Pedro Sánchez es consciente de que su enfrentamiento con Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba en las pasadas primarias ha ido demasiado lejos y tiene que acabar por el bien del PSOE.
Ninguno le ha felicitado todavía por su victoria sobre Susana Díaz pero Sánchez va a coger el teléfono en las próximas horas para iniciar la reconciliación y pedirles que acudan a la clausura del 39 Congreso del PSOE, el próximo 18 de junio, según han anunciado a Vozpópuli fuentes próximas al líder socialista. También llamará al ex secretario general Joaquín Almunia, a quien, aún no habiendo participado en la refriega -apostó por Patxi López-, quiere tenerle presente.
El secretario general electo tiene claro que, tras su rotunda victoria sobre Susana Díaz, ha de "recuperar a quienes son referentes" de distintas generaciones del PSOE aunque apostaran en las primarias por la presidenta andaluza. No solo pretende tenerl a los ex presentes en la clausura, dando legitimidad a su reelección, les va a pedir que colaboren en su proyecto de "cambio", confiando en que "ellos también hayan entendido el mensaje de las bases" en estas primarias y respeten su "autonomía". Lo mismo ha pedido a los barones con los que se ha visto esta semana, como el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, o Patxi López.
Reforzado con más del 50% del voto y 15.000 sufragios más que Díaz, Pedro Sánchez está por pasar página de ese enfrentamiento cuasi fratricida y entiende que el movimiento que va a iniciar es "necesario". Ya lo tenía decidido antes de que ayer pidiera públicamente Susana Díaz "respeto" a los ex presidentes. Acepta la necesidad de reconciliación pero el respeto debe ser de ida y vuelta, también hacia el ganador, resaltan las mismas fuentes consultadas por este periódico.
Y es que al día siguiente de las primarias, Felipe González no tuvo empacho en admitir a los periodistas que ni había llamado a Sánchez para felicitarle. "... Lo estoy haciendo ahora", dijo. Y Zapatero se limitó a señalar que hay que "saber ganar y perder". Alfredo Pérez Rubalcaba guarda silencio pero también ha trascendido que, como los otros dos, todavía no ha felicitado al ganador.
La reconciliación no va a ser fácil: González le acusó de haberle "engañado" y Zapatero no le habla desde hace muchos meses
Así las cosas, la operación de reconciliación no va a ser fácil porque tanto González como Zapatero y Rubalcaba han puesto mucha carne en el asador contra él. El primer presidente socialista de la democracia declaró, tres días antes del traumático Comité Federal del uno de octubre, que Sánchez le había "engañado" porque, durante un almuerzo a solas en el domicilio de González el 28 de junio, dos días después de las elecciones del 26-J en las que los socialistas bajaron de 90 a 85 escaños, el líder socialista le había asegurado que se abstendría para facilitar la investidura de Mariano Rajoy.
En el caso de Zapatero es aún peor. Fan de Susana Díaz, el leonés rompió con Pedro Sánchez en otoño de 2014, a los tres meses de su primera elección como secretario general, muy molesto por el cuestionamiento que estaba haciendo de sus gobiernos en aspectos clave como la reforma del artículo 135 de la Constitución, en agosto de 2011, en plena tormenta de la prima de riesgo, para garantizar que España pagará su deuda.
Rubalcaba, más en silencio que los otros dos ex secretarios generales del PSOE, no es menos crítico con la deriva cesarista que ha intentado imprimir Sánchez al partido, enfrentando a los militantes con los barones que se le enfrentaban, con argumentos asamblearios que entiende más propios de Podemos que de la tradición socialista.
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