Ni un gesto serio llegó a la Moncloa que secundara la oferta del presidente de la Generalitat de convocar elecciones para evitar la declaración de independencia. La mañana de los disparates, cambios de programa cada media hora, concluyó con un portazo del presidente del Gobierno a las pretensiones de Carles Puigdemont. "O está loco o es un imbécil", comentó un miembro del Ejecutivo.
Las condiciones del 'president' se cifraban en la retirada del 155, la puesta en libertad de 'los dos Jordis' y la salida de los refuerzos policiales que permanecen en Cataluña. Rajoy, desde el principio, descartó cualquier tipo de componenda. El 155 saldrá adelante en el Senado. Luego se verían las condiciones. Se aceptaba la 'enmienda PSOE' de mantener en suspenso la aplicación del 155 si se convocaban comicios en condiciones de legalidad. Pero lo primero, volver al terreno constitucional y sepultar la amenaza de la DUI.
Puigdemont estaba 'febril y descompuesto', según uno de los asistentes a las reuniones sucesivas que mantenía en el Palacio de la Generalitat. La madrugada del jueves había sido de locos. Los consejeros más críticos, como Santi Vila y otros, presionaron para sacar adelante la 'vía electoral'. Se fueron a casa, pasadas ya las dos de la madrugada,"con buenas impresiones".
La mañana arrancó con el atasco del burofax del Senado, al que llegaron con retraso las alegaciones del Govern, y con la filtración informativa de unos comicios en marcha. Los universitarios paseaban por las calles de Barcelona en una huelga sin fin. Los cánticos contra el Estado y contra el 155 se trocaron en gritos de 'traidor' contra Puigdemont, según se conoció el cambalache. Las 'entidades' de la agitación callejera preparaban la gran concentración para el viernes, el día señalado para la república. ERC amenazaba con salir del Gobierno si se mantenía la oferta de elecciones. La CUP preparaba ya todo tipo de radicales protestas.
Puentes sin éxito
Rajoy dijo 'no'. Mantuvo su postura de firmeza tras los titubeos de algún miembro de su gobierno al arrancar la semana. "Con las elecciones no basta. Tiene que volver a la legalidad", han machacado con insistencia desde el Ejecutivo central. "Con o sin el PSOE, esto va para adelante", insistían. El Rey, Europa, las fuerzas democráticas, la sociedad, todo el mundo pendiente de lo que ocurre con España. "No podemos mandar al guano el Estado de derecho, sería imperdonable", confesaba una fuente muy próxima a una de las partes negociadoras.
No podemos mandar al guano el Estado de derecho, sería imperdonable", confesaba una fuente cercana a las negociaciones
Las conversaciones Madrid-Barcelona fueron de enorme intensidad a lo largo de toda la mañana. Miquel Iceta mantenía los contactos con la vicepresidenta y con Carmen Calvo, negociadoras ambas del 155. También el consejero Vila, en la práctica ya dimitido, ha conversado con Ana Pastor, presidenta del Congreso. Podría haber habido matices, pero no hay marcha atrás.
"Rajoy está hasta las narices de las trampas y las mentiras de Puigdemont, no nos ha dicho ni una verdad, y se acabó", reconocía una alta fuente del PP. El 155 no es negociable desde el engaño, añadía. "El espectáculo que ha ofrecido este jueves ha sido un esperpento, nadie lo puede tomar en serio".
El president, finalmente, cerró la puerta a las urnas y pasó la pelota de declarar la independencia al Parlament. Algo que Carme Forcadell, presidenta de la Cámara catalana, no quería. Todo transcurre en un ambiente de improvisación, amateurismo y fanatismo delirante, señalaba esta fuente. "Cuando conviertes a las organizaciones de masas en un protagonista activo de la acción política, tarde o temprano te conviertes en su rehén", señalaba un diputado del PDeCat.
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