El Partido Popular se aleja de Manuel Valls y de su plataforma para conquistar la alcaldía de Barcelona. Teo García Egea, número dos de Génova, confirmó este jueves que el PP se presentará con sus siglas al asalto del Consistorio barcelonés. Aún no se ha decidido el nombre de quién encabezará las listas dado que Alberto Fernández Díaz, su histórico dirigente municipal, habría insinuado su deseo de no repetir. Reconquistar votantes que huyeron a las filas de Ciudadanos es, también aquí, un objetivo prioritario de Casado.
Manuel Valls presenta este martes su plataforma para las elecciones locales de Barcelona del próximo mes de mayo. Al estilo de Manuela Carmena en Madrid. Sin siglas ni logo de Ciudadanos, aunque con el respaldo formal, algo diluido, del partido naranja. El exprimer ministro francés ha desplegado una enorme actividad este verano para dar cuerpo a su lista, que se pretende transversal y multicolor. Habló en su momento con todas las fuerzas no soberanistas, desde el PSC al PP. Los populares contemplaron en su momento la posibilidad de un bloque constitucionalista para desalojar a Ada Colau del Consistorio.
Lacitos amarillos y 155
Esta posibilidad se desvaneció con la llegada de Pablo Casado al vértice de Génova. Mariano Rajoy dio por perdida, hace tiempo, la batalla de un PP fuerte en Cataluña, "una aventura imposible", se decía entonces. El nuevo presidente del PP no tira la toalla. Plantea la aplicación de un 155 contundente, sin elecciones, sin TV3, sin lacitos amarillos. Tampoco da por periclitadas las posibilidades de que su formación tenga algo que decir en un escenario de futuro.
Los populares catalanes descreen de la fórmula Valls. Se ha rodeado de socialistas de viejo cuño, del maragallismo olímpico, periodistas y comunicadores como Xavier Roig y Guillermo Basso, a quienes les ha ofrecido la dirección de su campaña, a la que pretende incorporar empresarios, pensadores, gente del mundo de la cultura. "Todo muy abierto y plural", señalan en el entorno de Valls.
En el PP guardan distancias, se alejan, hablan del "nuevo PSC", un intento de fagocitar lo poco que queda del socialismo en Barcelona (cuatro concejales) y arañar a los decepcionados de los comunes por la inverosímil gestión que está llegando a cabo la alcaldesa, que ha convertido a la ciudad en un foco de problemas con el lazo amarillo en la fachada de la sede del Consistorio.
Una batalla crucial
La batalla de Barcelona será crucial para determinar el futuro del 'procés'. Los independentistas no logran organiziar un movimiento de unidad para este envite. Puigdemont no aclara si quiere presentarse como la Crida, el PDeCat o Junts per Catalunya. En ERC tienen claro que irán por su cuenta con Ernest Maragall como cabeza de cartel. "Por separado sumamos más que unidos", dicen los republicanos.
Es Valls quien, por ahora, ha conseguido atraer todos los focos de la atención mediática sobre su candidatura. Los medios secesionistas lanzan contra él todo tipo de artillería. Le temen. El PP no desplegará una ofensiva frontal pero mantendrá sus banderas en alto. "Lo que ocurre en Barcelona se sigue con interés en toda España y los nuestros cada vez tienen menos entusiasmo hacia Rivera y sus naranjas", señalan fuentes de ese partido.
La beligerancia de Casado con el bloque separatista va a aumentar de tono en las semanas próximas. Tras el fracaso de 'la operación diálogo' de Soraya Sáenz de Santamaría y después de la aplicación de un 155 tembloroso, el nuevo PP pretende que 'la normalidad' se imponga en Cataluña. Le exige a Pedro Sánchez que abandone la táctica de un diálogo imposible y le plante cara a Puigdemont y Torra. Una exigencia que no parece obtener respuesta en Moncloa, desde donde se lanzan mensajes en pro de la puesta en libertad de los cabecillas presos y de la posibilidad incluso de un indulto.
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