Política

Sánchez impone al PSOE una relación de tú a tú con Bildu ante el silencio de los barones

El presidente del Gobierno legitima a la izquierda abertzale como aliado en el Congreso ante la falta de una verdadera corriente crítica que fuerce al jefe del Ejecutivo a pensárselo dos veces antes de llamar a Bildu  

"Estamos tan agobiados por la pandemia... ¡Como para ocuparnos de esas cosas!". Así se excusaba esta semana un dirigente del PSOE de los más críticos con Pedro Sánchez tras la reunión del Gobierno con EH Bildu. No hay contestación interna, ni contrapesos en el partido que frenen al presidente del Gobierno. Sánchez ha legitimado a la izquierda abertzale como aliado en el Congreso ante el silencio de sus barones y la resignación de históricos del socialismo que sienten como si predicasen en el desierto.

Bildu se ha incorporado a la negociación de los Presupuestos Generales del Estado como un socio cualquiera. El PSOE no reprocha al partido independentista vasco ni su pasado ni su presente. La interlocutora de la izquierda abertzale ha sido la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Dos días antes de esa foto en el Congreso, la propia Montero anunció tras el Consejo de Ministros que el Gobierno condecoraba a Alfredo Pérez Rubalcaba (fallecido en 2019) con las máximas distinciones de la Guardia Civil y la Policía por su papel en la lucha contra el terrorismo.

"Nadie peleó más en el PSOE que Rubalcaba por impedir la legitimación de Bildu", lamenta otra de las voces críticas residuales en una federación.

Sin contrapesos en el PSOE

El acuerdo entre PSOE, Bildu y Podemos para derogar la reforma laboral en la anterior negociación del estado de alarma provocó un terremoto en el PSOE. Los Presupuestos apenas han movido una hoja. El "blanqueamiento" de Bildu, dicen estas fuentes, empezó en la moción de censura y no se ha detenido desde entonces. Ha existido una comunicación permanente, en la que Bildu admite que el acercamiento de presos de ETA -formulada con diversos eufemismos- forma parte del diálogo. Ni la presencia de Ciudadanos en la mesa de diálogo, ni la existencia de otras otras mayorías que hacen irrelevante a Bildu en casi cualquier negociación han frenado esta relación preferente.  

El PSOE, explican estas fuentes, no tiene contrapesos para contestar a Sánchez. Una de las razones fundamentales es la debilidad del PSOE andaluz, que en otros tiempos fue un dique contra las complicidades con la izquierda abertzale. Pero Susana Díaz, enfrascada en la batalla interna por conservar el liderazgo del partido, ha renunciado a cuestionar las decisiones de Sánchez.

Y las críticas de los principales barones territoriales como Emiliano García Page, Javier Lambán o Ximo Puig se han quedado en comentarios esporádicos de Twitter sin impacto interno ni capacidad de articular una verdadera corriente que fuerce al presidente a pensárselo dos veces antes de sentarse con Bildu.

"Por supuesto que hay mucha gente a la que no le gusta lo de Bildu", admiten fuentes del PSOE. "Pero ahora es muy difícil que nadie se exponga a dar la cara".

El PSE y el PSN han normalizado las reuniones o los acuerdos con Bildu. Lo que antes eran "líneas rojas" infranqueables ahora ya se han borrado

El ejemplo más significativo ocurrió solo hace unas semanas, a finales de septiembre, cuando la dirección del PSE (Partido Socialista de Euskadi) desautorizó y silenció al recién elegido presidente de sus Juventudes, Víctor Trimiño, porque se atrevió a cuestionar los pactos con Bildu. El entorno de la líder de los socialistas vascos Idoia Mendia admitía entonces que en el partido coexisten "diferentes sensibilidades" sobre cómo enfocar la relación con Bildu aunque existe "un fondo común de sufrimiento compartido". "Hay quien tiene más rencor y quien menos, y quien pasa página antes".

Normalidad en País Vasco y Navarra

La relación entre el PSOE y Bildu no solo ha mejorado a pasos agigantados en el Congreso. Las cosas también han cambiado sobremanera en los parlamentos del País Vasco y Navarra en el último año. En el caso vasco, Mendia apostó recientemente por repetir y reforzar su coalición con el PNV, que es su socio predilecto desde hace años, y no quiso ni oír hablar sobre un pacto de gobierno con Bildu. Pero eso no es óbice para que su relación con Arnaldo Otegi y los suyos haya variado claramente en términos de la famosa "normalización".

En Navarra la relación de socialistas y bildutarras es cada vez más cercana. A finales de 2019 el PSOE navarro se abría por primera vez a negociar los Presupuestos de la Comunidad Foral con los bildutarras. Algo que antes parecía impensable y que poco después cristalizó en un acuerdo presupuestario. Llovía sobre mojado porque solo unos meses antes la propia presidenta de la región, María Chivite, había llegado al cargo gracias a la abstención de la coalición liderada por Otegi.

La realidad es que en ambas comunidades autónomas el PSE y el PSN han normalizado las reuniones o los acuerdos con Bildu. Lo que antes eran "líneas rojas" infranqueables ahora ya se han borrado. Quizás sea pronto para verles juntos en gobiernos de coalición porque el pasado aún pesa. Pero cada vez es más habitual que aparquen sus diferencias para dialogar y acordar en las instituciones.

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