Podemos, el partido liderado por Pablo Iglesias que en enero alcanzó la misión histórica de entrar en el Ejecutivo, no piensa “de ninguna manera” salir de la coalición. Varios miembros de los gabinetes de los ministros de Iglesias lo dejan claro en conversación con Vozpópuli. A la vez, reconocen que, aunque el partido haga “ruido”, su intención es aceptar los votos de Ciudadanos e incluso atraer el PP hacia la abstención. La abstención de los de Pablo Casado blindará la aprobación de los presupuestos sin el miedo a defecciones de última hora en el Congreso.
Será sobre todo el partido, con sus portavoces Isa Serra y Rafael Mayoral, que se encargará de manifestar sus dudas y reticencias antes el borrador presupuestario. De momento, la ministra María Jesús Montero y el responsable de política económica de Podemos, Nacho Álvarez, se han encargado de sentarse para hablar del asunto, antes de que Sánchez se reúna con Casado e Inés Arrimadas este miércoles.
Si Ciudadanos apoya las cuentas, Sánchez contaría en teoría con los números suficientes para superar el trámite parlamentario, pero en el PSOE recuerdan la negociación fracasada de hace un año que desembocó en las elecciones. Es por ello que aspiran a una abstención de los populares para blindar la votación.
Problema de imagen para Podemos
A finales de la semana pasada, Iglesias y Podemos lanzaron un órdago, muy parecido a un farol, que apuntaba a rechazar el apoyo de Ciudadanos. Los morados confiaban antes del verano en que se mantuviera la entente cordiale con ERC. Sin embargo, la situación preelectoral en Cataluña ha convencido a todos que es mejor sortear el escollo de ERC y dirigirse rumbo a Ciudadanos.
Para los morados el acuerdo con ERC era importante porque facilitaba su llegada al Gobierno en Cataluña. Podemos sigue creyendo que queda margen para un tripartito con la CUP y ERC en la Generalitat, gracias al apoyo externo del PSC. Figuras como el empresario Jaume Roures está trabajando con ese objetivo, y fuentes socialistas confirman contactos en ese sentido. Pero la prioridad para Iglesias se mantiene la permanencia en el Consejo de Ministros.
"Nadie quiere elecciones"
Por otro lado, Podemos tiene un problema de imagen con la nueva mayoría presupuestaria. Recibirá críticas desde la izquierda --la soberanista y la interna--, así que perfila una estrategia política dirigida a “asustar” con la amenaza de dinamitar el acuerdo. Aunque finalmente pondrá su firma en el documento. Cuando llegue la votación, explican fuentes del partido morado, "Podemos defenderá haber hecho todo lo posible para mejorar las cuentas, ofreciendo a la vez a los populares argumentos útiles para abstenerse en el Congreso".
Casado ha repetido en estos días que no tiene intención de negociar los presupuestos "mientras Podemos tenga algún tipo de papel en esa negociación". Sin embargo, en Podemos sostienen que entre los socialistas y los populares existen contactos indiscretos en los que se habla abiertamente de la abstención.
“Nadie quiere elecciones. Ni Sánchez, ni Iglesias ni Casado. Esto es así. Si Podemos asegura que estos presupuestos serán los más sociales de la historia, aunque no sea todo lo que desea, y a la vez se muestra enfurruñado, el PP tendrá más fácil abstenerse”, resume un miembro del equipo ministerial de Podemos.
Doble presión sobre el PP
Los morados aseguran que Sánchez confía en la presión externa que el PP está recibiendo en Bruselas, tal y como adelantó Vozpópuli, y también de las comunidades autónomas dirigidas por líderes populares. En las reuniones de la Comisión y sobre todo en el Parlamento Europeo, los miembros del PP han recibido la explícita petición de buscar un acuerdo con Sánchez.
Las autoridades europeas creen que el gobierno de Sánchez es débil, y confían en amplias mayorías para facilitar la entrega del dinero (140.000 millones de euros en total) y la puesta en marcha de reformas estructurales. “Solo así se puede asegurar la continuidad de esas reformas”, explica una fuente europea. Por ello, Sánchez está aprovechando la situación para vincular las cuentas a la idea de un pacto de Estado (o "Presupuestos de País"), tal y como adelantó en mayo este periódico.
Movimiento pactado con el PSOE
De momento, Iglesias ha logrado que Sánchez defienda la coalición públicamente y haya cedido a unos encuentros con los morados antes de hablar con Ciudadanos. Esta línea, marcada la semana pasada por la dirección de Podemos, se enriquecerá ahora de un debate pilotado y pactado internamente, del que se medirán los movimientos de cada actor, pero que nunca acabará en una ruptura.
Debilitado internamente por los juicios sobre la tarjeta de Dina Bousselham y la financiación de Podemos, Iglesias no puede lanzar órdagos en el Ejecutivo. Esto es lo que piensan en el PSOE y en La Moncloa, cuartel general de los asesores del presidente. Con un Iglesias tocado y a quien Moncloa quiere encorsetar, si Sánchez supera el escollo de los presupuestos podrá respirar con tranquilidad al menos hasta 2022. Siempre y cuando no decida, si la pandemia afloja y la economía se recupera, dar un golpe de efecto electoral. El adelanto programado antes del cierre de la legislatura, saben en la Moncloa, es un arma que conviene tener escondida en el cajón.
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