Cuando el vencedor de unas elecciones (PSOE) logra solo 123 diputados, la cifra más baja en 40 años desde la que arrancar la negociación de investidura de su candidato presidente del Gobierno, cada escaño cuenta. Por eso, si ERC y el PDeCAT deciden no relevar a Oriol Junqueras, Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull en la Cámara Baja una vez sean inhabilitados por el Tribunal Supremo, estarán haciéndole indirectamente un favor a Pedro Sánchez, dispuesto a sacar petróleo político de esa circunstancia. En el caso del también preso Raül Romeva, senador, da igual porque el PSOE tiene mayoría absoluta de 139 escaños en la Cámara Alta.
De ahí la suspicacia tanto de PP y Ciudadanos, que creen ver en el episodio del veto a Miquel Iceta como senador autonómico por el Parlamento de Cataluña y luego presidente del Senado, un "teatrillo", en palabras de un dirigente popular a Vozpópuli, que esconde una supuesta negociación de socialistas y republicanos que incluye no sustituir a los condenados.
Lo cierto es que quedaría la mayoría absoluta del Congreso en 174 diputados -ahora es 176, la mitad más uno-, de forma que Sánchez, por ejemplo, no necesitaría a diario y durante cuatro años los votos a favor de los dos diputados de Coalición Canaria (CC) para sacar adelante proyectos de ley y convalidaciones de reales decretos y decretos-ley.
Es dudoso que la Sala Segunda del Supremo haya terminado el juicio oral y sentenciado a los implicados en el 1-O, como para que ya estén inhabilitados como diputados en julio
Para lo que es exclusivamente su investidura en junio/julio, el presidente sí los va a necesitar, porque los cuatro presos no habrán sido condenados todavía; pero en cuanto el fallo de la Sala Segunda se produzca y los cuatro sean inhabilitados, la primera consecuencia es que el PSOE ya no necesitará el voto afirmativo de las parlamentarias canarias Ana Oramas y Guadalupe González Taño.
Y eso es importante porque Oramas se ha declarado incompatible con Unidas Podemos. Podrán ambas abstenerse en primera o segunda votación para no bloquear políticamente España, pero una cosa es eso y otra verse implicados en un pacto con el "populismo" de izquierdas (sic). Así, el líder socialista sacaría adelante la investidura con los 173 votos de PSOE (123), Unidas Podemos (42), Compromis (1), PNV (6) y PRC (1) frente a los 151 noes de PP (66), Ciudadanos (57), Vox (24), Bildu (4) y la abstención de ERC (15) y PDeCAT (7).
Nervios en el PSOE
El problema es que, pese a lo que diga el PP de teatrillo, los nervios en La Moncloa y en la sede socialista de Ferraz han hecho su aparición. El tono de los dirigentes socialistas ya no es el mismo y ni siquiera se descarta ya dejar que Unidas-Podemos entre en el Gobierno con el argumento de que mejor una mayoría de 165 para empezar a hablar con el resto de grupo, que de solo 123, los diputados que tiene el PSOE.
El secretario de Organización, José Luis Ábalos, pidió este viernes a Ciudadanos y PP que se abstengan "por el bien de España". En privado, siguen confiando en que ERC no desestabilice a Sánchez porque sabe que a nadie, tampoco a ellos, conviene una repetición de elecciones en otoño. Pero igualmente empiezan a convencerse de que la legislatura puede ser un calvario, a poco que ERC y el PDeCAT sigan con su pulso por el liderazgo del independentismo y en la táctica rupturista de estos días.
Los resultados en Barcelona de las elecciones municipales del próximo domingo 26M -muchos sondeos dan vencedor al candidato republicano, Ernest Maragall, pero con necesidad de apoyo del PSC- serán determinantes en el devenir de una relación política que ha empezado a torcerse demasiado pronto.
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