Desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, tanto el Gobierno como el PSOE asumieron las tesis del PSC sobre Cataluña. La recuperación del diálogo con la Generalitat tras la moción de censura se tradujo en algunas propuestas concretas, como la del nuevo Estatuto y la recuperación de algunos de los artículos cercenados por la sentencia del Tribunal Constitucional.
Pero el conflicto abierto en Cataluña después de las condenas a los líderes del proceso separatista ha congelado las recetas más conocidas del PSOE, que son en realidad del PSC. Los socialistas catalanes defienden el federalismo, creen que Cataluña es una nación y no se cierran al pacto fiscal a la vasca. Incluso han coqueteado en el pasado con el referéndum. Sigue habiendo miembros del PSC que defienden en privado esa salida como la única viable.
Pero en este momento, el PSOE ha metido todas estas ideas en la nevera y no defiende una propuesta clara para desatascar la crisis catalana de cara a la campaña electoral del 10-N. Y los mantras de diálogo, serenidad y firmeza amenazan con pasarle factura a Sánchez por ejemplo en el debate electoral del 4 de noviembre.
Las dudas de Sánchez en La Sexta
Las dudas de Sánchez quedaron patentes en la entrevista que concedió el viernes a La Sexta. El presidente del Gobierno no hizo una sola mención al federalismo o al nuevo Estatuto catalán. Y animó al presidente de la Generalitat, Quim Torra, a dialogar con PSC, Ciudadanos y PP.
"Cuando el señor Torra, o el señor Pere Aragonés hablan de que el problema de Cataluña es un problema de democracia, yo lo comparto, pero no el problema de democracia que ellos dicen", dijo Sánchez. "Es
un problema de democracia porque ahora mismo al frente de las instituciones catalanas hay responsables políticos que no reconocen la legalidad constitucional y estatutaria, que se la quieren saltar".
La indefinición del PSOE con Cataluña está marcada por las elecciones. Nadie, ni siquiera los independentistas, quieren moverse antes de conocer el resultado de las urnas
Una respuesta de este tipo podría llevar a pensar que el Gobierno piensa más en un 155 que en otra cosa. Pero el jefe del Ejecutivo descarta de momento esa fórmula. Moncloa asegura que no dudará en aplicarlo ante un escenario de desobediencia.
La indefinición del PSOE con Cataluña está marcada por las elecciones. Nadie, ni siquiera los independentistas, quieren moverse antes de conocer el resultado de las urnas. Y Sánchez necesita desmarcarse de algún modo de las reclamaciones de Ciudadanos o PP.
Pero no es un discurso en el que, por ejemplo, el PSC se sienta cómodo. Sánchez intentó apaciguar los ánimos con el independentismo durante su breve mandato. Pero las reuniones con Torra acabaron saltando por los aires por la deslealtad separatista.
El presidente de la Generalitat filtró el documento de las 21 exigencias que planteaba, y que incluía la mediación internacional. El Gobierno incluso cedió con la figura del relator, pero el rechazo de los partidos independentista a los Presupuestos Generales del Estado y la presión del centro derecha en Colón terminaron por dinamitar unos puentes que el propio Torra se había encargado de bomardear.
Regresar al apaciguamiento
El PSOE cree que no es momento de regresar al apaciguamiento, al menos en el contexto electoral. Y no hay concesiones, muy pocas, a la teórica mayoría alternativa con ERC y los Comunes. Pero esa es una posibilidad que muchos en Cataluña dan por hecho.
Otro de los problemas es Torra, al que el Gobierno da por amortizado como buena parte del independentismo. Pero Moncloa sabe que mientras siga al frente de la Generalitat hay riesgos. Y el PSC ya ha reclamado su dimisión.
La cuestión es si Sánchez tiene los números para reeditar el bloque de la moción de censura. O si, por el contrario, existe la opción de pacto con Ciudadanos que daría un giro de 180 grados al plan.
Ante la tesitura de los disturbios y el papel que está jugando Torra, el PSOE ha optado por esconder algunas de sus propuestas históricas para Cataluña. Pero si los resultados acompañan, lo más probable es que las recupere después de la cita con las urnas.
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