Tras cinco semanas de idas y venidas, Murcia ya tiene en marcha una moción de censura contra su presidente, Pedro Antonio Sánchez. Sin embargo, el movimiento con el que el PSOE sorprendió en la mañana del viernes puede tener el efecto contrario al buscado: zanjar el debate y apuntalar largo tiempo al barón autonómico, investigado por cuatro presuntos delitos de corrupción en el caso Auditorio. Y es que la moción se ha lanzado sin haber alcanzado antes un acuerdo que garantice su aprobación y la han firmado los 13 diputados del Grupo Socialista, única fuerza de la oposición que puede impulsarla por sí misma. De este modo, si fracasa en el intento -y todo apunta a ello-, se cierra las puertas a participar de una maniobra similar al menos hasta la primavera de 2018. Entonces, quedará un año para las elecciones autonómicas y el horizonte judicial de Sánchez se habrá despejado, para bien o para mal.
El Estatuto de Autonomía de Murcia es meridiano al respecto. "Si la moción de censura no fuese aprobada, ninguno de los signatarios podrá presentar otra en el plazo de un año desde aquélla, dentro de la misma legislatura", establece el texto en el punto 4 de su artículo 33. El PSOE ha decidido utilizar ya la bala de plata y lo ha hecho implicando a todo su grupo parlamentario, cuando le hubiera bastado con utilizar a siete de ellos -para tramitar una moción de censura, el Estatuto exige el apoyo de al menos el 15% de la Asamblea, que cuenta con 45 escaños-.
Se la juegan a una carta, intentando descargar en Ciudadanos toda la presión. Con Podemos presto a avalar cualquier iniciativa que implique desalojar al PP, es el partido naranja quien tendrá que elegir entre hacer presidente al líder del socialismo murciano, Rafael González Tovar, o impedirlo y, por ende, permitir que los populares sigan en el poder pese a tener a su presidente investigado y a estar incumpliendo el primer punto del acuerdo de investidura que firmaron en 2015 con Cs.
Ciudadanos garantiza que no apoyará un Gobierno alternativo del PSOE si no es para convocar elecciones, lo que aboca la moción al fracaso
Por el momento, el partido naranja sigue rechazando la posibilidad de apoyar un gobierno alternativo. "El PP prefiere proteger al imputado Sánchez y el PSOE quiere pillar sillas. Espero que estén a la altura y permitan que voten los murcianos", manifestó en la tarde del viernes Albert Rivera. Su número dos, José Manuel Villegas, había garantizado poco antes que no apoyarían la moción de los socialistas salvo que se comprometieran a convocar elecciones. Y lo mismo había hecho el líder naranja en Murcia, Miguel Sánchez. Cs no votará a favor de Tovar -candidato del que recelan- si su propósito es gobernar la región -"pillar sillas"- hasta 2019. Tampoco contemplan entrar en el Ejecutivo ni negociar nada con los partidos de izquierda que no sea esa moción técnica para disolver la Asamblea.
El PSOE, en el 24%
En los comicios de 2015, el PP obtuvo el 37'4% de los votos y se quedó a un escaño de la mayoría absoluta. El PSOE se quedó en el 24%, con Podemos en tercer lugar (13'1%) y Ciudadanos en cuarto (12'5%). Ese escenario lleva a los de Rivera a renegar de construir un Gabinete al margen de los populares: entienden que no es lo que los murcianos decidieron y consideran que les pasaría factura en la que es una de las regiones más derechistas de España. Descartada la dimisión de Pedro Antonio Sánchez y la posibilidad de investir a otro político del PP -Sánchez y Génova se niegan-, solo ofrecen la posibilidad de ir a elecciones.
Esa postura deja al PSOE abocado a fracasar con su moción de censura. En principio, está previsto que se debata la segunda semana de abril, tras unos días en los que socialistas y morados redoblarán la presión sobre Ciudadanos para que vote a favor. Los discursos de estos partidos ya critican que Rivera esté facilitando con su actitud la permanencia de Sánchez, mientras el PP carga contra los intentos de la oposición de "llegar de forma ilegítima al poder". Un fuego cruzado que se mantendrá las dos próximas semanas.
Si los socialistas se estrellan, ya solo podrá asomar otra moción para tumbar a Sánchez a través de un improbable hermanamiento entre Podemos y Cs
De alguna manera, González Tovar está reeditando en Murcia los intentos que el año pasado hizo Pedro Sánchez para alcanzar La Moncloa. La amenaza de las terceras elecciones y la continuidad de Mariano Rajoy era blandida por el entonces líder del PSOE para reclamar el apoyo de Ciudadanos y Podemos a su proyecto. Se demostró imposible: acercarse a uno de los partidos emergentes implicaba alejarse definitivamente del otro. La misma situación de vasos comunicantes se replica ahora en Murcia, amenazando con frustrar el intento de Tovar de sustituir al barón del PP.
Tal cosa dejaría al PSOE 'inhabilitado' para futuros pactos contra Pedro Antonio Sánchez. Si el paso de las semanas complica la situación del presidente autonómico y/o propicia un acercamiento de Ciudadanos a la moción constructiva -y no técnica-, esta ya solo podrá lanzarse a través de un muy improbable hermanamiento del partido naranja con Podemos. Ni los de Rivera -cuatro diputados- ni los de Iglesias -seis- tienen fuerza suficiente para hacerlo solos. Tendrían que firmar conjuntamente la moción de censura los mismos partidos que hasta ahora se han mostrado incapaces de pactar prácticamente nada en cualquier nivel de la administración. Un escenario difícilmente imaginable.
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