Una de las cosas que más ha llamado la atención -incluso en el PP- del balance político 2017 hecho por Mariano Rajoy es su absoluta resistencia a cualquier cambio tanto en el partido como en el Gobierno tras la debacle electoral en Cataluña por 36 diputados a 4 en beneficio de Ciudadanos.
El presidente del Gobierno no quiere reconocer siquiera los comentarios en voz alta y en voz baja que se hacen entre populares sobre la necesidad de mover el banquillo en el Ejecutivo "para darle un impulso político", según coinciden varias fuentes consultadas por Vozpópuli.
"Yo no los he oído; a mi nadie me lo ha pedido", llegó a decir Rajoy el viernes en La Moncloa para cortar un debate que han empezado en público dirigentes de peso como el exministro de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo, apuntando directamente a la responsabilidad política de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
Es más, cuando se le preguntó a Rajoy por la "inevitable" para algunos marcha de Xavier García Albiol de la Presidencia del PP catalán, el líder popular aseguró que "no hay ninguna decisión tomada" porque en la vida es importante pensar bien las cosas; y tampoco quiso dar pábulo a una minireforma del gabinete solo para cubrir la posible marcha del ministro de Economía, Luis de Guindos, al Banco Central Europeo.
Internamente se entiende mejor la resistencia a cambiar a García Albiol, hasta ver cómo queda el panorama político catalán -si hay repetición de elecciones o no-, que la contumacia en mantener un gabinete que muchos ven quemado para afrontar el final de la legislatura. Los críticos solo encuentran una explicación: la "defensa implícita" de la vicepresidenta hasta que pase la tormenta desatada en los medios y en el propio partido por el fracaso de su 'operación diálogo' en Cataluña y la renovada victoria independentista.
Cualquier crisis de gobierno en profundidad alteraría el difícil equilibrio entre la vicepresidenta y su gran rival por la sucesión: la secretaria general y ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal
Si Mariano Rajoy hiciera cambios ahora, señalan estas fuentes, obligado por la necesaria salida de la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, para convertirse en presidenta del PP catalán, "se entendería mal" que no profundizara más la crisis para tranquilizar a una organización muy preocupada con el riesgo de que el crecimiento espectacular de los de Albert Rivera en Cataluña acabe generalizándose a toda España.
Y si profundiza y cambia de arriba a abajo el gabinete, añaden, es difícil que no afecte a Sáenz de Santamaria en algún sentido. Eso alteraría los equilibrios internos entre ella y sus rivales en la sucesión. Por más que Rajoy se empeñe en dar señales de que quiere repetir como cartel electoral, todos miran de reojo a los posibles delfines: además de Santamaría, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal; el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo; la madrileña, Cristina Cifuentes; e incluso la presidenta del Congreso, Ana Pastor.
"Rajoy no quiere dar pistas y la única forma de no hacerlo es enrocarse, que es lo que ha hecho", señala una de las fuentes consultadas. "Hay que tener en cuenta que la crisis de gobierno vendrá más tarde o más temprano por la marcha de la ministra de Sanidad Barcelona o la de Guindos a Bruselas; entre tanto, gana tiempo".