El ruido ensordecedor de una sirena suena por buena parte de las sucursales socialistas de España. Las federaciones del PSOE tienen activada la alerta roja que advierte de la proximidad de un peligro: el pacto fiscal suscrito entre Moncloa y ERC, que dio la presidencia de la Generalitat a Salvador Illa. Dos semanas después de que se firmara, la dirección del PSOE sigue ocultando a sus dirigentes territoriales el contenido.
"No nos han dicho nada", explican varios barones consultados por este diario cuando se les pregunta si desde Ferraz se les ha dado pista alguna sobre cuándo y cómo les detallarán la letra pequeña del acuerdo. Fuentes del Ejecutivo reiteran que en septiembre desgranarán el contenido del pacto. Pero a día de hoy sigue siendo un secreto que inquieta y mosquea a partes iguales, porque deja a los barones sin capacidad de defenderse de los ataques de sus respectivas oposiciones,.
Moncloa dijo que ya en septiembre, con el arranque del curso político, se centraría en la explicación y en los detalles. Aunque el Gobierno emite desde hace unos días señales de nerviosismo. Solo así se entiende la improvisación de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, al negar este miércoles que el pacto sea un concierto económico a la medida de Generalitat. La titular de Hacienda habló de singularidad. Sus palabras llegaron tras una duro ataque de Josep Borrell el lunes en una entrevista en El País.
El todavía alto representante europeo para la política exterior criticó que el modelo, "más confederal que federal" implique un cambio del sistema constitucional por la puerta de atrás y por "coyunturas electorales". Montero respondió: no es un concierto y quien diga lo contrario, miente. La dureza del ataque contra Borrell da cuenta del estado de nervios en el que vive instalado buena parte del PSOE. Cabe reseñar que no se entiende el funcionamiento interno del partido sin sus federaciones.
Los líderes territoriales tienen mucho que decir sobre la línea política del partido, aunque el secretario general, Pedro Sánchez, ha ejercido en estos años desde su llegada al poder un liderazgo vertical que ha conseguido contrarrestar la influencia de las sucursales. Pero el pacto fiscal las ha reactivado (y removido). Es más, las ha aterrorizado por sus consecuencias, ya que creen que tendrán difícil arrebatarle al PP el poder territorial. El resto de España es muy sensible a las desigualdades que provocan los pactos con los independentistas.
Fuentes del partido consultadas por este diario en varias federaciones explican que, en efecto, el miedo y la incertidumbre las ha invadido. Lo cierto es que el acuerdo, entre otras cosas, saca a Cataluña de la caja común, permite una Hacienda catalana que recaudará el cien por cien de los impuestos y no aclara qué parte de ese dinero revertirá luego a la caja común, quebrando el principio de solidaridad entre territorios. Todo eso es lo que tiene de uñas a las federaciones del partido, que esperan que el nuevo president sea de los primeros en dar algún detalle más sobre el acuerdo que le ha encumbrando a lo más alto del la plaza de Sant Jaume.
Hasta seis direcciones han pedido al todopoderoso secretario general que convoque un cónclave territorial para fijar una postura común sobre financiación autonómica. Nadie en el PSOE más allá del núcleo duro del líder tiene una copia del acuerdo. Ferraz ha dejado que la iniciativa la llevara ERC.
A todo esto cabe sumar la falta de reflexión acerca de la sangría del partido en las elecciones autonómicas en las que ha concurrido con la salvedad de Cataluña y, en menor medida, Euskadi. Hace tiempo que existen voces críticas en Ferraz por la supuesta entrega de los socialistas a los partidos regionalistas e independentistas que son los que están rentabilizando el voto de izquierdas en estas elecciones. La dirección del partido es consciente de ese efecto, según reconoce una fuente de la ejecutiva a este diario.
Fuentes del oficialismo socialista apuntan que España tiene una realidad plurinacional que hay que atender y que eso implica tener un discurso regionalista, pegado al territorio. Y eso implica abrir huecos por el que se pueden colar los mensajes de los partidos regionalistas e independentistas. Estas fuentes, de hecho, ven las voces críticas internas como un ejemplo más de posturas propias que obedecen a los intereses de sus territorios, donde también opera otro nacionalismo: el español. Mientras, se suceden los rumores. Y ya hay quien apunta que, en las próximas semanas, un destacado histórico socialista se plantea romper el carné del partido.
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