Política

Podemos, la pesadilla de Yolanda Díaz: “Están en guerra, atacan a Sumar para que Irene Montero sea eurodiputada”

Los morados consumaron su venganza esta semana tumbando el decreto de la vicepresidenta segunda y se convierten en un dolor de cabeza para la coalición que lidera Pedro Sánchez

Podemos asestó esta semana un golpe épico a Yolanda Díaz. Los morados consumaron su venganza tumbando el decreto de la vicepresidenta segunda -el único que el Gobierno no logró convalidar en el Congreso- y se convirtieron oficialmente en un dolor de cabeza para la coalición que lidera Pedro Sánchez. Aunque para Sumar, más que un dolor de cabeza, Podemos es ya una pesadilla. "Están en guerra abierta. Y, por lo tanto, todo hay que leerlo en términos de batalla: atacar a Sumar para conseguir una eurodiputada [Irene Montero]", explica a este diario una fuente, que conoce a la perfección la ingeniería morada y que tuvo altas responsabilidades en la coalición.

Si hay algo que hirió profundamente a al partido de Ione Belarra fue el veto personal e irrevocable de Yolanda Díaz a la exministra de Igualdad, a quien ni tan siquiera incluyó en las listas para que fuera elegida diputada como sí hizo con Ione Belarra. El agravio fue de órdago porque era un rechazo directo al dúo dirigente del partido. Ni Montero ni su pareja, Pablo Iglesias, entendieron el fin de ciclo que abrió la salida del exvicepresidente de la política. Los morados fue una herramienta creada y manejada por y bajo el hiperliderazgo de su gran gurú.

Sin él y sin el resto de rostros que le acompañaron en su empresa (Alberto Garzón, Juan Carlos Monedero...) tampoco tenía sentido que Montero continuara el ciclo. Eso pensaban en Sumar. Por eso, Yolanda Díaz no quería una rémora en forma de ministra 'quemada' no solo por sus casi diez años de batalla política, sino por una gestión manchada con la ley del 'sí es sí'.

Podemos dejó tocada a Yolanda Díaz

Pero la venganza es un plato que se sirve frío. Podemos logró dejar tocada a la vicepresidenta. Con su 'no' al decreto de Trabajo, los morados han conseguido dañar la imagen de pactista de Díaz, tejida con esmero desde el departamento de propaganda de la también ministra de Trabajo con la aquiescencia de la patronal -sobre todo al principio- y la colaboración necesaria de los sindicatos -sus grandes brazos políticos-.

Ahora, Podemos ha pasado definitivamente a una nueva fase. Otra fuente que sabe bien cómo piensan las cabezas pensantes moradas, explica: "necesita en este momento diferenciarse y sacar la cabeza para sobrevivir. Da igual lo que haga Sumar o el PSOE… Necesita hacerse notar. A mí lo que ha pasado con la votación del miércoles me parecía inevitable que terminase pasando en algún momento. Aunque creo que Podemos no ha elegido bien el decreto a tumbar".

Las diputadas de Podemos en el Senado.
Las diputadas de Podemos en el Senado. EUROPA PRESS / Eduardo Parra.

Ione Belarra se casó a regañadientes con el proyecto de Sumar, pero el intento de la vicepresidenta segunda de llevarles a la irrelevancia negándoles cualquier protagonismo dentro de la nueva coalición lo dinamitó todo. No hay futuro compartido si ninguno de los dos quiere una vida juntos. Y, en verdad, ninguno de los dos la quiere. La ruptura de la izquierda es, por tanto, consecuente. Otro menester es el modus operandi de la gestión de la discrepancia.

De la vicepresidencia al grupo mixto

Ni a Yolanda Diaz le apetece tener a Podemos en el poder, ni Podemos desea que les mande Yolanda Díaz. El matrimonio fue de conveniencia para evitar un gobierno de la derecha. Y para dejar claro ante el electorado de izquierdas, tan sensible a las cuitas internas de los suyos, que ninguno era el responsable de la desunión. En plata: una guerra por el relato de la ruptura planificada.

Con su decisión de sacar a Podemos de Sumar, Ione Belarra e Irene Montero han lanzado al partido nacido al calor del 15-M al vacío. Solo que el vacío se llama Grupo Mixto. Podemos ha pasado en cuatro años de la vicepresidencia segunda del Gobierno a ocupar cinco solitarios diputados en el Congreso. Aunque es cierto que la exigua mayoría que sostiene al Ejecutivo de coalición les permite lograr el protagonismo que buscan a base de juegos rocambolescos y negociaciones imposibles. Es más, podrán colgarse las medallas que quieran si consiguen que Moncloa incluya alguna de sus medidas. Bien sea en los presupuestos o en alguna otra ley que la coalición necesite convalidar o aprobar en la Cámara, como se vio el miércoles.

Y ahí, Yolanda Díaz tiene otro problema, porque los puentes están rotos. Podemos solo contempla dialogar con el PSOE en calidad de "fuerza mayoritaria". Los morados quieren un tú a tú con Pedro Sánchez mientras ensayan su gran plan. Y es que la gran ambición morada son las elecciones europeas de junio. El 9 de ese mes, España votará a los representantes que se sentarán en el parlamento comunitario. Ese día no hay circunscripciones ni repartos de escaños por provincia. España funcionará como una única circunscripción y Podemos calcula que con, al menos, 300.000 votos, podrá lograr uno o dos eurodiputados. Ya está claro que será Irene Montero quien ponga rumbo a Bruselas en caso de lograr finalmente representación.

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