La gestora que dirige provisionalmente el PSOE necesita gestos urgentes de Mariano Rajoy, así se los ha pedido personalmente su presidente, Javier Fernández, para amortiguar la contestación que dentro del partido sigue suscitando la abstención en la investidura. La ayuda le llegó este miércoles del candidato del PP por dos vías. La primera, el mensaje de que no hay cerrado ningún pacto de legislatura y, por tanto, los socialistas tendrán margen para rentabilizar día a día la negociación de los distintos proyectos de ley. La segunda, que el nuevo Gobierno asumirá con urgencia la reforma de la financiación autonómica, un balón de oxígeno para los siete barones que gobiernan otros tantos territorios y acumulan el grueso de los 264.000 millones de deuda pública que lastran sus cuentas.
Las comunidades que gobierna el PSOE arrastran el grueso de los 264.000 millones de deuda autonómica
Lo último que le convenía a la gestora, admiten fuentes socialistas, es que Rajoy se hubiera subido a la tribuna del Congreso como un candidato seguro de tener garantizada la gobernabilidad. Cuando hace dos semanas algunas voces del PP levantaron la voz para exigir al PSOE estabilidad, más allá del puro trámite de la investidura, el presidente en funciones las acalló porque habían soliviantado a Javier Fernández, obligado a caminar por un fino alambre sin apenas redes de protección para evitar el peor escenario para los socialistas, el riesgo de unas terceras elecciones.
Rajoy, a su manera, dejó apuntadas en su discurso de ayer las principales advertencias, sin que el PSOE tenga que darse obligatoriamente por aludido. "El Gobierno que pretendo formar puede estar lejos de cumplir las condiciones de solidez, gobernabilidad y estabilidad. Pero no puede ser un mero trámite, ha de servir para que los españoles resuelvan sus problemas. No benefician a nadie ni las sorpresas, ni las improvisaciones, ni las incertidumbres. Si no sabemos despejarlas, estaremos perdiendo el tiempo".
Rajoy es consciente de que puede llegar a tener un aliado mucho más fiel en el PSOE que en C's
Rajoy es plenamente consciente de que si gestiona bien los primeros tiempos de esta legislatura, puede llegar a tener un aliado mucho más fiel en el PSOE que en Ciudadanos. Pero para ello tiene que comprender bien la crisis interna que enfrenta a los socialistas, lo que explica el emplazamiento que ayer también les hizo en clave interna: "la excepcionalidad de las circunstancias exige que se dejen a un lado todas las confrontaciones ideológicas y se sumen los esfuerzos, de manera excepcional, porque se trata de una situación inédita que no conoce precedente. De lo contrario, sin esta actitud", advirtió, "estaríamos abocados a repetir las elecciones".
Patxi López, líder emergente
Un sector del PSOE, el más vinculado a Pedro Sánchez, sigue convencido de que la abstención en la investidura supone violentar los principios del partido. Su liderazgo principal recae en el exlendakari Patxi López, contrario a entregar a Susana Díaz las llaves de Ferraz la próxima primavera. La reunión celebrada ayer por el grupo socialista antes de leer Rajoy su discurso, acabó sin acuerdo, pero con un aviso claro del portavoz de la gestora, el andaluz Mario Jiménez, a sus diputados: "el debate acabó el domingo, hay que cumplir el mandato del comité federal". Su resolución impone una abstención en bloque y descarta una selectiva, lo que compromete al conjunto de los parlamentarios socialistas, según interpreta la gestora. Antonio Hernando, como portavoz del grupo, ha contactado con los diputados que amenazan con el voto negativo sin vencer su resistencia. El propio Pedro Sánchez, no despejó ayer su voto final: "Mañana [por hoy] voy a votar que no y el sábado será otro día". A juicio de algunos de los participantes en la reunión, a la que no asistió el exsecretario general, el PSOE puede acabar comportándose como "el ejército de Pancho Villa".
Rajoy elude citar en su discurso de investidura la reforma constitucional que ha sondeado el Rey en su ronda de consultas
Rajoy, según fuentes del PP, es plenamente consciente de las dificultades que castigan a los socialistas, que han acabado por condicionar su discurso. Ayer, ni siquiera citó la reforma constitucional entre sus prioridades, a pesar de que Felipe VI ha querido saber en su ronda de consultas con los principales portavoces políticos si hay agua en la piscina. Es altamente probable que, al final, al candidato del PP le entre el vértigo de asumir este desafío ante un edificio tan dañado como el que cobija ahora al PSOE.
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