El PSOE y el PNV viven un auténtico romance político. Sus pactos son ya una costumbre. Ambos gobiernan juntos en el País Vasco, donde también se han repartido el poder en los principales ayuntamientos y en las tres diputaciones. Los nacionalistas fueron decisivos en la llegada al Gobierno de Pedro Sánchez en la moción de censura contra Mariano Rajoy. Y, desde este martes, ambos compartirán también el poder en Navarra con un gobierno de coalición presidido por María Chivite y con una fuerte presencia de Geroa Bai, la marca peneuvista en la comunidad.
No parece que Sánchez vaya a tener difícil cosechar el apoyo de Íñigo Urkullu cuando intente su investidura en el Congreso de los Diputados. El propio lehendakari estará este martes en Pamplona para asistir a la toma de posesión de la nueva presidenta del Gobierno de Navarra. Una prueba más de que las relaciones políticas e institucionales entre socialistas y peneuvistas pasan por su mejor momento en años.
Acuerdos en el País Vasco
Ya son tres años de acuerdos permanentes. Primero fue la coalición en Euskadi en 2016. El PNV ganó las elecciones autonómicos con cierta holgura, pero necesitaba un socio preferente para gobernar. En caso de que hubieran optado por una vía combativa desde el punto de vista territorial, los nacionalistas tenían sencillo un acuerdo con Bildu. Además, podían haber apostado por un pacto con el PP, dado el buen clima de confianza que había entonces entre Moncloa y Sabin Etxea.
Pero la actual dirección del partido, conformada por Andoni Ortuzar, Urkullu y los suyos -tan alejados de los Arzalluz, Ibarretxe y Egibar que antes mandaban en el partido-, miró al PSE de Idoia Mendía y los suyos. A pesar de que entre ambos no sumaban mayoría absoluta en el Parlamento vasco, hubo entente. Y socialistas y peneuvistas conformaron un gobierno de coalición. Así, volvían al clima de entendimiento del pasado en Euskadi.
La moción que lo cambió todo
El acuerdo en la comunidad autónoma creó un clima de confianza. Sin embargo, el PNV, experto en pactar con quien haga falta y cuando haga falta por cualquier vía aunque parezca imposible, respaldaron la investidura de Rajoy y llegaron a acuerdos con el Gobierno del PP liderado por Mariano Rajoy. Hasta que Pedro Sánchez encontró el momento perfecto, en mayo de 2018, después de la sentencia del caso Gürtel, para cambiar por completo el panorama político. Ya se sabe que el PNV desniveló la balanza al respaldar la moción de censura contra Rajoy. De manera que para los nacionalistas la confianza con el PSOE creció con la misma fuerza que la desconfianza con el PP.
Ese clima de pactos explica por qué PSOE y PNV se han aliado en numerosos ayuntamientos tras las elecciones del 26-M, incluidos los de San Sebastián, Vitoria y Bilbao. Sea mediante gobiernos conjuntos o mediante apoyos externos la realidad es que socialistas y peneuvistas votan juntos en las plazas más importantes, incluidas, además, las tres diputaciones vascas. Parece que este romance va para largo. Confluyen sus intereses. Por un lado, el PNV ve a Bildu como su gran enemigo y nada quiere saber de aliarse con los abertzales. Por el otro, el PSE se está afianzando como primera fuerza no nacionalista en el País Vasco, muy por delante de Podemos y PP.
Navarra, un paso más allá
Los pactos entre PSOE y PNV se producían solo en las coordenadas vascas. Hasta ahora. Porque la alianza se extiende a Navarra desde este martes. Era algo que parecía imposible. En la pasada legislatura, Geroa Bai, con Uxue Barkos a la cabeza, lideró un gobierno cuatripartito en dicha comunidad. El PSN estuvo en la oposición, desde donde no ahorró en críticas tanto a la marca navarra peneuvista como a los socios de gobierno (Bildu, Podemos e IU).
A pesar de que los antecedentes no invitaban al optimismo, a partir de ahora el PNV y el PSOE también son socios de gobierno y se reparten el poder en Navarra: la presidencia y ocho consejerías para el PSN y la vicepresidencia y cuatro consejerías para Geroa Bai. Un paso más allá en la entente. Una forma de reforzar una alianza que empieza a parecer irrompible. Si gobiernan juntos en todas las instituciones del País Vasco y también en Navarra, no parece una locura pensar que Sánchez tiene asegurado el apoyo de Urkullu en el Congreso.
El romance entre peneuvistas y socialistas sigue afianzándose. No se vislumbra el final de este camino conjunto. Al menos, hasta que el PNV no pise el acelerador independentista.
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