El caos de los test rápidos importados de China ha significado un profundo revés para la gestión del ministro de Sanidad, Salvador Illa. La semana pasada, tras dejar solo a Illa ante la tormenta, el Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez decidió quitarle el control de todo el operativo para atraer a España material esencial para médicos y enfermos que luchan contra el coronavirus. El ministerio de Industria, dirigido por Reyes Maroto, sigue ahora de cerca todas las compras y negociaciones con las autoridades chinas y otros países. Y por fin se ven aterrizar los primeros aviones.
Illa acabó la semana pasada derrotado. Así se lo comunicó al propio Sánchez, según explican fuentes de la Moncloa a Vozpópuli, que recalcan que el ministro catalán manifestó su impotencia ante una crisis imposible de resolver con los recursos humanos y económicos de los que dispone. Sanidad es un ministerio que fue despedazado por intereses políticos y partidistas para que Pablo Iglesias, Irene Montero y Alberto Garzón tuvieron su cartera. Y la crisis del coronavirus ha hecho flotar todas esas contradicciones.
Maroto acudió el martes por primera vez en una rueda de prensa conjunta con Illa. Habló de temas como el confinamiento y el abastecimiento, aunque evitó comentar que a partir de ahora es ella quien se encarga de las negociaciones con China para el envió del material sanitario.
Doble interés comercial
El día siguiente, el miércoles, la ministra mantuvo una conversación con el ministro de Comercio de China, Zhong Shan, según ha podido saber este diario. La figura de Maroto es clave en el acercamiento a China porque desde hace varios meses trabaja de la mano con empresas españolas interesadas en expandirse en el mercado chino, y con operadores chinos que fabrican material para coches (sobre todo baterías y tecnología eléctrica) que buscan un puente para su entrada en el mercado europeo. Comercio y política, una vez más acercándose por la crisis de la Covid-19.
Al contrario que Sanidad, que acudió a un intermediario español para el envió de 640.000 test defectuoso, Maroto entabla conversaciones directas con Pekín. Sigue el método de otros países europeos que han logrado recibir material del gigante asiático antes que España. “China es lo que es, y si quieres comprar de verdad en ese país lo tienes que hacer a través del Gobierno, no como hizo Illa buscando una ganga”, reprochan miembros del Gobierno de Sánchez, parafraseando a la ministra de Exteriores que había hablado de “ganga” fracasada.
Este giro no es baladí. Porque por un lado el ministerio de Maroto se encarga de promover una reconversión industrial nacional para afrontar la crisis del coronavirus, y por el otro goza de más contactos con las empresas privadas española que pueden ayudar en la búsqueda de materiales.
De la gestión al relato
La nueva estrategia es más eficaz. De momento han aterrizado dos aviones procedentes de China y Turquía. Se espera que otros lleguen de Letonia, Luxemburgo y Japón. Los primeros aviones llevaron 14 toneladas de material sanitario, entre el que se encontraban un millón de test rápidos para la detección de la Covid-19. Aunque España sigue buscando más mascarillas, trajes de protección y sobre todo los respiradores esenciales para las UCIs. El Gobierno también quiere importar guantes, gafas protectoras, protectores faciales y termómetros de infrarrojos, que serán esenciales para la recuperación después de que se supere el pico de contagios.
Aterriza en #Torrejón el #A400M del @EjercitoAire procedente de #Shanghái con material sanitario que ayudará a la lucha contra el #COVID19 #EsteVirusLoParamosUnidos pic.twitter.com/ZnN8UuOJUR
— Ministerio Defensa (@Defensagob) March 30, 2020
Con el mundo sanitario en pie de guerra, Sánchez espera que el envío --aun tardío-- de ese material sanitario pueda calmar las aguas. El Ejecutivo mira con preocupación la avalancha de denuncias en los tribunales, pero de momento se concentra en reducir el impacto de la crisis. Por ello decidió que era primordial cambiar el rumbo del relato público sobre su gestión. Todos los recursos públicos se dirigieron a ese objetivo, además del alejamiento de Illa de ese operativo.
La figura del ministro, ya muy cuestionada, podría convertirse en el primer ministro en caer cuando acabe la fase más dura del contagio. Ya nadie excluye esa posibilidad. En La Moncloa manejan como opción descargar toda la "culpa" de los retrasos en la actuación del Ejecutivo en uno de sus miembros.
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