Los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y Podemos, Pablo Iglesias, usaron ayer términos gruesos para calificar la declaración del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en calidad de testigo ante la Audiencia Nacional por el caso Gürtel. Los dos partidos creen que no puede seguir al frente del Ejecutivo, pero no logran unir voces y definir una estrategia común para conseguirlo. Cada uno tiene la suya y rechaza la del otro. Así que, pese a la trascendencia que ambos dirigentes otorgaron a la cita judicial de ayer, todo sigue como estaba.
Como adelantó este periódico, Sánchez ha respondido a la declaración de Rajoy exigiendo su dimisión, aunque la petición pierde dureza por repetida: fue uno de sus mensajes en la campaña de las primarias y ha vuelto a pedirlo en su vuelta a Ferraz. Y, mientras tanto, Iglesias ha apostado por solicitar una comparecencia urgente del presidente en un pleno extraordinario en el Congreso y ha sacado de nuevo la moción de censura con la que lleva persiguiendo al 'nuevo PSOE'. Sin éxito.
El líder de Podemos se adelantó a Sánchez en su respuesta a la declaración de Rajoy, compareciendo casi una hora antes, pero también al prever por dónde iban a ir los tiros del líder del principal partido de la oposición. Desde los pasillos del Congreso, le avisó de que para que el presidente del PP deje de ser presidente no vale con pedirle que dimita, porque no lo va hacer, sino que hay que sacarle del Gobierno. "La única salida viable", dijo, es una moción de censura.
Y aunque ya se puede imaginar, y así lo dijo, que la "estrategia" del PSOE es diferente, anunció que llamaría de nuevo a Sánchez para animarle a dar el paso. Según fuentes socialistas consultadas por Vozpópuli, ambos dirigentes se cruzaron algunos mensajes telefónicos, como ya hacen habitualmente, y quedaron en hablar hoy jueves.
La intención de Iglesias es convencerle para esa censura y, en lo inmediato, para forzar la comparecencia urgente de Rajoy en el Pleno para que "dé la cara" después de esa "vergonzosa" declaración en el juicio de la Gürtel.
Pero en Ferraz avisan de que ya tiene la respuesta. La apuntó Sánchez ayer al contestar a la única pregunta que admitió después de su declaración y en la que se le citó el llamamiento de Iglesias. "El PSOE define sus estrategias como líder de la oposición", se limitó a decir. Y la traducción es que no considera adecuado ni una cosa ni la otra.
En primer lugar, desde el PSOE recuerdan que ya está pendiente la comparecencia de Rajoy en la Cámara Baja, en la comisión de investigación sobre la financiación ilegal del PP, y, en segundo lugar, insisten en que esa moción de censura "no es cuestión de tiempo, sino de aritmética".
A quien hay que convencer es a Rivera
Los números, dicen en el PSOE, son los mismos de hace unas semanas y siguen sin salir. Por eso, deslizan también que a quien debe dirigirse Podemos no es a los socialistas, sino a Ciudadanos, porque sus votos sí desbloquearían ese instrumento que fracasó a principios de junio. Sánchez también ha apuntado al partido de Albert Rivera en su comparecencia -en la que no ha citado a Podemos y se ha erigido como "la izquierda institucional"- al advertirle de que "el mundo le observa" mientras sostiene a un presidente "acorralado por la corrupción".
Por eso, y aunque deja la puerta abierta a que cambie la situación en el futuro, Sánchez no ve que se den las circunstancias para que esa moción prospere. Y en el PSOE se sacuden las posibles críticas que le puedan hacer desde Podemos defendiendo que él ya ha dado muestras de lo que está dispuesto a hacer para no apoyar a Rajoy. Como ha hecho Sánchez en su declaración, subrayan que dejó su escaño para no tener que abstenerse ante el PP.
Ferraz mantiene su hoja de ruta, aunque nada apunta a que vaya a tener éxito en algo que ya pidió Alfredo Pérez Rubalcaba en febrero de 2013
Y ahora mantiene su hoja de ruta, que pasa por exigir la dimisión de Rajoy, aunque nada apunta a que vaya a tener éxito en algo que ya pidió Alfredo Pérez Rubalcaba en febrero de 2013. El entonces líder de los socialistas llegó incluso a anunciar en julio de ese año que rompía "toda relación" con el presidente del Gobierno, pero después le fue complicado mantener este cortafuegos en asuntos de Estado.
El callejón sin salida se repite ahora en el 'nuevo PSOE' de Pedro Sánchez. Veinte días después de acudir a La Moncloa y conversar durante más de dos horas con Rajoy, en una reunión cordial de la que acordaron mantener una comunicación fluida en torno a Cataluña, Sánchez pidió formalmente la salida del jefe del Ejecutivo.
Lo hizo en una declaración muy dura en la que cargó contra Rajoy, con el tono más solemne que podía adoptar. Defendió que España merece un presidente "libre de sospecha" y denunció que su imagen declarando en un caso de corrupción es una "mancha" para la imagen del país que sólo le deja una salida: "No arrastre a España en su caída, señor presidente, dimita".
¿Pero cambia esto algo la relación del PSOE con el Gobierno? En el PSOE no desvelan cuáles serán sus próximos pasos y se aferran a la petición de dimisión pero, al mismo tiempo, sostienen que mantendrán una posición de Estado en los asuntos que lo merecen, como la crisis territorial. Y esto a pesar de que Rajoy incumplió su compromiso y no avisó con anterioridad a Sánchez del control semanal de las cuentas de la Generalitat que anunció el pasado viernes tras el Consejo de Ministros. Aunque habían acordado mantener una comunicación constante en este tema, no hubo llamada previa al secretario general y fue la vicepresidenta del Gobierno la que llamó al secretario de Política Federal del PSOE, Patxi López.
De manera que, pese al acercamiento de sus dirigentes y, el inicio, con tropiezos, de su trabajo conjunto en el Congreso, PSOE y Podemos seguirán atacando a Rajoy y censurando su continuidad en el Gobierno desde posiciones que aún no han encontrado una coincidencia.
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