Las ocasiones en las que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha reiterado su rechazo a pactar con EH Bildu no han sido pocas. Desde 2015, el líder socialista ha mantenido una férrea postura: no iba a pactar con la formación de la izquierda abertzale. Sin embargo, los acuerdos se han sucedido durante años y, el último movimiento que ha puesto en jaque la credibilidad de las declaraciones del jefe del Ejecutivo ha sido la cesión de la Alcaldía de Pamplona a través de una moción de censura conjunta con PSN.
El pasado miércoles se confirmaba la información adelantada por 'Vozpópuli' el 24 de noviembre: el PSOE entregará la Alcaldía de Pamplona a Bildu. Lo hará mediante una moción de censura para destituir a la actual alcaldesa, Cristina Ibarrola, de Unión del Pueblo Navarro (UPN). Su puesto lo ocupará Joseba Asirón, de EH Bildu.
Sánchez se esperó una jornada para reaccionar, pese a que miembros de su partido ya lo habían hecho ese mismo miércoles saliendo en defensa del pacto. En sus declaraciones, el presidente del Ejecutivo justificó la decisión por la supuesta parálisis a la que cree que ha llevado a esa institución la actual alcaldesa de UPN.
El socialista respladó la moción afirmando que lleva existiendo, desde hace cinco años, "un bloqueo, una parálisis y la no aprobación de los presupuestos municipales".
"Por tanto, creo que aquellos que reprochan esta moción de censura tienen que hacérselo ver, porque se produce por la incapacidad, en este caso de UPN, de la derecha navarra, de tejer complicidades, de construir puentes con otras formaciones políticas para hacer avanzar a Pamplona", añadió.
A su juicio, lo que está haciendo el PSN, afirmando que cuenta con su apoyo, es sacar de la parálisis a un ayuntamiento "tan importante como Pamplona". "Es un caso concreto, un caso bien determinado de una parálisis, de un bloqueo y de una falta de entendimiento por la total ausencia de voluntad, en este caso de la alcaldesa de UPN", insistió, tesis que secundó la nueva ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y ex consejera y ex delegada del Ejecutivo en Navarra, Elma Saiz.
¿Un caso concreto?
No obstante, el de Pamplona no se trataría de "un caso concreto", como defiende el presidente, sino que desde hace meses se están produciendo hechos que plantean un cambio de consideración del Gobierno hacia la formación de Arnaldo Otegi.
El mismo día que se conocía el pacto entre el PSN y EH Bildu en la capital navarra, se celebraba en el Congreso de los Diputados la sesión de control al Gobierno de coalición. En dicho pleno, el actual ministro de Transportes, Óscar Puente, aseguró "no tener ningún complejo" a la hora de llegar a acuerdos con Bildu para que "se haga con una alcaldía de una capital de provincia" porque es un "partido progresista democrático".
Pero no fue el único miembro o socio del Gobierno que sacó a relucir la nueva relación entre ambas formaciones. Además de las insistentes preguntas y reproches de la oposición por el mencionado pacto, el portavoz de Bildu en la Cámara, Oskar Matute, no se lo puso demasiado difícil a la vicepresidenta primera y titular de Economía, Nadia Calviño.
El diputado de Baracaldo se revela como un puntal clave en la operación de blanqueamiento del partido que no condena los crímenes de ETA mediante un ejercicio sostenido de estudiada moderación en las formas para exponer asuntos tangibles relacionados las más de las veces con la política práctica.
Matute aprovechó su turno para pedir explicaciones sobre la gestión del Ejecutivo para, por el contrario, formular a Calviño una pregunta sin aristas para lucimiento de la futura presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI).
En su inicio, deseó a la aún vicepresidenta primera "suerte en su nuevo cometido" para ofrecerle luego una oportunidad de lucimiento al plantearle qué soluciones prevé abordar el Ejecutivo para hacer frente a la pérdida de poder adquisitivo que sufren las familias españolas por la escalada inflacionaria. Antes, además, refirió el descenso del IPC en un reconocimiento implícito de las políticas económicas de la interpelada.
Hace ocho meses, Matute volvía a ser protagonista, en dicho momento por la nueva ley de vivienda. De hecho, fue uno de los protagonistas (por delegación de Sánchez) de la presentación de la nueva nomra vendida como la panacea por el Ejecutivo que no obstante, meses después de su entrada en vigor, se ha revelado ineficaz.
En País Vasco, por parte del secretario general del PSOE en la región, Eneko Andueza, a finales de julio llamaba "miserable" a PP por "pactar" con EH Bildu en Vitoria, acusándoles de "no tener escrúpulos". A finales del mes pasado rechazó rotundamente cualquier pacto con la formación abertzale. Lejos de esta perspectiva está Otegi, que este jueves abría la puerta a pactar con los socialistas en País Vasco. "¿Por qué eso es posible en Navarra, en el Estado o en Iruña y no es posible en Gipúzcoa o Vitoria?", se preguntaba.
Foto de Sánchez y Aizpurua (Bildu)
Una de las imágenes más destacadas llegó en octubre, cuando el presidente del Gobierno se reunió, junto con los números dos y tres del partido, con Bildu. La primera reunión que mantenían en persona con la formación vasca.
En 2016, Sánchez aseguró que no se sentaría con Bildu para negociar su investidura después de reunirse con el entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Su posición seguía firme en 2019, en las elecciones generales, cuando garantizó que los socialistas nunca pactarían con Bildu para formar gobierno en Navarra. Ahora el escenario es bien distinto.
Con la cuenta atrás para la investidura de este 2023, el líder del PSOE se sentó con los nacionalistas vascos para acabar de atar los apoyos y revalidar su legislatura.
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