Hace tiempo que el municipio gerundense de Amer, donde nació Carles Puigdemont, se convirtió en una suerte de santuario independentista. Si la pasada Navidad, los vecinos del ex presidente de la Generalitat decoraron los abetos con lazos amarillos en defensa de la república y de la libertad de quienes consideran "presos políticos", este mes de mayo, la celebración del Corpus Christi, fiesta de la Iglesia católica destinada a celebrar la Eucaristía, tampoco se ha escapado del atrezzo secesionista.
Como viene siendo tradición, diseñadores y vecinos del pueblo, que cuenta con unos 2.200 habitantes, han confeccionado diversas alfombras de flores, solo que en esta ocasión los diseños giran en torno a una única temática y predomina el color amarillo. "¡Libertad para los presos políticos!" o "Exiliados, os queremos en casa" son solo algunos de los mensajes que pueden leerse en las alfombras.
Llegadas estas fechas, muchos municipios de la provincia de Gerona, como Amer, cuna de Puigdemont, celebran una de las procesiones más antiguas de Cataluña. Su finalidad consiste en proclamar y aumentar la fe de los creyentes, dándole a Jesucristo públicamente el culto de adoración.
En Amer, donde, salvo la ermita de Santa Brígida, hay escasos elementos de atracción turística, Puigdemont también se ha convertido en un reclamo y aprovechan la celebración cristiana para rendir homenaje a su figura y a la de otras autoridades políticas en pleno debate sobre el uso de las instituciones a favor del secesionismo o si los ayuntamientos deben ser permisivos o no con la utilización de los espacios públicos para poner consignas de corte político por parte de los vecinos.
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