Dos pájaros de un tiro. Podemos empezó esta semana a negociar con Bildu el texto del acuerdo que sellaba su abstención en la votación de la quinta prórroga del estado de alarma par sellar una doble jugada. Por un lado aspiraban a lanzar un mensaje a ERC, que se negaba a apoyar al Gobierno en el Congreso. Y por el otro quisieron empezar a tejer una alianza en el País Vasco que Pablo Iglesias espera que pueda permitir desbancar al PNV.
El acuerdo era lo de menos, señalan en Podemos. La literalidad del mismo, sobre todo en el punto de la reforma laboral, no es considerada para el partido morado como el comienzo de un proceso nuevo. Podemos defiende la derogación de la reforma laboral, aunque tanto Iglesias como la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, creen que se debe actuar en manera específica en los aspectos lesivos de la misma. Otra cosa es el mensaje que se quiera lanzar hacia el exterior.
Por ello, Iglesias mantuvo en una entrevista en Catalunya Radio el jueves que los pactos hay que respetarlos (“Pacta sunt servanda”). Más que un dardo contra Sánchez y el PSOE, Iglesias aspiró a defender el acuerdo con Bildu. Mientras que sobre la actuación del PSOE los suyos reconocen que fue equivocado rectificar: “Están bloqueados en su quiero y no puedo con respecto a la reforma laboral y otras medidas de izquierdas”, lamentan.
Podemos cree que en el País Vasco se dan las condiciones para afianzar el bloque de izquierdas y los nacionalistas. Podemos empezó con la vocación de ser un partido atrapalotodo (ni de derechas ni de izquierdas). Pero el PSOE aguantó dos embestidas, y ahora Iglesias está decidido en imponer un giro (no sin costes para su propio partido) y afianzar un cambio estructural de los equilibrios políticos.
Elecciones no deseadas
“La clave no es el número de escaños sino el peso relativo de los mismos”, indica un dirigente de Podemos. Aunque nadie se confunde en que eso se debe traducir en cargos y poder. “Sillones”, para los críticos.
Las encuestas en el País Vasco no son buenas para Podemos. Pero si con menos escaños los morados pueden facilitar un cambio de gobierno la ecuación saldrá bien. El coste político de un alejamiento del PNV es considerado por lo tanto aceptable. Sobre todo ante la exigencia del lehendakari Íñigo Urkullu de celebrar las elecciones en julio, mientras que Podemos se oponía.
El encaje del tripartido vasco va dirigido también a ERC. El entorno de Iglesias está muy irritado por las últimas decisiones de Rufián y Junqueras. En Podemos no olvidan que ERC tumbó los presupuestos de Sánchez en 2019, que casi llevaron al fin del partido morado en una lucha para la supervivencia contra la pinza Sánchez-Errejón. Ahora no están dispuestos a perdonarles otra vez.
Las dudas del PNV
Todavía no hay fecha para las elecciones catalanas, pero ERC ha entrado en dinámica preelectoral. Así que con el acuerdo con Bildu los de Iglesias lanzan un órdago. En el acuerdo, además la derogación de la reforma laboral, se contempla entregar a la Comunidad Autónoma la gestión de los superávit de los ayuntamientos. Es una reivindicación histórica de los consistorios que estimula el deseo de los republicanos: “Los de ERC funcionan así y hay que enviar esos mensajes”, remarcan desde Podemos.
Ante la maniobra de Iglesias, los de ERC hacen como que no ha pasado nada. Pero en el PNV se percibe disconformidad. Los empresarios afines al PNV se han preocupado por el debate sobre la derogación "íntegra" de la reforma laboral. A la vez el partido de Urkullu duda sobre qué hacer en la próxima votación del estado de alarma que extendería la excepcionalidad hasta la fecha del 12 de julio, cuando se deben celebrar los comicios. “¿Va a haber campaña sí o no?”, se preguntan en varios ambientes políticos.
Podemos no se muestra preocupado por el PNV: “Son un partido con mucha experiencia, empezarán a jugar cuando lo consideren conveniente”, resumen. En su equilibrismo táctico, el pasado miércoles Podemos entró en una nueva dinámica a la que, tal vez con cierta sorpresa, se sumó el PSOE. Ahora para Iglesias solo falta empujar a Ciudadanos fuera de la fórmula para que la maniobra salga redonda.
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