El PSC ha buscado un golpe de efecto al abrir sus listas para el 21D a Units per Avançar, escisión de la Unió de Josep Antoni Duran i Lleida, un movimiento con el que pretende dirigirse a los votantes de la antigua Convergència que se sienten huérfanos con la deriva de este partido hacia la independencia. Pero los socialistas llegan a un caladero que tiene más pretendientes: Ciudadanos también pelea por el voto de este sector del electorado.
En el transfondo de esta batalla está la pugna por el segundo puesto en las elecciones, una vez que todo el mundo da por descontada la victoria de ERC. Y aunque los sondeos otorgan esa medalla de plata al partido de Albert Rivera, pese al crecimiento que estiman para el PSC, Miquel Iceta está empeñado en pelear. Y, para ello, ya ha dado la primera "sorpresa" de las que ayer aseguró que habrá más.
En una campaña absolutamente dominada por la crisis territorial, los socialistas defienden que quieren hacer una oferta "transversal", en la que se sienta reconocido un amplio espectro de la población que no quiere la independencia, un sector que va desde la izquierda a la derecha. De hecho, en los últimos días, en los que ya se hablaba de negociaciones con los sucesores de Unió, también se aseguraba que los contactos están dirigidos hacia el otro lado. El nombre del dirigente de ICV Joan Coscubiela ha estado en boca de muchos.
Sin embargo, por el momento, el único pacto que se ha anunciado es el 'Acuerdo por el 'seny' y por el catalanismo' con el partido surgido de la UDC, con el que quieren atraer a todos los votantes exconvergentes moderados que no aprueban el giro hacia el separatismo y que no votarán al PDeCAT de Carles Puigdemont y su Govern.
El movimiento, que cuenta con el apoyo de Ferraz, quiere ser una primera demostración de que los socialistas son "los únicos que pueden tender puentes", que lo han estado haciendo hasta ahora -Iceta trató de convencer hasta el último momento a Puigdemont de que no declarara la independencia y convocara elecciones para evitar el 155- y que son quienes podrán hacerlo después del 21D.
Los riesgos del movimiento
Pero también tiene sus riesgos. Algunos socialistas catalanes consultados por este periódico temen que, con este pacto, se generen dudas en el propio electorado y se aleje a otro de izquierdas que pueda ver con recelos un acuerdo por la derecha, con los mismos a los que llevan criticando políticamente años. Y especialmente si la oferta transversal acaba sólo en la inclusión en sus listas de los exmiembros de Unió.
El pacto incluye la entrada del ex secretario general de este partido y exconsejero Ramón Espadaler, como 'número tres' en la lista por Barcelona. Mientras tanto, la exdiputada de CiU Montserrat Surroca será la dos por Gerona y se incorporarán otros miembros de este partido en los terceros puestos por Tarragona y Gerona.
Quienes tienen más dudas con este movimiento admiten que puede rentabilizarse en las zonas metropolitanas, pero sostienen que, en cambio, en otras zonas puede restar en vez de sumar. En el año 2015, el PSC sólo sacó un diputado por Gerona y por Lérida, respectivamente, y dos por Tarragona y ahora que pueden arañar algún escaño más, lamentan, pueden ir a parar a otro partido.
Dirigentes del PSC y del PSOE sostienen que "el eje izquierda-derecha está muerto" por la pugna entre indepedentistas y constitucionalistas
Pero, en general, y no sólo en el PSC, sino también en algunas federaciones del PSOE, hay temor de que se entienda como un giro a la derecha. Sin embargo, ante estos recelos, la respuesta de los defensores del pacto, en las direcciones de los dos partidos hermanos, es que en Cataluña "el eje izquierda-derecha está muerto" y enterrado por la pugna entre independentistas y constitucionalistas. Y la solución a la crisis, sostienen, debe venir por quien sea capaz de aglutinar el voto de ese segundo bloque y tender puentes con el primero.
Y ahí, el PSC ve la debilidad de Ciudadanos: para los socialistas catalanes, los de Inés Arrimadas no tienen capacidad para dirigirse a esa otra parte de Cataluña que no se puede obviar. "No podemos ignorar a esos dos millones de votantes; aunque no ganen los independentistas, siguen ahí", explica un dirigente de este partido.
En este contexto, entienden que el movimiento político, que llevará al PSC a rebautizar su grupo parlamentario como 'Socialistes-Units per Avançar', es un buen movimiento que puede darles un impulso en el sector catalanista moderado y convertir su candidatura en la referencia para "todos los catalanistas no independentistas, de la izquierda al centro".
En el centro, tendrán que competir con Ciudadanos, que lleva meses dirigiéndose a estos votantes defraudados con el giro convergente, tratando de erigirse en el partido de la "centralidad" política. El partido que en Cataluña lidera Arrimadas sostiene que su crecimiento en las últimas autonómicas ya se nutrió en parte de este electorado y cree que todavía tiene margen para seguir haciéndolo. Para eso, en los últimos meses ha hecho mucho hincapié en su programa económico, con el que considera que puede atraer a estos votantes.
De hecho, dejando de lado el problema territorial, el ideario de ese votante exconvergente, a grandes rasgos, está más próximo a Ciudadanos que el del PSC. No en vano, el acuerdo, de dos folios, firmado por los socialistas con Units per Avançar incluye ya la previsión de que los diputados de ambos partidos podrán votar diferente en asuntos relativos a "la conciencia personal o a ciertos ámbitos programáticos, que se determinarán por la dirección del Grupo Parlamentario". En Cataluña, por ejemplo, CiU y los socialistas han chocado tradicionalmente por las ayudas a la escuela concertada que segrega en razón de sexo.
Y ahora, el partido nacido en junio que lidera Oriol Molins se define en su ideario como un partido de centro, espíritu federalista europeo y pensamiento político humanista socialcristiano, abierto a personas de tradiciones filosóficas diferentes, que compartan "la visión de la persona, de su dignidad y de su desarrollo integran en la comunidad".
Mientras tanto, Ciudadanos resta importancia al pacto del PSC e incluso al reparto de los 102.000 votos que obtuvo Unió en 2015, con Espadaler como cabeza de lista, y que se quedaron sin escaño. Dirigentes de Ciudadanos consultados por este periódico, apuntan que este acuerdo no es más que un intento de "colocarse" por parte de quienes se han quedado descolgados en estos años. En este partido, sostienen que los bloques están muy definidos y que la pelea está más por movilizar a los propios frente al resto que en esperar fugas de voto milagrosas.
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