo demuestra su situación, como resumen altas fuentes socialistas, es que el peso de la legislatura lo lleva el PSOE y el presidente del Gobierno no va a darle oportunidad de armar ruido. Tampoco de colgarse medallas. El distanciamiento de Yolanda Díaz con el lado socialista del Gobierno lleva tiempo fraguándose. En Moncloa lamentan la "oportunidad perdida" de la líder de Sumar de erigirse en una dirigente con una voz que se escuche en el progresismo español.
Es más, en Moncloa hay ministros que la ven más preocupada de su imagen y de lo que transmite que de lo que realmente propone. O incluso de sus planes políticos. Yolanda Díaz, además, tiene otro problema en el Consejo de Ministros: el titular de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños. Ambos mantienen también una tensa relación. Y la desconfianza viene por las relaciones de Bolaños con Podemos.
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