El bucle no cesa. El bloqueo no desaparece. Carles Puigdemont no renuncia a repetir como presidente de la Generalitat. La decisión del tribunal alemán le da alas a sus pretensiones. El escenario político catalán ha vivido un vuelco radical en estas últimas horas. El expresidente ha abandonado la prisión de Neümunster 'pletórico e invencible', según uno de los presentes. "Es hora de hacer política, no hay excusas", declaró ante el grupo de diputados secesionistas y demás forofos que le esperaban. "Mi lucha es por la democracia", sentenció, en su mejor estilo Mandela.
Los planes del independentismo siguen su curso, a la espera de la decisión final de los jueces germanos. El primer paso es la investidura de Jordi Sánchez, el expresidente de la ANC ahora en prisión. Será un intento fallido. Lo pretendió ya en marzo y el juez le impidió presentarse en el Hemiciclo para someterse a la votación. Lo intentará ahora en base a una aséptica respuesta de la oficina de Derechos Humanos de la ONU a una denuncia de su defensa.
La opción del candidato 'limpio'
Una vez tumbado el intento de Sánchez, la idea de los secesionistas era pasar al 'plan D'. Un candidato 'limpio', sin problemas procesales. Así lo reclamaba Marta Vilalta, la portavoz de ERC, este mismo viernes. Tras Sánchez, "buscaremos rápidamente una alternativa". El tiempo corre y el plazo termina el 23 de mayo.
Irrumpe ahora Puigdemont, paseando en libertad por Alemania a la espera de que la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstreinde decida finalmente sobre su entrega. El expresidente prófugo había renunciado a sus propósitos de ser investido durante su estancia en Bruselas. Rechazada una investidura telemática por la Mesa del Parlament, se consolaba con presidir la 'república en el exilio', también llamada el 'espacio libre de Bruselas'.
Al imponer los jueces alemanes que no se le juzgue por rebelión, queda a cubierto de la posibilidad de que el Supremo le inhabilite cuando ingrese en prisión. Sólo podrá ser juzgado por malversación, lo que no conlleva la pérdida de sus derechos al sufragio pasivo, de acuerdo con fuentes judiciales. Necesitaría, eso sí, que, llegado el caso, Llarena le permitiera personarse en la Cámara para su 'proclamacón'. Cabe suponer que, una vez entregado a la Justicia española, el expresidente ingrese en prisión, al igual que el resto de los promotores del 'procés'.
La euroorden paralizada
Puigdemont contaría con los cuatro votos de la CUP, según acaban de recordar. Es el único candidato que tendría el apoyo de los anticapitalistas. El juego de las mayorías en el Parlament para consagraruna investidura es un verdadero embrollo. O apoya la CUP o renuncia el exconsejero Comin, ahora en Bruselas.
Todo este esquema quedaría colapsado en el momento en el que Llarena presente un recurso ante el Tribunal de la UE, según se anunciaba desde el Supremo. La Fiscalía le apoya. En cuanto se de este paso, el proceso de la euroorden quedaría quedaría paralizado. Puigdemont se quedaría colgado en Berlín a la espera de la resolución de la nueva etapa del conflicto eterno.
Una oleada de euforia desborda al bloque separatista. "Más por el batacazo de la Justicia española, de Rajoy y del 155 que por el propio Puigdemont", confiesa un diputado de ERC. La fiesta ha estallado en el independentismo. El líder de JxCat piensa aprovecharse de ello. Reivindicar su condición de 'president legítimo'. Nadie se opondrá a ello. parecía eclipsado, amortizado, casi enterrado políticamente y ahora ha resucitado. Y, además, pretende ser investido y gobernar. Aunque sea desde una prisión española.
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