Pedro Sánchez emprende unas vacaciones 'secretas' para huir de la trampa judicial que le tiene acorralado y que afecta a su mujer, Begoña Gómez. El presidente del Gobierno, previsiblemente, pasará unos días en la Residencia Real de La Mareta, en la isla canaria de Lanzarote. Aunque no hay confirmación alguna. El año pasado, además de permanecer unos días en ese enclave, visitó Marrakech por sorpresa.
Pero este año no ha trascendido plan vacacional alguno del presidente. Lo cierto es que Sánchez afronta sus descanso estival más convulso. Hace apenas cinco días que el juez Juan Carlos Peinado se desplazó hasta Moncloa para tomarle declaración en calidad de testigo por el caso que afecta a su mujer. El presidente se acogió a su derecho a no declarar. Pero Moncloa asume que en unos días se verán las imágenes del presidente ante el togado.
Sánchez calificó la testifical de montaje patético un día después, también en Moncloa, donde compareció ante la prensa para hacer balance del curso. El presidente del Gobierno, pese a todo, eludió una vez más dar explicaciones sobre el tema de marras y volvió a insistir en que la investigación abierta a Begoña Gómez por sus relaciones con empresarios es un “no caso”.
La estrategia del presidente es defenderse parapetado en el escudo de la presidencia. Es eso lo que, considera, está siendo atacado. Por eso, decidió movilizar a la Abogacía del Estado para que interpusiera en su nombre una querella contra Peinado por prevaricación. Su mujer, Begoña Gómez, también se ha querella contra el titular del juzgado de instrucción número 41 de Madrid.
La situación judicial del matrimonio es un agravante para su seguridad. Las fuentes consultadas en Moncloa explican que la crispación, agitada por la derecha política, judicial y mediática, pone en riesgo la seguridad de Sánchez y su esposa. En parte, eso es lo que explica el mutismo sobre el descanso del presidente. Lo seguro es que la actividad política volverá a finales de agosto. El primer consejo de ministros se celebrará el martes 27.
La única alegría política del verano es la más que probable investidura del exministro socialista Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Pero Sánchez tendrá enfrente un incendio. Su partido se ha revuelto por el facto fiscal que ha dado la llave del gobierno al PSC y que supone sacar a Cataluña de la financiación común. Algunos barones presionarán a Sánchez para que el también convoque una consulta a la militancia en caso de que no se llegue a un acuerdo entre la dirección y las federaciones del partido.
El otro foco es su mujer. En el PSOE llevan tiempo preocupados por la deriva del caso y la estrategia de Moncloa. Ya hay quien pide al presidente que intente separar el cargo del caso. Pero los últimos pasos van en la dirección contraria. Moncloa espera que en septiembre se archive todo, aunque si no se produce ese esperado carpetazo, el presidente y su equipo están dispuestos a iniciar la recusación de Peinado en coordinación con las defensas implicadas: la de Begoña Gómez y su socio, el empresario Carlos Barrabés.
El gobierno aspira a que en septiembre vuelva la ‘normalidad’. La idea es recuperar impulso legislativo. En plata: que se hable de leyes y medidas y no de fango, como lo denomina el equipo de persuasión de Moncloa. Pero la amenaza de Carles Puigdemont de dejar al líder socialista cocerse solo también tiene inquietos a los diputados del PSOE. Se empieza a extender la sensación de que continuar así es un calvario insoportable. Y cada día se ve más probable la posible convocatoria de elecciones. Una vez más con el mantra de que la alternativa es mil veces peor.
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