Todo acontecimiento político tiene la capacidad de desencadenar un efecto dominó. Y el batacazo del PSOE en las elecciones gallegas del pasado domingo ya ha puesto las pilas a los socialistas. Según explican fuentes del partido conocedoras de las negociaciones con Junts a Vozpópuli, Ferraz tiene intención de pisar acelerador con Carles Puigdemont para aprobar cuanto antes la ley de amnistía y frenar el desgaste que está provocando en el partido. La lectura de Ferraz de puertas para afuera es que la medida de gracia no ha influido en el resultado de Galicia. Pero lo cierto es que la primera llamada a las urnas tras la investidura de Pedro Sánchez se ha saldado con un fuerte golpe que ya ha revuelto a las pocas voces críticas que quedan en el partido.
"Queremos cerrar cuanto antes el pacto y dejar ya a la Justicia que opere. Así, sacamos la amnistía de la agenda y podemos empezar con presupuestos y demás leyes", explica un fiel colaborador de Sánchez con mando en el socialismo catalán. Fuentes negociadoras admiten, en conversación con este diario, que el resultado de las elecciones gallegas "pone presión" a los socialistas. Pero Ferraz sabe que Junts "va a su bola", como describe una fuente que trata con el expresidente catalán huido en Waterloo.
La portavoz de los socialistas, la burgalesa Esther Peña, reiteró este lunes en la rueda de prensa tras el cónclave de la ejecutiva habitual tras toda resaca electoral, que "la ley -que ahora está en la comisión de Justicia del Congreso, sigue su procedimiento ordinario en sede parlamentaria". Peña, no obstante, aseguró en público que no encuentra la relación causal entre el resultado del domingo y el devenir de las negociaciones del PSOE con Junts. Pero sí lanzó un mensaje de presión en línea con los planes de Ferraz: "Esperamos que pueda aprobarse en los próximos días".
Vitamina socialista para las marcas nacionalistas
El otro gran debate en el PSOE es si la política del partido, dirigida por Pedro Sánchez, está alimentando en exceso a los partidos nacionalistas. Eso es, de hecho, lo que criticaron este lunes algunas voces discordantes. El exalcalde de La Coruña, el socialista Francisco Álvarez, acusó a Sánchez de propiciar la desaparición del partido a nivel autonómico.
Las federaciones socialistas están inquietas, especialmente las de aquellas regiones con una identidad fuerte. Y todo porque la inclusión de los partidos independentistas y nacionalistas en la mayoría de la investidura está abriendo un gran hueco a estas formaciones en sus territorios. El análisis de algunos dirigentes socialistas es que el voto dual les está matando. Es más, fuentes de la dirección asumen que son estos partidos los que están rentabilizando la acción del Ejecutivo central.
El presidente del Gobierno, pese a todo, parece mantener la calma aunque se vio "afectado" por un golpe mucho más duro del esperado. Pero a grandes problemas, soluciones imaginativas. Sánchez tiene no parece especialmente inquieto por la posibilidad de que los grandes liderazgos territoriales no lleven la marca de su partido. Por eso, fuentes de de la dirección federal consultadas por El País apuntan que el secretario general del PSOE verbalizó ante los suyos la necesidad de “consolidar liderazgos fuertes” en las comunidades autónomas “que incluso trasciendan la marca” del partido.
La ley de amnistía fue rechazada por el pleno del Congreso con el voto en contra de los de Carles Puigdemont, que están empeñados en borrar por completo el terrorismo como exclusión de la norma y también el delito de traición; los dos que rodean al expresidente catalán y a más de dos docenas de independentistas (CDR y Tsunami). El PSOE se niega, porque cree que la ley, tal y como pide Junts, no pasaría ni el filtro del Constitucional ni el del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
La ley, en la barrena
Por eso, el autor intelectual de la medida de gracia, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, busca desesperadamente una alternativa. Ahora, el PSOE y Junts trabajan en encontrar una solución intermedia. En Moncloa creen que se terminará llegando a un acuerdo en los próximos quince días en la comisión de Justicia del Congreso, donde volvió la ley, porque hay mucha presión en Cataluña para amnistiar a las decenas de personas pendientes de juicio.
Pero Sánchez tiene otro problema. Lo cierto es que Carles Puigdemont se haya convertido en Bruselas en un apestado sospechoso de confabular con Vladímir Putin para desestabilizar la Unión Europea es un serio problema político para el presidente del Gobierno. En primer lugar, porque si el presidente sucumbe a las exigencias de Junts para salvar a Puigdemont y borra todo el terrorismo y la traición, la ley no pasará, según el Gobierno, el filtro del Tribunal Constitucional y el de Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Pero lo peor es que los aliados europeos verán al presidente del Gobierno como cómplice de un político peligroso. Y si Sánchez no sucumbe no tiene asegurada la ley de amnistía y, por tanto, la legislatura. El presidente afronta un gran dilema. Y Moncloa lleva varios días emitiendo mensajes de órdago que se le pueden volver en contra a tenor de lo sucedido el domingo. El plan era no moverse y si al final no hay acuerdo en el próximo mes y la ley no sale adelante "será una pena". Pero ahora es el PSOE el que tiene incentivos para cerrar un acuerdo y quién sabe si ceder aún más.
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