Pablo Iglesias no quiere que su renuncia a estar en el Consejo de Ministros salga gratis. Quiere que su número dos, Irene Montero, no solo logre una vicepresidencia social, sino que también esté dotada de fondos suficientes para lanzar propuestas y "desarrollar" políticas. Esta es hoy en día la principal línea roja del equipo morado para aceptar la nueva oferta que el PSOE detallará a lo largo de este miércoles.
Los márgenes del acuerdo se van estrechando cada minuto que pasa. La propuesta de coalición presentada a Podemos en los últimos días ha sido tachada sin tapujos de “cáscara vacía”. “Carece de recursos y solo nos dan ministerios nuevos y sin competencias”, coinciden dirigentes del partido de Iglesias. Ahora, a la espera de que se formalice la nueva oferta, Podemos quiere que al menos uno de los ministerios del actual gobierno socialista pase entre sus manos, y que la vicepresidencia social tenga presupuesto.
En el partido de Iglesias comentan que esperan "un paso sincero" con una "propuesta realista y razonablemente proporcional de reparto de competencias de los ministerios actuales" en la reunión que se va a celebrar este miércoles. Así, desde la dirección del partido califican como "prioridad" tener "competencias en ecologismo, política fiscal, ciencia, igualdad y política de empleo para impulsar medidas como otra subida del salario mínimo, la bajada de la factura de la luz, responder a la emergencia climática, los permisos iguales e intransferibles, la justicia fiscal a la educación gratuita de 0 a 3 años".
Otras fuentes de Podemos admiten que entre los ministerios de peso a los que aspiran se encuentra el de Ciencia, al que podría aspirar Pablo Echenique. También esperan ganar el de Medio Ambiente, aunque de él se separe Energía. Sanidad podría representar otra salida de emergencia, aunque desde Podemos reconocen que su peso es limitado, puesto que las competentes en materia son las Comunidades Autónomas.
Dinero público
En cuanto a las carteras ad hoc (hasta ahora se ha hablado de Juventud y Vivienda) que estarían debajo del paraguas de Irene Montero como nueva vicepresidenta social, Podemos exige que se les dote de los fondos necesarios para que tengan “capacidad de acción política”. Es decir, que Podemos quiere tener acceso al presupuesto del Estado y que Montero esté sentada en el Consejo de Ministros al lado del presidente del Gobierno.
En este sentido, algunos dirigentes de Podemos apuntan a que la proporcionalidad debería mantenerse no solo en el número de carteras, sino también en el reparto de fondos públicos: es decir que por cada 100 euros de dinero público, Podemos debería gestionar 25. Sin estos elementos, Iglesias teme no poder aguantar las críticas internas y que su liderazgo acabe arrollado por el tsunami de las negociaciones.
Miedo a nuevas elecciones
El lunes, en el hemiciclo, Iglesias fue muy duro con Sánchez. Le acusó de querer “humillar” a Podemos y que él no lo aceptaría. La mayoría de dirigentes socialistas consultados admitieron que Iglesias ganó el combate. Pero se arriesgó, porque si Sánchez hubiese decidido no aumentar su oferta, el líder de Podemos se habría cerrado solo en un cajón sin salida. Prueba de ello es que cuando José Luis Ábalos habló de una “nueva oferta” --aún por aclarar-- los miembros de Podemos respiraron con alivio.
La desconfianza hacia el PSOE está, no obstante, al rojo vivo. Y algunos detalles reflejan la anomalía de la actual negociación. Este martes, por ejemplo, las dos cúpulas se encontraban en el Congreso, pero no celebraron una reunión formal, según fuentes oficiales. Por otro lado, en el PSOE han tomado las riendas de la negociación dirigentes como Ábalos y Carmen Calvo, que representan el ala más reacia a respaldar acuerdos con Podemos. Desde las filas populares, de hecho, ya preparan escenarios electorales, e incluso algunos miembros del PSOE sugieren que en el partido están preparando la maquinaria electoral.
Iglesias quiere evitar nuevas elecciones. Sabe que votar en noviembre podría hundir definitivamente su proyecto. Sobre todo, si entra en la competición Íñigo Errejón. Por ello, está dispuesto a aceptar casi todo lo que le proponga Sánchez, según afirman miembros de Podemos, antes de apoyar su candidatura el 25 de julio, pero necesita presumir de al menos una cartera importante para justificar el acuerdo de cara a los suyos.
En la balanza de Podemos pesa la fractura interna. La todopoderosa federación andaluza, en manos de los anticapitalistas, ha advertido a Iglesias de que no aceptará una presencia residual en el gobierno. Desde otros sectores añaden que no todo vale con tal de llegar al Ejecutivo. Ambos segmentos creen que Iglesias está dispuesto a cogobernar con el PSOE para salvaguardar su liderazgo y el de Montero, pero advierten de que no aceptarán que Podemos “se arrodille”.
Después de que Sánchez detalle su propuesta de cogobierno, la pelota pasará en el tejado de Iglesias. Lo previsible es que tenga el impulso de zanjar el tema y dar su sí, pero con la incógnita de que el partido se rompa debajo de sus pies si el peso de los morados en el gobierno es testimonial. El no a la investidura podría estar entonces servido, y Sánchez habrá logrado ir a nuevas elecciones y que parezca que el culpable sea Iglesias. Una vez más en su nueva etapa, Podemos apela a la "sinceridad" del PSOE.
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