Pedro Sánchez estableció hace un mes, en plena tormenta tras hacerse públicas unas primeras grabaciones del ex comisario José Manuel Villarejo en 2009 a la ministra de Justicia, Dolores Delgado y al ex juez Baltasar Garzón, que el Estado "no puede aceptar el chantaje de un delincuente"; y el PSOE va a aplicar esa misma doctrina a la ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal no presentando iniciativas parlamentarias o judiciales contra ella.
Aunque, según fuentes de la Dirección Federal socialista, ambos episodios "no son comparables", porque las escuchas a la ministra Delgado se produjeron en un almuerzo distendido mientras que la ex número dos de los populares citó "de forma clandestina" a Villarejo para tratar de torpedear el caso Gürtel, para Sánchez y su equipo prima la idea de que se trata de un chantaje al Estado; un chantaje que hoy afecta al PP, ayer al PSOE y mañana a cualquiera que fuera grabado ilegalmente por el excomisario durante los últimos 25 años.
Políticamente, el PSOE y el PP van a seguir a la greña arrojándose ambos casos -este miércoles se ha visto en la sesión de control al Ejecutivo y ayer la Carmen Calvo dijo: "quien a hierro mata, a hierro muere"- pero ninguno de los dos va a ir más allá en un asunto en el que pueden salir trasquilados en beneficio de terceros, Ciudadanos y Podemos.
Este lunes la ministra Batet ya dijo que no se puede dar crédito a las grabaciones ilegales de un policía corrupto
De hecho, este mismo lunes, cuando empezaron a aparecer las primeras informaciones sobre la cita del policía con Cospedal y su marido, Ignacio López del Hierro, en la sede del PP, la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, fue encargada de dar una primera reacción en la SER poniendo de relieve que no se puede dar "credibilidad" a unas grabaciones ilegales; y horas después, la portavoz del Comité Electoral del PSOE, Esther Peña, usó ese mismo argumento en una rueda de prensa en la sede de Ferraz.
A los socialistas, más allá de declaraciones grandilocuentes, no les interesa remover un asunto del que están por salir muchos más episodios con resultado incierto.