La legislatura 2016-2020 pasará a la historia por muchos motivos. La moción de censura es uno de ellos. Pedro Sánchez ha inaugurado un estilo en la Moncloa más propio de un sistema presidencialista que de una monarquía parlamentaria como España.
No es sólo la colección de imágenes, gestos o patinazos como el de ponerse a la altura del Rey en la recepción del día de la Fiesta Nacional. Sánchez ha asumido una agenda internacional propia de un jefe de Estado, comunica como un jefe de Estado -el Falcon o el helicóptero- y ha tomado decisiones inauditas de un sistema parlamentario como negarse a responder a una de las dos cámaras. El presidente no explicará la polémica en torno a su tesis pese a que la mayoría del Senado lo ha reclamado y él mismo dijo hace unos días que lo haría.
Los expertos consultados por Vozpópuli creen que el hiperliderazgo de Sánchez no responde tanto a un cambio de régimen sino a una gigantesca operación política. Y citan el libro No pienses en un elefante, de George Lakoff, manual de cabecera sobre lenguaje político de cualquier asesor -como bien conoce el jefe de gabinete del presidente Iván Redondo-, para entender lo que está pasando.
"La entrevista de Ana Pastor en La Sexta a Sánchez es la que da todas las claves. Sánchez repitió tantas veces 'yo soy el presidente del Gobierno' para que la gente, que todavía no da crédito a lo que ha pasado, se haga a la idea", dice Javier Álvarez, director de Stratego Comunicación. "Es un principio básico de Lakoff. La forma que tiene Sánchez de ejercer la autoridad está en este libro: 'el presidente no pregunta; el presidente dice. Si uno es una autoridad moral, sabe lo que es bueno, tiene el poder y lo ejerce. Si tú renunciaras a tu autoridad moral, serías inmoral'".
"Por eso Sánchez es capaz de decir con un aplomo intachable que irá al Senado a responder por su tesis si se lo pide la oposición y diez días después dice lo contrario -que no irá-, pero con el mismo aplomo. Esa seguridad sólo la da el poder", explica.
Sistema de canciller
España es una monarquía parlamentaria, según recoge la Constitución. El principio básico de este sistema es que Congreso elige al presidente del Gobierno, que responde ante el Congreso. No tiene una legitimidad distinta o incrementada que sí existe por ejemplo en un sistema presidencialista como el francés, en el que el presidente de la República es elegido en las urnas. En Francia, la legitimidad de Emmanuel Macron no emana de las Cámaras, sino de los votos.
"Por eso en España existen instrumentos como la moción de censura, la cuestión de confianza o la disolución de las Cortes. En caso de conflicto entre el Gobierno y el Parlamento prevalece siempre las urnas", dice José Manuel Vera, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
Lo único que se pide al presidente es que cumpla con sus obligaciones, porque si no el andamiaje institucional se viene abajo"
Vera señala que los padres de la Constitución eligieron este sistema por dos razones. Una porque el Rey era el jefe del Estado. La segunda es que se quería favorecer contrapoderes más férreos después de 40 años de franquismo. El modelo español, sin embargo, es el llamado sistema de canciller, inspirado en Alemania. Es decir, el presidente del Gobierno no es un primus inter pares en el Consejo de Ministros -por eso no es primer ministro como en otros regímenes parlamentarios- sino que tiene algunas prerrogativas reforzadas.
¿Está Sánchez abusando de ellas? Según Vera, lo único que se pide al presidente, que ya tiene muchas competencias, es que cumpla con sus obligaciones, porque si no "el andamiaje institucional se viene abajo". "Lo que está pasando es que tenemos un Gobierno con 84 diputados y no tener la mayoría ni en el Congreso ni en el Senado conlleva necesariamente que te puedan tirar abajo los planes", asegura. "Entonces llega el abuso de decretos leyes, que ya había ocurrido en el pasado, o enmiendas como la de la ley de Estabilidad para eludir al Senado".
Álvarez coincide en que Sánchez es un presidente que no se ha visto nunca en la historia de España. "Un presidente ocupa normalmente el 80% de su tiempo en gobernar, pero Sánchez no puede porque no tiene apoyos", señala. El presidente socialista está ocupando su tiempo en viajar. Pasa uno de cada cinco días fuera de España, tal y como publicó este diario. En apenas cuatro meses, Sánchez ha viajado a Alemania, Costa Rica, Chile, Bolivia, Colombia, Canadá, Portugal, Bélgica, Francia y Estados Unidos. Y tiene previsto desplazarse a Guatemala, Argentina y Cuba antes de final de año.
El rey no viaja
Felipe VI, que es el jefe del Estado, no ha salido de España en este período. La agenda internacional se despacha habitualmente entre Moncloa y Zarzuela. Es un cambio de paradigma, porque los viajes de Sánchez han ido acompañados de un despliegue inédito de imágenes. El ejemplo más claro fue la fotografía con el presidente de EEUU, Donald Trump,en la que también aparecía la mujer del presidente Begoña Gómez. Sánchez también se está distinguiendo por un uso nunca visto hasta ahora del avión y el helicóptero presidencial. Sánchez no sólo no disimula, sino que lo expone y hace gala del ello.
"Se está construyendo un candidato que no se parece en nada al Pedro Sánchez de hace un año", dice Álvarez.
Según este experto, con Sánchez se está viviendo un proceso inverso al habitual. Normalmente, un candidato va construyendo su liderazgo durante años hasta que gana unas elecciones. Con el presidente del PSOE ha ocurrido lo contrario. Por eso, explica Álvarez, se están produciendo tantas dimisiones en el Gobierno. El objetivo es proteger al candidato.
"Hace seis meses nadie se imaginaba a Sánchez como presidente o ganando unas elecciones, por eso se está construyendo una imagen política y un liderazgo, y se hace a contrarreloj porque no saben de cuánto tiempo disponen", dice. "Es un gobierno creado para ganar elecciones. Se refuerza la imagen del presidente. Y los ministros recuerdan un poco a los secretarios de Estados Unidos, porque lo importante es él, el candidato, el que tiene que ganar las elecciones".
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