La división del voto en estas elecciones generales no ha sido un buen planteamiento político para ningún partido. La derecha (PP, Cs y Vox) ha sumado 100.000 votos menos que en 2016, pero se han dejado 22 escaños. En la izquierda, más concretamente en Unidas Podemos, ha pasado algo similar.
Sus aliados periféricos en Galicia y en la Comunidad Valenciana, En Marea y Compromís, han decidido concurrir esta vez solitario, cosechando una auténtica debacle en ambos dados. Si en 2016 los compañeros de viaje de Pablo Iglesias en el noroeste obtuvo cinco escaños, esta vez se ha ido vacío a casa. A penas ha llegado a 17.700 votos, lo que se ha traducido en un 1,08% del escrutinio.
Los gallegos fueron unas de las banderas que Podemos esgrimió hace tres años para explicar su concepto de país "plurinacional", mostrando que su formación podía llegar a acuerdos con fuerzas de las llamadas comunidades históricas, al igual que hiciese en Cataluña. Las distintas peleas internas, y un proceso de primarias polémico, llevó a que las dos formaciones de izquierdas tomasen caminos separados, por lo que Unidas Podemos no ha podido sumar sus votos en esta ocasión.
Valencia
Suerte parecida ha sufrido Compromís, la formación con la que Iglesias llegó a acuerdos en los anteriores comicios. Los de Mónica Oltra y Joan Baldoví decidieron hacer su lucha en solitario, reivindicando el carácter autonómico del partido. De los cuatro representantes que consiguieron han pasado a un sillón en la Carrera de San Jerónimo.
Es llamativo que en las elecciones a las Cortes Valencianas, celebradas en la misma jornada que los comicios generales, Compromís ha sacado el doble que Podemos, consiguiendo 16 escaños por los 8 de los de Iglesias.
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