En las filas del grupo parlamentario socialista se denuncia en voz baja el cinismo de algunos diputados que siguen defendiendo la gestión de Pedro Sánchez al frente del partido, se apasionan a la hora de apostar por el ‘no’ a la investidura de Mariano Rajoy y, al mismo tiempo, solo piensan en su bolsillo. En esta actitud han visto colocado en los últimos días a Rafael Simancas, quien después de la trifulca del pasado sábado en el comité federal comentó a algunos compañeros de partido que lo único que puede incentivarle a cambiar de opinión y defender que Rajoy forme Gobierno, es la garantía de que no haya terceras elecciones y, por tanto, evitar quedar en el paro, ya que en caso de repetirse los comicios tiene altas posibilidades de no ir en las listas ni por Madrid ni por ninguna otra provincia.
Simancas ingresa como diputado 6.351 euros mensuales y es de los que carecen de profesión conocida, más allá de presentarse en su currículo como profesor de Ciencias Políticas y de formar parte del consejo de redacción de la revista Temas, cercana al exvicepresidente Alfonso Guerra. La única intervención en pleno que se le conoce en la pasada legislatura fue una en la que exigió la derogación de la reforma educativa. Desde que se constituyó la Cámara Baja después de las elecciones de junio, ha guardado un silencio casi sepulcral ocupado, aseguran en su grupo, en vigilar las peleas que se dan dentro del Partido Socialista de Madrid por su control interno. Su falta de dedicación al Congreso le viene facilitada por las nulas responsabilidades que le dio Pedro Sánchez, pues se limita a ser vocal suplente de la Diputación Permanente, que solo se reúne en periodo de vacaciones, vocal de la comisión de Fomento y portavoz de la de Empleo.
Hay en su grupo parlamentario quien le tiene ganas a Simancas y relata que suma 16 años como diputado viviendo del triste recuerdo que le produce no haber podido convertirse en presidente de la Comunidad de Madrid hace trece años por culpa del “tamayazo”, un episodio que no puede olvidar aunque se esfuerza en eludir cualquier comentario sobre el paradero de los dos exdiputados socialistas de la Asamblea madrileña que hicieron posible el golpe. No se sabe por qué, pero todos los consejos que ha recibido de algunos diputados para que reactive la investigación cuando el ‘caso Gürtel’ ha estado en la cresta de la ola, han caído en saco roto.
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