Todo sigue abierto a veinticuatro horas de la incierta sesión de investidura de Carles Puigdemont. Las condiciones que impuso el Tribunal Constitucional a última hora del sábado fueron claras. El expresidente debe regresar de su refugio en Bélgica y presentarse ante la Justicia española si quiere tener opciones de ser elegido. A continuación, el magistrado del Tribunal Supremo que instruye la causa del 'procés' deberá autorizarle para que acuda al Parlament. Puigdemont así se lo solicitará en las próximas horas, según desveló el exconsejero de Territorio, Josep Rull.
La ley electoral fija que Puigdemont conserva sus derechos políticos hasta que haya una sentencia que le incapacite para ejercer un cargo público. Todo a pesar de estar huido de las autoridades y de que sobre él pese la acusación de delitos muy graves por parte de la Fiscalía. Pero si finalmente opta por regresar a España y entregarse para pasar a disposición judicial, Puigdemont tiene en el País Vasco el único precedente que ase asemejaría a su situación.
El 26 de febrero de 1987, Juan Carlos Yoldi (Ataun, 1963), preso de ETA de apenas 25 años y candidato de Herri Batasuna, se presentó a la investidura en el Parlamento Vasco después de que la Audiencia de Pamplona le concediera un permiso penitenciario durante su estancia en prisión provisional en contra del criterio de la Fiscalía. No tenía delitos de sangre, pero estaba acusado de formar parte de un comando que había atacado infraestructuras ferroviarias en Guipúzcoa.
Al contrario que Puigdemont, Yoldi pasó la campaña electoral en la prisión de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), como el exvicepresidente Oriol Junqueras. Yoldi compitió contra el candidato del PNV, José Antonio Ardanza, que finalmente fue elegido lehendakari. La sesión de investidura se convirtió en un evento mediático como el de los últimos plenos del Parlament.
El encargado de dirigirlo fue el socialista Jesús Eguiguren. El entonces presidente de la Cámara vasca se mostró partidario de dejar libertad de movimientos para Yoldi dentro del Parlamento. Allí pudo comer con su familia, verse con su pareja, reunirse con dirigentes de HB y dar una rueda de prensa. Yoldi defendió su discurso desde la tribuna y regresó a la prisión. Cuando un año después fue condenado a 25 años de cárcel, tuvo que dejar su acta de parlamentario y cumplió 16 en prisión.