Política

El Rey exhorta a los independentistas a respetar la ley para evitar "tensiones y enfrentamientos"

El Rey anima a los políticos, en su mensaje de Navidad, a que impulsen el diálogo y los consensos, y recuerda a los independentistas que no respetar la ley “conduce a tensiones y enfrentamientos”.

“Hemos superado una compleja situación política que conocéis bien”, señala el Rey en su discurso navideño, quien anima a los político a que impulsen el “diálogo y los consensos” para no caer en los mismos errores. En su tercer mensaje de Navidad, lanza también el Monarca una seria advertencia a los independentistas a los que, sin mencionar expresamente, les recuerda que incumplir las leyes tan sólo conduce a enfrentamientos y a la ruptura de nuestra convivencia.

Don Felipe ha optado este año por dirigirse a los españoles desde su despacho en el Palacio de la Zarzuela. Un escenario sobrio. Hace dos años lo hizo desde una impersonal habitación de su residencia y la pasada Nochebuena optó por el majestuoso Salón del Trono del Palacio Real. Por el despacho desde el que se dirige a los españoles en esta ocasión han desfilado, a lo largo del año, los dirigentes de los grupos políticos en búsqueda de un candidato para la investidura. Fatigoso empeño que finalmente logró su objetivo el 30 de octubre en la persona de Mariano Rajoy. Vestido con traje gris marengo, camisa blanca y corbata rosada, el Rey aparecía sentado delante de su mesa, con las banderas de España y de la Unión Europea al fondo. Dos fotografías familiares aparecen sobre el escritorio y en la estantería, algunos libros y otras instantáneas con momentos especiales de su vida, como el saludo desde el balcón del Palacio Real tras su coronación.

En su breve intervención, que apenas supera los doce minutos, Don Felipe se dirige en forma determinante a los dirigentes políticos para que impulsen “los consensos básicos”, fomenten “el diálogo y el entendimiento” y eviten, así, situaciones como las que se vivieron a lo largo de los últimos meses. El Monarca vivió con especial preocupación este periodo sin precedentes de la vida política nacional, con momentos rebosantes de incertidumbre y tensión.

Preservar la convivencia y la cohesión social es preocupación que subraya el discurso de la Corona. La lacra de la violencia de género y el factor de la inmigración se incluyen en este apartado. Subraya la importancia del respeto, tanto a los mayores, entre hombres y mujeres, en los colegios y a quienes ‘tienen ideas distintas a las nuestras”. Y añade: “Consideración también a las ideas distintas a las nuestras. La intolerancia y la exclusión, la negación del otro o el desprecio al valor de la opinión ajena no pueden caber en la España de hoy"

El reto secesionista de Cataluña

Mención especial requiere, como cada año, el tratamiento de la deriva que promueven las fuerzas nacionalistas en Cataluña impulsadas desde los dos partidos que conforman el Gobierno de la Generalitat. Sin nombrarlo expresamente, nunca lo hace, el Rey se detiene muy particularmente en este gran problema para el futuro de España. No se pronuncia la palabra ‘unidad’, pero sí se rechazan por inadmisibles “las actitudes y comportamientos que ignoren o desprecien los derechos que tienen y comparten todos los españoles para la organización de la vida en común”.

Un recuerdo a la Constitución, como marco de nuestro Estado de Derecho: “Vulnerar las normas que garantizan nuestra democracia y libertad sólo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad”.  Y recuerda a continuación que la convivencia democrática se basa en “el respeto a la ley, en una voluntad decidida y leal de construir y no destruir, de engrandecer y no empequeñecer, de fortalecer y no debilitar”.

El drama humano del zarpazo de la crisis

En forma muy especial se detiene para recordar a cuantos han padecido y padecen el zarpazo de la crisis, los más desfavorecidos, los vulnerables (dos expresiones muy comunes en el actual debate político) y los jóvenes sin un horizonte laboral claro. Y a todos aquellos con los que se ha encontrado en sus diversos desplazamientos por la geografía española, a los empresarios que “asumen riesgos para levantarse y reemprender la tarea después de haber visto destruidas obras hechas con ilusión y sacrificio” (recientemente estuvo en la inauguración de la nueva planta de Campofrío, tras el incendio que sufrieron las anteriores instalaciones), a los servidores públicos que “hacen posible que el Estado funciones” y a los trabajadores y profesionales que han sacado adelante a sus familias “durante estos largos y difíciles años”. Pese a los sacrificios, una llamada a la confianza y el optimismo: “Vivimos con la esperanza de la recuperación que ya hemos iniciado” que permitirá crear “mucho más empleo y de calidad”, corregir asimismo las desigualdades y fortalecer nuestra cohesión social.

Un nuevo modelo mundial

El Rey levanta la mirada al futuro y en un pasaje hasta ahora no abordado en sus mensajes, recuerda que la educación es clave para hacer frente al nuevo modelo mundial, un cambio sin precedentes que está transformando nuestras empresas, fábricas, procesos productivos y empleos,  que es algo más que “una revolución tecnológica”, una oleada de transformaciones que “traspasa fronteras, sociedades, generaciones y creencias”. La educación, dice Don Felipe, “será la clave esencial que actualice permanentemente nuestros conocimientos” y que también “forme en lenguas y en cultura, en civismo y en valores, prepare a nuestros jóvenes para ser ciudadanos más libres y capaces”.

Las palabras del Rey concluyen con una nueva llamada a ‘la unión’. No son tiempos “para fracturas, para divisiones internas, sino para poner el acento en aquello que nos une, construyendo sobre nuestra diversidad”, y advierte es preciso “profundizar en una España de brazos abiertos y manos tendidas, donde nadie agite viejos rencores y abra heridas cerradas”.

Un discurso muy centrado en las preocupaciones de la gente, de quienes han travesado o atraviesan momentos de enorme dificultad y a los que anima a confiar en la recuperación económica que ya se divisa. Un mensaje de confianza en que los políticos sepan entender su papel y lo que de ellos se espera. Y un recordatorio especial y severo a quienes pretende fracturar la unidad que, bajo el amparo de la Constitución, es norma de convivencia entre todos los españoles. 

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