La política rara vez genera amistades. Suelen primar los intereses, los de los representantes y los de los representados. Las sonrisas y los abrazos forman parte de una maquinaria teatral bien engrasada. Un juego de apariencia. Quien ostenta el poder, lo sabe. Y lo utiliza en su beneficio. En las últimas semanas se ha creado un nuevo círculo íntimo de toma de decisiones alrededor del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compuesto por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el presidente catalán, Salvador Illa. Los tres lo evidenciaron en su cumbre de Lanzarote del último fin de semana.
En el PSOE hay quien recela de esta nueva alianza, porque sospechan que este trío será el que marque el rumbo político del partido respecto al principal problema político de España: Cataluña. Y sin pasar por los foros de deliberación internos. No ya de Moncloa, sino del propio partido. Además, este nuevo centro de deliberación tan selecto supone una amenaza para otros componentes del Ejecutivo. La mayoría, ministros que, en estos momentos, viven a expensas de las decisiones de Pedro Sánchez sin apenas participar de ellas.
El ministro de Presidencia y Justicia, Félix Bolaños, es uno de los principales interlocutores del presidente en Cataluña y, de momento, un fijo de su círculo decisorio de primer nivel. Pero puede perder influencia ante el auge político de Salvador Illa. El recién elegido president está llamado a jugar un papel determinante en el devenir del país y del propio Partido Socialista en la futura transición de liderazgo que se producirá cuando el secretario general se marche.
Bolaños, abogado de formación, es uno de los autores intelectuales de la ley de amnistía, la llave del PSOE para seguir en Moncloa. Y uno de los que mejor relación tiene con los independentistas de ERC. No por casualidad, fue él quien firmó el acuerdo que permitió la segunda investidura de Pedro Sánchez y quien estrechó la mano de Oriol Junqueras en Barcelona para ratificar el trato. Por eso, su ausencia de esa cita en estival en plenas vacaciones provoca desconfianza en quienes conocen al ministro de Presidencia.
Bolaños es, según el relato de las fuentes consultadas, una persona ambiciosa. Ya mantuvo sonadas batallas por poder dentro del Consejo de Ministros con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. El 'triministro', como bromean algunos en el Gobierno cuando le citan, ha asumido un enorme peso en el gabinete de Sánchez. Su perfil, pues, opaca al de cualquier otro compañero de Moncloa que pretenda tener un papel político relevante. Y no solo dentro del complejo presidencial, sino del mismo universo socialista.
Una fuente recuerda cómo cuando aterrizó en Moncloa, el ahora ministro Bolaños decía no querer quemarse en la primera línea. El socialista madrileño intentó pasar desapercibido trabajando para el presidente como secretario general de la Presidencia del Gobierno, su primer puesto. Pero poco a poco se hizo fuerte. Y de ahí saltó al ministerio que tanto explota. Bolaños se ha labrado un perfil público que intenta conectar con los simpatizantes socialistas. Conoce las entrañas del poder y quiere, algún día, tenerlo, explican estas fuentes.
Salvador Illa se erige, pues, como un adversario. Casi nadie en Ferraz cree que el máximo dirigente del PSC pueda liderar el PSOE. Aunque cada día que pasa se ve el talante de Illa como un valor al alza del partido. En cierto sentido, Illa es un fiel servidor de Sánchez, pero llegado el momento, no dudará en levantar la mano. No tanto para decir aquí estoy, aunque sí para decir: escuchadme. Y ese papel, ese áurea, incomoda a quienes tratan de jugar un rol similar.
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