"Lealtad y consenso", reclamó Juanma Moreno a Ciudadanos, sus socios en el Gobierno, en su discurso de investidura. Juan Marín prometió colaboración y entrega, aunque marcó muchas distancias con Vox. El partido de Abascal, con sus doce diputados, tiene la clave de la gestión de Gobierno. Teodoro García Egea, presente en la ceremonia del Parlamento, intentó encontrarse con Abascal, quien ya había emprendido viajae de vuelta a Madrid. Lo primero, aprobar los presupuestos, que el gobierno de Susana Díaz había prorrogado. "Paso a paso", dijo García Egea.
"Nos pondrán palos en las ruedas, nos mirarán con lupa, nos intentarán desestabilizar". Moreno trufó su discurso de advertencias sobre el inmediato futuro. El PP no va a tener una oposición cómoda. Susana Díaz se siente derrotada y enseñó las uñas. "No podrá decir que ganó las elecciones", le espetó al candidato a su sucesión. La líder del PSOE andaluz dibujó un horizonte apocalíptico con la llegada del ?bloque de la involución", del partido que viene "con los herederos del franquismo". Desde la tribuna, el futuro presidente le respondió: "A ver quién está en su escaño al terminar la legislatura".
El trabajo parlamentario será muy complicado. El partido de Albert Rivera nunca ha estado en un Ejecutivo. Hasta ahora se ha limitado a permitir investiduras. En Madrid, Murcia, Castilla y León. Y hay unas elecciones a la vista. Cs no quiere saber nada de Vox. Marín lo evidenció en su intervención durante el debate. Los acuerdos con Vox son vuestros, vino a decirle a Moreno. Serrano, el jefe de filas de Vox, prometió a sus 400.000 votantes que defenderán sus propuestas y que no les defraudarán.
En el PP confían en que se logren acuerdos para las cuestiones clave. La fase más complicada será hasta la cita electoral de mayo. "Competimos por un electorado con segmentos superpuestos, con zonas comunes", apuntan los populares. Una complicación. Ambos partidos, sin embargo, se han comprometido a no arrojar por la borda una "oportunidad histórica". Este miércoles, por los pasillos de San Telmo, en el PP comentaban que "lo más difícil ya se ha logrado. Ahora hace falta temple y sangre fría". Moreno Bonilla es un excelente negociador, de talante pausado, paciente y prudente. Su mano derecha, Elías Bendodo, ha demostrado durante estos días de tensión una gran capacidad para alcanzar consensos.
Reparto de consejerías
A estas horas se ultima la formación del Ejecutivo, en el que ya se han repartido las once carteras, seis para los populares y cinco para los naranja. Hay buen ambiente y el diálogo es muy fluido, comentan en las dos partes. "Intentaremos llegar hasta el final, agotar la legislatura. Al cabo, si Sánchez lo está haciendo con 84 diputados, nosotros lo podemos hacer con 47", dicen las mencionadas fuentes.
El factos menos previsible es Vox. Nadie sabe cómo responderá al desafío. Accedió a prestarle los votos al PP para la investidura de Moreno. Ahora es otra fase. "No le hemos dado un cheque en blanco", advirtió Serrano desde el atril. La de gobernar. Será una tarea enrevesada y árida, porque Cs y Vox están muy distanciados y sin demasiada voluntad de acercamiento. "Hay algunas coincidencias entre las tres fuerzas, eso es lo que tendremos que aprovechar", añaden. Serrano, el jefe de filas de la bancada de Vox es un juez de firmes convicciones y escasamente inclinado a los pactos.
Todo es nuevo en Andalucía. Un nuevo color en la Junta por vez primera desde la Transición. Un Ejecutivo de coalición. Un partido, Ciudadanos, que jamás ha gobernado. Un tercero en discordia con muchas ganas y con las ideas muy claras. "Ahí está el reto. Los andaluces lo han querido. No se puede defraudar", concluyen en el PP.
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