“La gestión es nefasta”. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) ha mostrado a lo largo de los últimos días su malestar a Pedro Sánchez y a su equipo. Es una inquietud que se viene fraguando desde hace varios días. Incluso antes de que el Gobierno, arrasado por la ola del coronavirus y presionado por los ejecutivos regionales, decretase el estado de alarma cuando ya se contaban 140 fallecidos. El País Vasco se adelantó en las restricciones y el lehendakari, Íñigo Urkullu, no lo olvida. Su partido ha comunicado al equipo de Sánchez que no cuenten con su apoyo para la legislatura.
Urkullu informó a Sánchez en las primeras videoconferencias de que el PNV creía que el Ejecutivo no estaba a la altura de la situación. En opinión del partido vasco, el primer error de Sánchez fue crear el mando único bajo las órdenes de Sanidad. Esa decisión despojó a los consejeros autonómicos de sus poderes y no sirvió básicamente para nada. El Estado no compró con rapidez material sanitario (véase el caso de los test de China defectuosos), mientras los médicos caen contagiados como moscas. El Ejecutivo acabó rectificando. Fue un gesto de “prepotencia”, sostiene.
Por eso, hace más de una semana, en una videoconferencia Urkullu le dijo a Sánchez que “no estaba de acuerdo” con las medidas del Gobierno. “Pero no es el momento de discutir”, añadió. Acto seguido, el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, remarcó esta posición en otra conversación con los delegados socialistas. “La gestión es nefasta y no quieren seguir con este Gobierno. Así se lo ha comunicado Esteban”, explican fuentes gubernamentales consultadas por este diario.
Nuevas elecciones
En el PSOE reconocen el error de crear un mando único que hasta ahora ha brillado por sus errores. “En lugar de coger a los consejeros de sanidad y hacer un equipo con ellos diciendo que hay un mando único pero con todos vosotros. Ahora las comunidades se van de rositas”.
La postura del PNV es esencial para el futuro político de Sánchez, porque de sus diputados dependen la aprobación de las cuentas y la supervivencia de un Ejecutivo ya muy frágil. Y sobre esa decisión pesará la convocatoria de las nuevas elecciones autonómicas, aplazadas por la crisis sanitaria.
Esos comicios en un escenario de crisis económica puede empujar al PNV a desmarcarse de Sánchez. “El PNV no quiere abrazarse a Sánchez”, reconocen en el PSOE. De tal manera que, si finalmente saltan todos los puentes, para el Ejecutivo será muy complicado acabar la legislatura en 2024.
"Está bien gobernar, pero si puedes"
Una parte del PSOE desea que se adelanten las elecciones generales cuando acabe la emergencia del Covid-19. “Está bien gobernar, pero si puedes”, comentan en la formación de Sánchez a la vez que el Presidente del Gobierno blinda su equipo en la Moncloa para evitar que Ferraz marque directrices en el actual escenario, tal y como desveló Vozpópuli.
Sánchez no tiene dudas. Quiere agotar la legislatura con la esperanza de que el electorado se olvide de la crisis. Ejerce un control férreo sobre los medios más afines, aunque no descarta ningún plan alternativo. Por ejemplo en el apoyo del Partido Popular. Lo ha ido esbozando en dos intervenciones públicas, aunque ha encajado la negativa de Pablo Casado, líder de los populares.
Podemos teme esa posibilidad. Los morados lanzaron la semana pasada una campaña en redes para adelantarse a los acontecimientos. Duró poco, porque Sánchez tranquilizó de inmediato a Pablo Iglesias. Desde el frente de Podemos repiten una y otra vez el mantra de la “lealtad” al Gobierno. No cabe duda de que si alguien traiciona, será Sánchez.
El juego de las prebendas
A favor de Urkullu hablan también los números. Vitoria fue uno de los primeros focos del contagio, pero ahora en el País Vasco la tasa de infectados y fallecidos se ha contraído, mientras que explota en Cataluña y Castilla-La Mancha. Y el PNV vuelve a coincidir con el PP en que el Gobierno actuó tarde y mal, incluso intentando torpedear la decisión de cerrar los colegios. Ocurrió el 9 de marzo. El estado de alarma se activó cinco días después.
Sánchez ha encajado la primera negativa del PNV, pero su equipo confía en poder convencer al partido vasco. En el PSOE saben que el juego de prebendas es el método más eficaz para convencer a los nacionalistas. Y en esa negociación creen que hay margen para que cambien de opinión. “Durante todo el segundo mandato de Zapatero fue lo mismo, todas las leyes tenían que pasar por la revisión del PNV, para que cambiaran algo, aunque fuera solo una coma. Fue un infierno”, rememoran algunos miembros del PSOE.
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