"¡Maduro, asesino!", "¡Maduro, dictador!", "¡Maduro, delincuente", "¡Edmundo, presidente!", "¡España, escucha, únete a la lucha!". Son sólo algunos de los cánticos que unos centenares de venezolanos han cantado al unísono este martes, en la Plaza de las Cortes, mientras el Congreso de los Diputados debatía si reconocer o no –simbólicamente, a través de una proposición no de ley presentada por el PP– a Edmundo González Urrutia como "presidente electo y legítimo" de Venezuela. Que el PNV desvelara la orientación de su voto por la mañana, el 'sí' de sus cinco diputados, restó picante a las cábalas de una votación que se efectuará mañana. Pero la presencia del exlíder opositor Leopoldo López, de la hija del propio candidato electo, Carolina González; o del exalcalde de Caracas Antonio Ledezma en la grada del hemiciclo insufló emoción y sentido al debate.
"Podrán quebrar a un hombre, a cien, a mil, pero jamás la causa venezolana", lanzó la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo, una dirigente especialmente implicada en la lucha contra el régimen chavista, en un discurso que se sabía medido, preparado a conciencia; una de esas apariciones, en definitiva, que los populares reservan para ella. No interpeló en su intervención al PNV, quien por la mañana había acotado que no toleraría perdigones del PP en su contra. Porque ello podría cambiar, incluso, el sentido de su voto.
Lejos del argumento diplomático esgrimido por el Gobierno para no reconocer la victoria opositora del pasado 28 de julio, Álvarez de Toledo tildó el movimiento de "imperativo estratégico" y consideró el asilo dado a Edmundo González Urrutia en nuestro país como una "operación diseñada por la dictadura, organizada por Zapatero y facilitada por el Gobierno de España". Desempolvó entonces una cita Oliver Goldsmith: "Lo que es moralmente falso no puede ser políticamente verdadero". El Congreso escuchaba con atención, los manifestantes seguían fuera con sus proclamas y Aitor Esteban permanecía tranquilo en su escaño, sin aparentes motivos para ofenderse y cambiar su discurso, prácticamente calcado al dado en rueda de prensa por la mañana.
Álvarez de Toledo sacó entonces un decálogo para justificar el reconocimiento al líder opositor. "Porque es la verdad y la verdad importa", comenzó, apelando al 67% de los votos a la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) en las elecciones del pasado 28 de julio, según consta en las actas aportadas por la oposición. No reconocer dicha victoria, dijo, "es alentar la posverdad que está carcomiendo las democracias contemporáneas". Segunda razón: "Porque la soberanía del pueblo es sagrada (...). Y es evitar un precedente diabólico, que habilitaría a cualquier aspirante a autócrata". Tercera: "Porque la voluntad popular –ya expresada en las urnas– es el único punto de partida legítimo para la transición".
"A Edmundo lo despojan y a Zapatero lo encumbran"
Entonces acotó Álvarez de Toledo que en Venezuela "no hay dos bandas armadas", sino que "la agresión es unilateral", y que la iniciativa servía para "impulsar la transición". ¿Cuarta razón? "Porque frente a la represión sólo funciona la firmeza". Y apuntó: "No llamen inteligencia al apaciguamiento, por favor", lanzando un dardo, a continuación, al todavía alto representante de la UE, Josep Borrell, por decir que "hasta enero [cuando será la toma de posesión del nuevo presidente] hay tiempo". Quinta: "Porque ni siquiera la izquierda merece este descrédito". Entonces reivindicó al presidente chileno, Gabriel Boric, tan de izquierdas como beligerante con la huida hacia adelante de Maduro.
Fue entonces cuando pronunció la frase más polémica, ya comenzado el murmullo en la bancada esos grupos parlamentarios para quien la oposición venezolana no es sino una banda de "ultraderechistas" –a eso los redujo Gabriel Rufián, portavoz de ERC–. Cayetana puso como ejemplo el cambio de posición sobre Palestina para que el PSOE votara a favor. "El consenso no les sirve de excusa. "¿Lo rompen para reconocer el Estado de Palestina, pero no para reconocer al presidente de Venezuela?", lanzó.
Sexta razón: "Porque el cinismo no merece premio". Porque "a Edmundo lo despojan y a Zapatero lo encumbran", manifestó, mirando a la bancada socialista. Aquí se paró para definir al expresidente del Gobierno como "todo menos un mediador", sino una persona que "mantiene, desde hace años, una relación de intimidad antidemocrática con Maduro y su corte criminal". Alguien que "invoca el bien para perpetuar el mal". Séptima razón: "Porque lo que sucede a Venezuela afecta a toda América Latina". ¿Octava? "Porque de Europa se espera una mínima coherencia".
Novena razón: "Porque Venezuela es un frente en la defensa del orden liberal global". Entonces recordó que "no es casualidad que Putin, China e Irán apoyen a Maduro". Y décima: "Porque España tiene una responsabilidad histórica y moral. Fuimos madre patria. Hoy somos nación hermana y bisagra con Europa". La diputada del PP se despidió con una arenga a los opositores presentes: "Esta es la batalla entre la civilización y la barbarie, y la libraremos hasta la liberación definitiva de Venezuela". La bancada del PP dedicó la ovación al palco, allí estaban los opositores a Maduro en el exilio.
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