Llegó el gran día del caso Gürtel, la fotografía que estaban esperando el PSOE, Podemos y, en general, todos los partidos que no son el PP: a las 10.00, el "ciudadano Mariano Rajoy" se sentará entre los abogados para declarar como testigo si sabía algo de las actividades llevadas a cabo por Francisco Correa entre 1999 y 2005... y, de paso ya, de la famosa Caja B de financiación ilegal de los populares.
Cuando supo que el tribunal accedía a la petición de las acusaciones particulares -no así de la Fiscalía y la Abogacía del Estado- para que Rajoy declarase en persona, el PP reaccionó con indignación; enseguida se dio cuenta de que era un esfuerzo inútil y cambió esa estrategia por otra de control de daños que en las últimas horas pasa por aparentar "absoluta normalidad" procesal y máxima "tranquilidad", que para eso el jefe del Ejecutivo se ha pasado en Doñana con su familia todo el fin de semana hasta el lunes por la tarde.
Necesitaba cargar las pilas para lo que hoy se le viene encima literalmente: 300 periodistas nacionales e internacionales con decenas de cámaras y retransmisiones en directo en el polígono de San Fernando de Henares (Madrid), donde se viene celebrando el juicio. Y verse las caras, en 200 metros cuadrados, aunque solo sea en miradas no buscadas, entre otros, con un Luis Bárcenas en el origen del calvario judicial del PP desde hace seis años.
Allí estará una hora o lo que dure su declaración, concluida la cual pondrá rumbo a La Moncloa, a poner en marcha la estrategia que tiene preparada para contrarrestar el duro impacto político y mediático de ver a todo un presidente del Gobierno sentado en el banquillo, aunque sea en el de los abogados.
Cataluña le va a ayudar. Porque, para cuando él acabe, a mediodía, la mayoría independentista en el Parlament habrá aprobado un cambio en el reglamento que les permitirá aprobar por la vía exprés las leyes de desconexión con España. Dependiendo de cómo le vaya a Rajoy en su declaración ante los jueces, igual le vemos esta tarde compareciendo en la sede de la Presidencia del Gobierno envuelto en la bandera de España para responder a Carles Puigdemont y los suyos... o no, como diría el político gallego.
O puede que, al final, el Gobierno opte porque salga a replicar a los soberanistas la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, incluso que al final despache el asunto con un simple comunicado. Todo está abierto a esta hora. Lo único cerrado es lo que ocurrirá a partir de mañana.
El presidente del Gobierno pasará el mal trago con una mezcla compuesta por la respuesta a los soberanistas catalanes, los buenos datos del paro y la entrega de las medallas de oro al mérito en el trabajo
Porque el día de mañana, jueves, sí ha sido planificado con mucha antelación: a las 9.00, se dará a conocer la EPA del segundo trimestre de 2017, que va a arrojar buenos datos de empleo; y a mediodía, Rajoy aprovechará para entregar en La Moncloa las quince medallas de oro del Mérito al Trabajo otorgadas el pasado 9 de junio por el Consejo de Ministros a diversas personalidades, deportistas y y famosos.
Allí dará un discurso en el que se pondrá la medalla de la creación de empleo y tras el acto solemne se codeará ante los reporteros gráficos con galardonados como la periodista María Teresa Campos y el jugador de baloncesto Pau Gasol, la nadadora paralímpica Teresa Perales, la bailarina Aída Gómez, el saxofonista y compositor Pedro Iturralde, el exministro socialista Javier Moscoso, y el sindicalista de CCOO Joaquín Navarro, entre otros.
Y el viernes 28, tras el último Consejo de Ministros antes de irse unos días de vacaciones de verano, el presidente del Gobierno comparecerá en la tradicional rueda de prensa de balance del curso político iniciado a la vuelta de las vacaciones de Navidad.
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